miércoles, 18 de mayo de 2011

Mitos (discutidos y discutibles)

Memoria histórica: ya el término es un fraude, como ha explicado Gustavo Bueno. Un fraude compuesto de otros muchos:
La Transición se basó en el olvido o silenciamiento de la guerra.
Falso. Nunca se ha escrito más sobre ella que en estos años. Se basó en el acuerdo de no usar el pasado para envenenar el presente. Acuerdo nunca cumplido por la izquierda y los secesionistas.

Durante 40 años se ha exaltado a las víctimas de un bando.
Ahora corresponde a los de otro, para hacer justicia.
Sandez. Durante cinco siglos han llevado la voz cantante los cristianos, ¿ahora corresponde a los musulmanes, para “hacer justicia”? Además: el libro de Schlayer nunca se tradujo hasta ahora; la Causa General no volvió a editarse desde los años 40. Son las izquierdas y los secesio-nistas quienes empapan aquellos hechos de visceralidad y emotividad emponzoñada.

Las víctimas del franquismo defendían la democracia.
Sí. La democracia de Stalin y otras por el estilo.

El franquismo causó miles de víctimas entre las izquierdas.
Cierto, también al revés. Y también las izquierdas se asesinaron entre sí con entusiasmo. Siempre se olvida.

El franquismo causó miles de víctimas después de la guerra.
Pero en una alta proporción eran chequistas y otros asesinos sádicos. Otros eran inocentes. Para estos señores son todos lo mismo, “víctimas”.

El franquismo se cebó en sus enemigos.
Se cebó sobre todo en los chequistas que habían sido abandonados completamente por sus jefes. Sus jefes. Que sólo se preocuparon de ponerse a salvo con inmensos tesoros expoliados.

La guerra acabó con la democracia.
Al revés: la destrucción de la democracia ocasionó la guerra y la dictadura posterior. Y fue el Frente Popular quien la destruyó, quien destruyó la ley.

Los españoles somos muy cainitas.
Como cualquier otro pueblo cuando la ley cae por tierra. La ley nos permite convivir en paz y en libertad, y su arrasamiento trae las atrocidades. Una lección mal aprendida, según vemos.

Las embajadas salvaron miles de vidas. Recuerdo ingrato.
Schlayer salvó cientos de vidas, arriesgando la suya. Otro recuerdo ingrato.
Los políticos de Torrelodones, donde vivió Schlayer, se han opuesto a dedicar una calle o un modesto monumento a aquel campeón humanitario. Lo normal.

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