"¿Lo sabrá esto Garaikoetxea?"
JUAN MARI GASTACA - Bilbao - 10/05/2011
En un receso de la reunión que aquella tarde mantenían en San Sebastián representantes de los tres sectores políticos que forman Bildu, uno de ellos preguntó en voz baja a su compañero más próximo:
"¿Le habrán contado a [Carlos] Garaikoetxea el programa electoral que está saliendo?".
Y es que sectores de la izquierda abertzale y de Alternatiba se siguen sorprendiendo "con el aprendizaje a galope" que demuestran sus compañeros de Eusko Alkartasuna (EA) para asumir "sin mayores problemas" el ideario de la nueva coalición radical. Las únicas tensiones internas se han producido por discrepancias de EA en las posiciones de salida asignadas a algunos de sus candidatos. Y es que en este aspecto tan crucial la izquierda radical siempre ha tenido la última palabra.
El programa de la coalición es mucho más izquierdista que el habitual de EA.
La convivencia entre dos culturas política y personal tan diferentes como las que aportan EA y la izquierda abertzale se ha salvado con una sumisión benevolente por parte del partido escindido en su día del PNV. "Lo aceptan todo según se les propone".
Y eso que en el programa electoral de Bildu, cerrado hace ya mes y medio, figuran cuestiones como la exigencia de la laicidad de sus representantes políticos en los actos religiosos, antagónica con el credo ideológico de EA, donde militan incluso destacados miembros del Opus Dei, así como una concepción pública de las cajas vascas y apostar por reforzar el aeropuerto de Biarritz para quienes viajen a Guipúzcoa.
El programa de Bildu para las elecciones del 22-M se ha ido estructurando en niveles territoriales "nacionales", con cuestiones de mayor calado ideológico, y locales, en las que se aportan "las especificidades de cada municipio", pero siempre "con un marcado acento socialista", mucho más "duro" que el perfil socialdemócrata que acompaña a EA, según reconoce uno de los asesores de la coalición.
La coincidencia entre la izquierda abertzale y Alternatiba -una escisión de Ezker Batua (EB)- en cuestiones esenciales ha dejado, además, escaso margen de maniobra a su tercer socio en la coalición, representado en la mayoría de las reuniones por delegados sin una trayectoria política curtida.
En este contexto, en la coalición ha sorprendido cómo EA admitía el rechazo expreso a la ampliación del puerto exterior de Pasajes, la infraestructura más ambiciosa de Guipúzcoa, que tiene el apoyo de su Diputación foral y del sector empresarial.
EA, eso sí, plantó cara a la izquierda abertzale cuando se trataba de confeccionar listas en algunos municipios que consideraba "propios", como Azpeitia y Zarautz, en Guipúzcoa. Fueron los momentos de mayor tensión, pero los independientes acabaron por decidir. Tan solo el pulso cayó del lado de EA en las listas de Deba (Guipúzcoa) y de Muskiz (Vizcaya), donde conservan la alcaldía, pero a costa de concurrir en solitario.
Este clima de entendimiento en la coalición no garantiza necesariamente un respaldo electoral en bloque de los afiliados y simpatizantes de EA a Bildu "porque cada pueblo es una historia diferente", admite uno de sus miembros. De hecho, la nueva marca abertzale reconoce que el PNV acogerá los votos de quienes no aciertan a digerir la deriva identitaria del partido de Garaikoetxea. En las autonómicas de 2009, EA pagó con una crisis interna su apuesta soberanista.
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