miércoles, 9 de abril de 2008

Rosa Díez frente a Zapatero

La "cola" del debate de investidura ofrecía este año un aliciente especial: el debate entre el candidato a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y la solitaria representante de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), Rosa Díez.

En el año 2000, tras la debacle electoral que forzó la dimisión de Joaquín Almunia, se enfrentaron por la secretaría general del PSOE. Ganó Zapatero y Díez comenzó un progresivo desmarque de las posiciones del nuevo líder de su partido, considerándole cada vez más entregado a la causa de los nacionalismos radicales. En 2004 volvió a presentarse al Parlamento Europeo, en el que llevaba desde 1999, y su oposición a Zapatero ganó enteros hasta ser abierta y pública, declaraciones y escritos en la prensa incluidos: la negociación política con ETA había terminado de separarles.

En 2007 abandonó el cargo y el PSOE y fundó UPyD, y el éxito que para el pequeño partido supuso el escaño obtenido el 9-M tuvo un refrendo este miércoles en su esperado rifirrafe parlamentario con su ex compañero de partido. Que sirvió además para resucitar un debate que ha transcurrido por caminos muy trillados.

Las razones de un "no", ironías y sarcasmos
La representante de UPyD anunció su voto contrario a la investidura de Zapatero porque se debe a los ciudadanos que la votaron y ellos no le han dado "un cheque en blanco". Y como Díez le había pedido al aspirante que, en coherencia con el Estado de las autonomías, ponga en práctica también la autonomía del Estado y del Gobierno del Estado, Zapatero en su último turno quiso hacer un chiste con eso y le espetó a la diputada que su mejor oportunidad para contribuir a la autonomía del Gobierno central era votar a favor de su investidura. Un remate que intentó llevar el humor a la Cámara tras su tenso intercambio de opiniones, pues si un voto afirmativo no podía esperar el presidente en 2008, era el de Rosa Díez.

Entre la intervención inicial de Díez y el colofón chistoso de Zapatero, el intercambio de ideas se centró sobre todo en torno la idea de igualdad entres los españoles. La representante de UPyD criticó por ejemplo las diferencias salariales de los funcionarios en función de su comunidad autónoma, los distintos modelos educativos o los servicios que se prestan a los ciudadanos, como el sanitario.

Zapatero admitió que dichos problemas son producto de la descentralización, pero alegó que son los ciudadanos los que juzgan las prioridades de los distintos gobiernos autonómicos cada cuatro años en las elecciones. El candidato socialista insistió en que "la centralización es una de las fábrica más notables de la desigualdad social", y puntualizó que "confundir centralización con igualdad me parece un problema de fundamentos teóricos serio". Esgrimió los datos de un informe de la Unión Europea en el que se describe a España como "el país en que hay menos desigualdades" pese a ser el más descentralizado de la Unión. En su opinión, "la autonomía política ha sido un factor de igualacion progresiva".

En su réplica, Díez insistió en que su intención no es plantear una elección entre autonomía o centralismo, sino propugnar, "sin complejos ni hipotecas", reformas que pueden ser "incluso constitucionales": "Yo no he defendido la desaparición de las autonomías, me gusta tanto la autonomía que quiero más autonomía para usted, para su gobierno", ironizó dando pie a la posterior respuesta, también irónica, de su rival.

Pero Zapatero tenía preparado, junto a la ironía, el sarcasmo, dado que en un momento del debate quiso reprochar implícitamente a Rosa Díez que abandonase sus filas: "¿Sabe donde aprendí a respetar a todas las formaciones políticas, las antiguas y las nuevas? Yo lo aprendí en el Partido Socialista". Esta firmación fue acogida con un fuerte aplauso de los diputados del PSOE, que se la tienen guardada a su ex dirigente, pese a la buena disposición que exhibió hacia ella José Blanco en las primeras negociaciones parlamentarias de la legislatura.

La negociación con ETA
Rosa Díez anunció que apoyará "un pacto de Estado para la derrota de ETA y cualquier forma de terrorismo", pero no quiso obviar la actitud del Gobierno negociando políticamente con la banda durante la pasada legislatura. Por eso una de las cosas que reivindicó fue una Justicia independiente "que combata cualquier forma de legitimación del terrorismo" y no dé bandazos como que "un fiscal general nombrado por el Gobierno pueda desmontar la Ley de Partidos permitiendo la vuelta a las instituciones de nuevas franquicias de ETA como ANV".

Hoy "no estaríamos lamentando lo que está ocurriendo en Mondragón si su anterior Gobierno no hubiera maniobrado y manipulado a la justicia durante su disparatado e inútil proceso de paz para permitir la vuelta a la inmunidad del brazo político del terrorismo", remató: porque la lucha contra el terrorismo "exige no solo eficacia policial, también exige deslegitimar eficazmente toda su historia y todos sus objetivos" a través de un pacto "abierto a todos pero suscrito imprescindiblemente por el partido en el Gobierno y el que es la alternativa".

Zapatero quiso de nuevo hurgar en la herida y trayendo a colación el PSE en el que militó en su día Rosa Díez, el presidente le contestó que "el resultado electoral del 9 de marzo en el País Vasco es un factor extraordinario de esperanza hacia ese arrinconamiento ideológico de ETA".

El rifirrafe tuvo, pues, momentos brillantes y descargó las respectivas ganas que se tenían ambos contendientes. Promete dar más de sí a medida que avance la legislatura y UPyD vaya perfilando desde el Congreso un programa de izquierdas alternativo al PSOE.

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