El indicador adelantado del Indice de Precios al Consumo (IPCA) se redujo siete décimas en enero hasta situar la tasa interanual en el 0,8%, la más baja de los últimos 40 años.
La evolución del precio del petróleo -que en un año ha disminuido casi un 70%- ha propiciado un descenso de la inflación en toda la zona euro, si bien éste ha sido más acusado en España.
Es obligado preguntarse si el Ejecutivo sabrá aprovechar una coyuntura que, mal gestionada, puede convertirse en un grave inconveniente y dificultar la recuperación económica.
Es obligado preguntarse si el Ejecutivo sabrá aprovechar una coyuntura que, mal gestionada, puede convertirse en un grave inconveniente y dificultar la recuperación económica.
Resulta preocupante el triunfalismo absurdo de que hizo gala ayer el Ejecutivo, al realizar una interpretación superficial sobre la evolución del IPC que obvia que el desplome de precios refleja principalmente la baja actividad de nuestra economía, y que omite además que, de continuar retrayéndose el consumo, la caída de precios puede conducirnos a una situación mucho más complicada.
La bajada del IPC aumenta la renta de las familias y podría mejorar la competitividad de nuestras empresas si no fuera porque nuestros principales clientes -Alemania, Francia, Italia...- también están en recesión.
La bajada del IPC aumenta la renta de las familias y podría mejorar la competitividad de nuestras empresas si no fuera porque nuestros principales clientes -Alemania, Francia, Italia...- también están en recesión.
Pero de nada servirá que los ciudadanos tengan más dinero si en lugar de gastarlo -lo que serviría para reactivar la economía- continúan ahorrándolo por temor al paro.
Ya advirtió el miércoles el Banco de España que el descenso del consumo de los hogares era el componente del PIB que más contribuyó a la desaceleración en 2008 y, por tanto, el principal culpable de la recesión que padecemos.
El problema está en que todas las previsiones indican que el IPC continuará cayendo en los próximos meses, lo que obliga a tener muy en cuenta el peligro de que la economía se precipite hacia la temida deflación, un proceso de caída generalizada y progresiva de precios que, acompañada de un parón del consumo, retrae los beneficios y la actividad de las empresas e incrementa el paro.
El problema está en que todas las previsiones indican que el IPC continuará cayendo en los próximos meses, lo que obliga a tener muy en cuenta el peligro de que la economía se precipite hacia la temida deflación, un proceso de caída generalizada y progresiva de precios que, acompañada de un parón del consumo, retrae los beneficios y la actividad de las empresas e incrementa el paro.
Aunque el Gobierno y muchos analistas descartan que la economía española pueda entrar en este círculo vicioso, otros recuerdan que la disminución de los precios industriales que se registró en 2008 obliga a plantearse esta posibilidad.
También el BCE, que contempla aprobar una nueva bajada de tipos, ha mostrado su preocupación por el desplome de los precios, por más que de momento no contempla el riesgo de deflación.
La reactivación del consumo es imprescindible para la recuperación económica. La clave está pues en restablecer la confianza de los ciudadanos y de los mercados financieros.
Existe una relación causa-efecto entre la falta de credibilidad del Gobierno y la resistencia de los ciudadanos a gastar sus ahorros. Esta renuencia al consumo persistirá mientras el Ejecutivo no sea capaz de transmitir confianza con propuestas y medidas serias y audaces.
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