sábado, 7 de febrero de 2009

¿Casualidad causal?




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Sin hacer ningún juicio sobre las noticias, "lo que está mal está mal donde esté", conviene recordar también que estár en contra de lo que está mal no presupone ni garantiza que yo no esté en el mismo mal que trato de denunciar.
Conveniene recordar, en este sentido, el principio de Transposición de Joseph Goebbels (ideólogo de la propaganda totaltaria nazi): "Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque: `Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan`".
Dicho ésto y sin nada que ver con anterior...
Isabel San Sebastian en El Mundo escribe: DICEN algunas encuestas que cuando vienen mal dadas, tal como sucede ahora, la mayoría de los españoles tiende a buscar refugio económico seguro en lugar de arriesgar para salir del aprieto.
En otras palabras; que la sociología patria es más proclive al pez servido en la mesa que a la caña de pescar, por más que la ración sea exigua. Zapatero es consciente de ello y ha puesto una pescadería.
Medidas, lo que se dice medidas para salir de la crisis, no hemos visto, hasta la fecha, ninguna.
Ni una reforma estructural, ni una decisión mínimamente audaz en materia de política energética, ni un ajuste fiscal por modesto que sea, ni una nacionalización bancaria al estilo de las llevadas a cabo en los países de nuestro entorno, ni siquiera un recorte simbólico de los sueldos de los altos cargos o del gasto corriente de la Administración.
Al contrario, aquí conviven armoniosamente las quiebras en cadena de las familias y de las empresas privadas (2.902 en 2008, triplicando la cifra del año anterior) con las obras suntuarias de la Xunta de Galicia, cuyo presidente gasta más en coche que el mismísimo Obama y asienta sus posaderas en sillas cuyo precio supera con mucho los ingresos mensuales de un trabajador medio. ¿Quién dijo austeridad? Como recomendó Sebastián, lo patriótico es gastar, y su colega Touriño obedece la consigna.
A falta de medidas eficaces, sin embargo, sobran las electoralistas: «El Gobierno garantiza el pago de las prestaciones por desempleo», se desgañita en promesas Zapatero. ¡Faltaría más! Pero el anuncio tranquiliza y da votos, aunque sea a costa de engrosar el déficit.
Ningún funcionario verá congelado su sueldo», así sean los únicos españoles exentos de la obligación de apretarse el cinturón. «Lo importante no son los puestos de trabajo perdidos en el último año (un millón), sino los que se crearán a partir de marzo», con esos 8.000 millones de euros destinados a hacer pan para hoy y hambre para mañana en los municipios de toda España, obligados a emplear ese dinero en colgar propaganda gubernamental y comprar sufragios, en lugar de pagar sus deudas.
Forzaremos a los bancos a otorgar créditos» con los 40.000 millones en avales salidos de nuestros bolsillos. Y bla, y bla, y bla. Ya viene luego Blanco con la «paciente» rebaja, que para eso es él quien debe negociar los créditos de los que vive el partido.
Zapatero vende humo en forma de confianza, y lo hace con habilidad y la ayuda de sus cómicos, a los que acaba de subvencionar con otros 250 millones públicos. Queda por saber si las encuestas aciertan y los electores pican.

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