martes, 20 de mayo de 2008

El Gobierno rectifica en 60 días sus propuestas electorales.


Sólo dos meses después de las elecciones generales el Gobierno ha cambiado su discurso en sus principales políticas, de palabra y con decisiones adoptadas.
Hoy se admite y se defiende lo contrario de lo que se sostuvo en la recta final de la pasada Legislatura en asuntos tan importantes como la economía, la política antiterrorista, la inmigración, la financiación autonómica, el agua o la violencia de género.
La ley de violencia de género, norma estrella de Zapatero, no logra los resultados prometidos.
Algunos ejemplos:

- Economía.
Antes del 9-M el Ejecutivo presumía de los logros económicos e incluso pronosticaba un futuro mejor.
El 20 de febrero de 2008, Zapatero afirmaba que «la economía española atraviesa un momento excelente que prolonga ya un largo periodo».
También entonces se calificaban de «alarmistas» y «catastrofistas» las advertencias del PP.
Ahora, sin embargo, cuando los datos evidencian día tras día la situación de crisis, ya sí se habla de «desaceleración» y se han aprobado medidas económicas para hacer frente a la difícil coyuntura.
Con el paro ha sucedido lo mismo.
Antes de las elecciones el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, calificaba las subidas del paro de dato «coyuntural». La realidad hoy, reconocida por el Gabinete de Zapatero, es no sólo que el paro sube, sino que seguirá subiendo. Solbes ha admitido que «el aumento de paro, quizás, se está acelerando». Y el ministro Corbacho ha pronosticado que habrá «destrucción de empleo» hasta el segundo semestre de 2009.

- Políticas sociales
En relación con la inmigración, durante la pasada Legislatura el Ejecutivo hizo caso omiso de las advertencias tanto desde dentro y como desde fuera de España le habían hecho acerca de las consecuencias que conllevaría del proceso extraordinario de regularización.
Zapatero mantuvo que con ese proceso se iba a terminar con la inmigración irregular, con el trabajo irregular y con la falta de derechos, hasta el punto de que España sería la «envidia de Europa».
Ahora el Gobierno ha decidido que su discurso de inmigración se base en la firmeza. Rubalcaba llegó a decir que «si somos laxos con la inmigración ilegal, no hay quien la pare».
Y Corbacho y De la Vega han apuntado en esa misma línea.

En relación a la violencia de género, ha sido también después de las elecciones cuando el Gobierno ha reconocido que la ley aprobada hace cuatro años «no está teniendo en el corto plazo los resultados que nos gustaría». Por tanto, se ha mostrado abierto a introducir cambios en una normativa que hasta anteayer era presentada como el poderoso instrumento para erradicar de forma definitiva «la dominación que sufren tantas mujeres».

- Política hidráulica.
Durante la pasada Legislatura el Gobierno anunció en reiteradas ocasiones que acabaría con el problema de la sequía. «Pronto tendremos en nuestras manos solucionar para siempre la escasez de agua», afirmaba Zapatero hace dos años.
Antes del 9 de marzo convirtió en una de sus banderas el rechazo a los trasvases. «Mientras yo sea presidente no habrá trasvase del Ebro», garantizó Zapatero el pasado 2 de marzo.
Una vez celebradas las elecciones el Ejecutivo ha admitido el fracaso de su política de agua y ante la urgencia de la sequía ha aprobado un trasvase de agua del Ebro a Barcelona, aunque evitando utilizar en todo momento la palabra trasvase, “aprueba una conducción de urgencia de agua del Ebro a Barcelona”.

- Financiación.
En el debate de la financiación autonómica, la posición es contradictoria. Después de comprometer con la aprobación del Estatuto de Cataluña una serie de prerrogativas para esa comunidad, ahora el Gobierno se encuentra ante el problema de aprobar un modelo que contemple las aspiraciones de la Generalitat, pero también las del resto de comunidades autónomas, entre ellas las socialistas, que reclaman al Ejecutivo «solidaridad». El Gobierno se encuentra ante el problema de aprobar un modelo que contemple las aspiraciones de la Generalitat.

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