miércoles, 4 de febrero de 2009

Hechos un lío ante la percepción unánime de una realidad.



EL GOBIERNO reclama a los ciudadanos confianza, pero practica el doble lenguaje y la opacidad al gestionar la crisis.
El ministro de Industria, Miguel Sebastián, acusó ayer en televisión a los banqueros de ser los «culpables» de la recesión y aseguró que al Ejecutivo «se le está acabando la paciencia ante la restricción del crédito», dos declaraciones altisonantes y populistas -dado que la mayoría de los ciudadanos no entiende que la banca se beneficie de ayudas públicas mientras cierra el grifo de los préstamos- que contrastan con la opinión no menos rotunda que el vicepresidente económico trasladó la víspera en Moncloa a los representantes de las entidades.
En opinión de Pedro Solbes, «en una situación como ésta no se puede pedir a los bancos que aumenten sus créditos». Puede que el ministro de Industria y el vicepresidente jueguen a poli malo y poli bueno, o que Sebastián y Solbes tengan visiones antagónicas. Pero en cualquier caso, es inadmisible que el Gobierno diga a los ciudadanos lo contrario que a los banqueros y que Zapatero no establezca un discurso unívoco en su gabinete. Por otro lado, ayer supimos que el Ejecutivo permitirá que las entidades cobren más a las empresas por acceder a los préstamos
del ICO.
Es decir, que asume la tesis de la banca -de que con los márgenes actuales les resulta demasiado arriesgado dar curso a estos créditos- y le permite ampliar su beneficio sin mayor compromiso que una mera declaración de buena voluntad.

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