lunes, 2 de mayo de 2011

Atrapados en el bucle. Fernando Garea. El País.

"La causa de la causa es causa del mal causado", dice el aforismo jurídico y por mencionar solo los acontecimientos de los últimos meses, el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, quiso descabalgar a Tomás Gómez como candidato para poner a Trinidad Jiménez; la resistencia de Gómez provocó las primarias y el PSOE intentó hacer de la necesidad virtud haciendo alarde de democracia interna. Ganó el candidato que, según Alfredo Pérez Rubalcaba, tenía como principal activo el haberse enfrentado a Zapatero y que, según todas las encuestas, tendría menos opciones que su rival. Y se dijo que las primarias darían impulso al candidato y reforzaría su liderazgo. A la luz de la encuesta, si ese argumento fuera cierto y las primarias fueran tan positivas, la pregunta es si Gómez superaría el 20% si Zapatero no hubiera intentado descabalgarle.

O quizás las primarias no tienen necesariamente tal efecto positivo en los resultados electorales. Siempre han tenido riesgo, desde Almunia y Borrell hasta nuestros días, y tal vez por eso la dirección del PSOE intenta evitarlas siempre que puede. En el caso de Gómez es obvio que no le han dado ese impulso del que se hablaba cuando el partido se vio forzado a convocarlas.

Se cuenta estos días que Felipe González está molesto con el aparato del PSOE porque él rechaza las primarias y por eso no hará tanta campaña como estaba previsto. Datos como el de la encuesta de Metroscopia, si se confirmaran el 22 de mayo, cargarían de razón a quienes cuestionan la utilidad de las primarias. Y darían argumentos a quienes patrocinan un acuerdo previo entre los dos posibles candidatos para evitar la confrontación. Aunque si hay primarias para sustituir a Zapatero volverán las declaraciones de dirigentes asegurando que reforzarán el liderazgo del ganador y le impulsarán para las generales.

Si se confirmara el 22-M el resultado de la encuesta en la Comunidad de Madrid, el hombre que le dijo no a Zapatero tendría difícil echarle la culpa a otros del hundimiento. Y los otros tendrían de nuevo la tentación en breve de volver a la casilla de salida y, durante la próxima legislatura, promover la sustitución de Gómez al frente del partido para colocar a otro "galáctico" (José Andrés Torres Mora, dixit). Así, el PSOE seguiría en Madrid atrapado en un bucle: si mantiene al líder que ha fracasado se arriesga a otra derrota y si intenta sustituirlo volverá a las andadas, hasta el siguiente fracaso. Consumiendo candidatos y soluciones imaginativas, como la de Trinidad Jiménez o la de Miguel Sebastián en el Ayuntamiento. Lo malo es que el PSOE da por descontada la derrota en Madrid y su fracaso o su éxito se medirá en otras comunidades, como Castilla-La Mancha.
Y lo peor para los socialistas es que todo lo anterior, con matices como el de la celebración de las primarias, es aplicable a la Comunidad Valenciana, Castilla y León, Murcia o La Rioja donde el PSOE parece resignado a la derrota. El PP arrasa en esas comunidades casi por incomparecencia del contrario y hasta puede permitirse presentar candidaturas lideradas por imputados por cohecho en esas comunidades.

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