sábado, 14 de febrero de 2009

Tirano Banderas


JUAN PEDRO QUIÑONERO.-Sábado, 14-02-09
La gran cultura española dejó sentada la radiografía canónica de las tiranías caribeñas y tropicales pasadas, presentes y por venir. Pero la diplomacia española permanece inmóvil e inaudible ante el espectáculo trágico de la destrucción del tejido social de un pueblo hermano mediante los estragos devastadores del populismo revolucionario.
Las decimosegundas elecciones celebradas en Venezuela -desde 1998- ilustran de manera ejemplar los mecanismos caudillistas de conquista y conservación del poder absoluto socavando todos los cimientos de la vida pública, cultural y moral de un pueblo a través de la más pavorosa demagogia populista de un personaje de esperpento, el presidente Hugo Chávez, émulo aventajado del Tirano Banderas de don Ramón María del Valle Inclán.
El penoso espectáculo de la fallida operación de venta de armas españolas a Chávez, orquestada por el presidente Zapatero y su ex ministro de Defensa, José Bono, ilustró en su día los mecanismos del poder supremo venezolano dilapidando la riqueza nacional embarcándose en las más grotescas aventuras militaristas, coqueteando con los ayatolás iraníes y el entonces presidente Putin, destruyendo los cimientos de sucesivos procesos de integración política suramericana, aliándose con otro personaje de «parque jurásico», apoyado veladamente por un gobierno español, pronto abandonado a una suerte circense...
El ominoso silencio español ante la deriva caudillista del presidente Chávez reduce, si no margina, la influencia española en las Américas. La España de la transición fue un modelo en el que se inspiraron una o dos generaciones de políticos americanos. Cada cual a su manera, Suárez, González y Aznar, ejercieron, y quizá aún ejercen, una cierta influencia moral, cultural y política.
Los virajes y coqueteos del presidente Rodríguez Zapatero, el ominoso silencio de los intelectuales, el insignificante silencio diplomático, dejan al pueblo venezolano ayuno de un apoyo moral indispensable para poder escapar al temible yugo de las nuevas formas de tiranía populista.

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