lunes, 26 de mayo de 2008

Estanques artificiales de riego contra el cambio climático.


Las lagunas artificiales 'secuestran' el CO2
Un estudio con partipación española asegura que este tipo de balsas absorbe más dióxido de carbono que los bosques,y tanto como los océanos
Hasta ahora habían sido despreciadas, pero realizan un trabajo importante de mitigación del cambio climático. Los estanques agrícolas, creados por el hombre para suministrar agua a los campos de regadío, absorben más dióxido de carbono que los bosques, y tanto como los océanos. Y se trata de cantidades nada desdeñables, según un estudio liderado por la Universidad de Iowa (EEUU) y publicado en Global Biogeochemical Cycles. El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carlos Duarte, quien ha participado en este estudio, apunta que la tasa de captación de las presas agrícolas es mil veces superior por metro cuadrado a la de los océanos, y de 20 a 50 veces mayor a la de los bosques.
Es la primera vez que se han realizado mediciones en estas infraestructuras. "Son sistemas acuáticos pequeños, que hasta ahora no se habían tenido en cuenta, pero que contribuyen a mitigar en una medida modesta pero importante el cambio climático", apunta Duarte. Los estanques artificiales secuestran cada año 150 millones de toneladas de carbono, una cifra similar a la que se almacena en los océanos.
Para realizar el estudio, los investigadores realizaron mediciones de la cantidad de carbono que han absorbido las balsas de EEUU durante los últimos 10 años y revisaron los informes con medidas puntuales de diversos países. "Frente a los lagos naturales, los estanques tienen una mayor capacidad de captación de carbono por el propio uso de las balsas, a las que también acude ganado, y que están enriquecidas con nutrientes, por lo que la producción fotosintética es mayor", explica Duarte.
La tasa de acumulación de sedimentos en la piscina es muy alta, por su propio uso, y como consecuencia su vida útil es corta. Una vez que se deja de emplear para regadío, lo ideal es que se abandone, y que se excave una nueva. Duarte indica que uno de los perjuicios es que se drague, ya que los sedimentos que atrapan al CO2 se removerían y se liberaría el dióxido de carbono.
En el mundo hay 304 millones de lagunas naturales y balsas agrícolas, que cubren unos 4,2 millones de km2. España carece de un inventario de estas lagunas, una asignatura pendiente para lo que podría se perfila como una nueva solución para salvar el clima.
Incorporar los estanques en el ‘post-Kioto'
Dada la importancia de estas balsas, el investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (CSIC-Universidad de las Islas Baleares) Carlos Duarte afirma que se deberían incorporar en el próximo régimen internacional de reducción de emisiones, tras el Protocolo de Kioto en 2012, como sumideros de dióxido de carbono.
Los embalses agrícolas absorben en torno al 5% de las emisiones y eso debería recogerse en la legislación. "Se debería incorporar como sumidero e, incluso, dentro del conjunto de créditos de carbono, que se computaría a la agricultura", indica Duarte. Los lagos artificiales tendrían la misma consideración que los bosques, como captadores.

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