El paro afecta ya a 2.598.800 personas tras aumentar en 806.900 en los últimos doce meses, con lo que la tasa de desempleo alcanza el 11,33%.
Por primera vez en catorce años, se destruye empleo. Estos son algunas de las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre del año, que hizo públicas ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE).
De acuerdo con estos datos, entre julio y septiembre pasaron a engrosar las filas del desempleo 217.200 personas, con lo que el total de parados -casi 2,6 millones- se sitúa en la cifra más alta desde el año 2000.
El secretario de Estado de Economía, David Vegara, afirmaba ayer en Bruselas que la subida del paro en el tercer trimestre del año es el «resultado de las dificultades por las que está atravesando la economía española», y advierte:tivas son bastante negativas a corto y medio plazo para el empleo en España ya que, según Vegara, «el paro seguirá subiendo por el impacto de la crisis financiera y el ajuste en la construcción hasta alcanzar el 12,5% en 2009».
De la Vega reconoció ayer que todavía quedan meses difíciles para el mercado de trabajo, aunque augura que la situación podría empezar a remontar el año que viene
En cuanto al mensaje de los últimos meses de que el sector servicios podría llegar a absorber la destrucción de empleo que se está produciendo en la construcción, el número dos del Ministerio de Economía explicó que «el aumento del empleo en el sector servicios en el último año, en casi 260.000 personas, no ha sido suficiente para compensar el acusado retroceso de la ocupación en la construcción y la reducción más moderada del empleo en la industria y en la agricultura».
Vegara admitió abiertamente que el Gobierno no espera que en el cuarto trimestre del año haya un cambio de tendencia «porque en nuestro caso, aparte de la crisis financiera, tenemos el ajuste en el sector de la construcción y los datos de viviendas iniciadas no permiten, al menos en lo que queda hasta final de año, anticipar un comportamiento expansivo del empleo en el sector». Por tanto, el secretario de Estado reconoció que difícilmente se podrá cumplir el objetivo del Gobierno de cerrar el ejercicio con una tasa de paro del 10,4%.
De acuerdo con estos datos, entre julio y septiembre pasaron a engrosar las filas del desempleo 217.200 personas, con lo que el total de parados -casi 2,6 millones- se sitúa en la cifra más alta desde el año 2000.
El secretario de Estado de Economía, David Vegara, afirmaba ayer en Bruselas que la subida del paro en el tercer trimestre del año es el «resultado de las dificultades por las que está atravesando la economía española», y advierte:tivas son bastante negativas a corto y medio plazo para el empleo en España ya que, según Vegara, «el paro seguirá subiendo por el impacto de la crisis financiera y el ajuste en la construcción hasta alcanzar el 12,5% en 2009».
De la Vega reconoció ayer que todavía quedan meses difíciles para el mercado de trabajo, aunque augura que la situación podría empezar a remontar el año que viene
En cuanto al mensaje de los últimos meses de que el sector servicios podría llegar a absorber la destrucción de empleo que se está produciendo en la construcción, el número dos del Ministerio de Economía explicó que «el aumento del empleo en el sector servicios en el último año, en casi 260.000 personas, no ha sido suficiente para compensar el acusado retroceso de la ocupación en la construcción y la reducción más moderada del empleo en la industria y en la agricultura».
Vegara admitió abiertamente que el Gobierno no espera que en el cuarto trimestre del año haya un cambio de tendencia «porque en nuestro caso, aparte de la crisis financiera, tenemos el ajuste en el sector de la construcción y los datos de viviendas iniciadas no permiten, al menos en lo que queda hasta final de año, anticipar un comportamiento expansivo del empleo en el sector». Por tanto, el secretario de Estado reconoció que difícilmente se podrá cumplir el objetivo del Gobierno de cerrar el ejercicio con una tasa de paro del 10,4%.
Aumenta la temporalidad
Sobre la calidad del empleo que se ha destruido durante el último trimestre, los contratos indefinidos han caído un 0,8%, mientras que los temporales sólo un 0,16%, lo que ha provocado una subida de la temporalidad en conjunto de una décima, hasta el 29,5%, respecto al trimestre anterior.
Por comunidades autónomas, la que mejor comportamiento registró en estos tres últimos meses fue Madrid, que no sólo fue la única región en la que hubo un «descenso apreciable del número de parados (11.800 menos)» -en palabras del INE-, sino que además, encabezó la lista de comunidades con mayores incrementos de ocupación.
Sobre la calidad del empleo que se ha destruido durante el último trimestre, los contratos indefinidos han caído un 0,8%, mientras que los temporales sólo un 0,16%, lo que ha provocado una subida de la temporalidad en conjunto de una décima, hasta el 29,5%, respecto al trimestre anterior.
Por comunidades autónomas, la que mejor comportamiento registró en estos tres últimos meses fue Madrid, que no sólo fue la única región en la que hubo un «descenso apreciable del número de parados (11.800 menos)» -en palabras del INE-, sino que además, encabezó la lista de comunidades con mayores incrementos de ocupación.
Entre julio y septiembre se crearon en Madrid 26.100 puestos de trabajo netos. casi el doble que en las otras dos regiones que lograron generar empleo, Castilla y León y Galicia, con 13.700 nuevos ocupados en cada una.
Por el contrario, los mayores descensos de ocupación se produjeron en Cataluña, con una destrucción de 54.400 empleos, Andalucía (40.400) y la Comunidad Valenciana (25.000).
Las regiones acumularon mayores incrementos en el número de parados: Andalucía (86.600), Cataluña (50.700), Murcia (20.100), Comunidad Valenciana (19.600) y Canarias (16.900).
