lunes, 2 de febrero de 2009

Cal y Canto


RAUL RIVERO.- El Mundo.

PARA los altos muros, una lechada espesa, cremosa, pareja, que tiña, de paso, la hojarasca del marabuzal que los rodea.
Alambre nuevo de púas abiertas como una gran corona de plata en el redondel de la prisión. Y un cambio de uniforme para los centinelas de las garitas.
Comienzan los preparativos para la visita que realizará a Cuba el jurista austriaco Manfred Nowak.
El hombre, relator de Naciones Unidas sobre la tortura, ha anunciado que el viaje lo realizará por sorpresa, cuando su agenda y la de los funcionarios de la isla encuentren espacios despejados.
Como él no ha vivido nunca en un país totalitario no está obligado a conocer que en esos territorios hasta el asombro lo programa el Partido. Por el momento, se preparan las prisiones a las que el invitado llegará inesperadamente.
Los presos políticos y sus familiares reportan que, en algunas cárceles, se han organizado brigadas de reclusos comunes y se esconden los basurales. Se les da una mano de chapapote con gasolina a los barrotes de las rejas y se organizan, detrás de las cocinas, las pilas de leña para los fogones.
Se trasladan a toda velocidad a los prisioneros más peligrosos y violentos. Las caravanas salen en silencio a media noche y suelen llevarse también a los que se han acostumbrado a protestar contra los maltratos y golpizas con cortes en las venas para provocarse hemorragias. Y a los que se inyectan petróleo, orina o heces fecales en los brazos y las piernas.
Activistas de derechos humanos y ex prisioneros políticos recordaron que 1998, en los meses anteriores a la visita a Cuba de Juan Pablo II, se realizaron trabajos similares.
Llegaron a quitar las planchas de hierro de las ventanas de ciertas celdas de castigo, pero con el Papa todavía en el vuelo de regreso a Roma volvieron a tapar los pedazos de nubes que podían ver los prisioneros.
Nowak está convencido de que podrá presentarse sin previo aviso en los centros de detención «sean de la policía, de la Justicia o psiquiátricos» y entrevistarse con todo tipo de presos «inclusive los políticos».
Los veteranos luchadores de la oposición pacífica, periodistas, bibliotecarios, hombres y mujeres que conocen la oscuridad del chapapote, creen que el Gobierno manipulará la visita del relator de Naciones Unidas.
Lo verdadero es la cal. El canto del cambio es otra vez de las sirenas.

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