Las regiones acumularon mayores incrementos en el número de parados: Andalucía (86.600), Cataluña (50.700), Murcia (20.100), Comunidad Valenciana (19.600) y Canarias (16.900).
Ante estos datos, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, aseguró que el paro es la primera preocupación del Gobierno español y reconoció que seguirá aumentando hasta situar la tasa en el 12,5% el próximo año.
No obstante, el ministro se mostró optimista e incluso se atrevió a poner fecha al fin de las turbulencias monetarias. «En dos meses debería estar finiquitada la crisis financiera y a partir de ese momento empezará un futuro de confianza», dijo.
Los datos, relativos al pasado trimestre, documentan la irrupción de un fenómeno, la destrucción de empleo, que no se registraba desde hace catorce años y que amenaza con seguir reproduciéndose durante los próximos meses.
Desde la primavera del año pasado se acumulan cinco trimestres consecutivos con aumento constante del paro, variable que ha pasado de 1,76 millones de afectados (8 por ciento de la población activa) a 2,6 millones (11,3 actual).
En sólo doce meses, el paro ha afectado a 806.000 trabajadores, cifra que, unida al descenso de la ocupación, anticipa y confirma una situación de estancamiento y, muy probablemente, de recesión económica.
Todos los indicadores de empleo y paro son desfavorables y, por primera vez en década y media, cae el número de ocupados, con una tasa que roza ya el 60 por ciento, diez puntos menos que la media de los países de nuestro entorno.
No son datos sorprendentes, sino desgraciadamente previsibles por la constante pérdida de competitividad de nuestra economía, desgastada por una crónica tasa de inflación -superior a la media de la zona monetaria de referencia- y de un creciente e inquietante déficit de pagos, el mayor del mundo después del estadounidense.
España exporta menos que Bélgica, Holanda, Hong Kong o Corea, países con economías de mucho menor tamaño que la nuestra, quizá la décima del mundo, pero sin duda la primera en tasa de desempleo del mundo desarrollado, lo que es un dato demoledor para un Gobierno que planteó el «pleno empleo» como uno de sus principales lemas electorales.
Sin el posible ajuste del tipo de cambio ni el efecto de la devaluación de la moneda, la variable afectada por los desequilibrios de precios y el déficit exterior tenía que ser, necesariamente, el empleo. La sociedad con peor perfil de empleo de la OCDE durante los últimos veinticinco años ha tolerado, con la pasividad de su Gobierno -incomprensiblemente condescendiente con una situación que ha tratado de ocultar durante meses-, que empeoren sus variables económicas, disfrazando la realidad y pasando por alto que todo conducía a empeorar el primer problema que perciben los españoles: la escasez de trabajo o la multiplicación del paro en el país del paro. Sólo Bélgica compite con España en el ranking de desempleo; son los dos únicos países con dos dígitos en su tasa de paro, frente a una media inferior al 8 por ciento en la «zona euro» pese a haber disfrutado de un crecimiento del PIB muy superior al de nuestros vecinos durante los últimos años, demasiado prósperos para concluir en un batacazo de estas dimensiones.
El presidente del Gobierno ha negado con lamentable tozudez la existencia de la crisis, pero ahora la tiene sobre su mesa con una gravedad que quizá nunca imaginó. Ha insistido en que la sociedad española se enfrenta a este fenómeno con fortaleza, pero nuestro país no tiene ventajas en precios, ni en empleo cualificado, ni en competitividad, ni en déficit de pagos. Más bien al contrario, son evidentes las desventajas que ensancharán el bache con el paso de los meses. El Ejecutivo ha rechazado una realidad que no encajaba ni en su proyecto ni en la propaganda, pero los hechos son más sólidos que las hipótesis y las simulaciones. El proyecto de Presupuestos -tan irreal como la percepción de esa falsa fortaleza- no sirve para hacer frente al desempleo, más allá de ampliar créditos para dotar el fondo de cobertura de paro que garantice unos crudos meses de prestaciones.
Sin el posible ajuste del tipo de cambio ni el efecto de la devaluación de la moneda, la variable afectada por los desequilibrios de precios y el déficit exterior tenía que ser, necesariamente, el empleo. La sociedad con peor perfil de empleo de la OCDE durante los últimos veinticinco años ha tolerado, con la pasividad de su Gobierno -incomprensiblemente condescendiente con una situación que ha tratado de ocultar durante meses-, que empeoren sus variables económicas, disfrazando la realidad y pasando por alto que todo conducía a empeorar el primer problema que perciben los españoles: la escasez de trabajo o la multiplicación del paro en el país del paro. Sólo Bélgica compite con España en el ranking de desempleo; son los dos únicos países con dos dígitos en su tasa de paro, frente a una media inferior al 8 por ciento en la «zona euro» pese a haber disfrutado de un crecimiento del PIB muy superior al de nuestros vecinos durante los últimos años, demasiado prósperos para concluir en un batacazo de estas dimensiones.
El presidente del Gobierno ha negado con lamentable tozudez la existencia de la crisis, pero ahora la tiene sobre su mesa con una gravedad que quizá nunca imaginó. Ha insistido en que la sociedad española se enfrenta a este fenómeno con fortaleza, pero nuestro país no tiene ventajas en precios, ni en empleo cualificado, ni en competitividad, ni en déficit de pagos. Más bien al contrario, son evidentes las desventajas que ensancharán el bache con el paso de los meses. El Ejecutivo ha rechazado una realidad que no encajaba ni en su proyecto ni en la propaganda, pero los hechos son más sólidos que las hipótesis y las simulaciones. El proyecto de Presupuestos -tan irreal como la percepción de esa falsa fortaleza- no sirve para hacer frente al desempleo, más allá de ampliar créditos para dotar el fondo de cobertura de paro que garantice unos crudos meses de prestaciones.
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