sábado, 19 de abril de 2008

Mi querida España, esa España mía, esa España nuestra.


Algunos podrán pensar que tengo una fijación con el Trasvase del Ebro.

No es así. Lo utilizo por su actualidad, pero sobre todo por ser la "Evidencia de la España en la que vivimos".

Se podría hacer lo mismo con la Justicia (¿habría motivo?), con la Educación (necesitaría de muchas horas), la articulación del Estado (una locura), las relaciones internacionales y el papel de España en Europa (mejor no hablar)...


Con el título "Desplazando el agua del Ebro", José María Carrascal dice:

La política de Zapatero se compone de un 60 por ciento de imagen, un 30 por ciento de mentiras y un 10 por ciento de chiste.

Algún lector me advertirá que imagen y mentira vienen a ser lo mismo. Lo son, pero mientras la imagen conserva una apariencia de realidad, la mentira la niega, convirtiéndose en chiste o chascarrillo.

Los esfuerzos para enmascarar el trasvase del Ebro semejan ya una broma.

Trasvase, según el diccionario, es pasar un líquido de un lugar a otro. Pero llevar el agua del Ebro a Barcelona se ha llamado transferencia, conexión, desvío, desplazamiento del agua, y la vicepresidenta, en jarras, ha ordenado «No es trasvase», poniendo firmes a todos, Real Academia incluida.

Mentir es una adicción más profunda que la del fumar o la droga, ya que el mentiroso crónico acaba creyendo sus mentiras, al tiempo que se ve obligado a seguir mintiendo para que no se le venga encima el cúmulo de falsedades que ha levantado.

Lo que le convierte en paria social, al no creérsele ni las pocas veces que dice la verdad. Pero cuando es un Gobierno quien se instala en la mentira, la entera sociedad sufre, perdida la confianza en sus instituciones, mientras suena el grito de «¡Sálvese quién pueda!», característico de los países en decadencia. El cómico cinismo con que nuestro Gobierno niega el trasvase del Ebro mientras lo firma, nos hace temer que el segundo mandato de Zapatero sea parecido al anterior, sólo que más hipócrita. No importa quién haya salido ni entrado. Todos tendrán que mentir porque la mentira llega de arriba. España no ha llegado aún al «sálvese quien pueda», pero con otros cuatro años de mentira institucionalizada posiblemente llegue, e incluso podremos saber cuando ocurrirá: cuando Rubalcaba abandone el Gobierno. Y ha estado ya a punto de hacerlo.
Vienen estas reflexiones a cuento de las negociaciones que se traen PP y PSOE. Nada celebraríamos más que la colaboración de los dos grandes partidos en los temas de Estado, siempre que sea amplia y sincera, no un mero reparto de poderes. Ojo, por tanto, el PP.

El presidente todavía no nos ha pedido perdón por haber dicho que se había acabado el diálogo con ETA cuando seguía hablando con ella, ni por haber permitido que entrase en los ayuntamientos vascos una ANV que ahora quiere echar, ni por haber calificado de turbulencia pasajera la crisis económica que se nos venía encima. Lo que autoriza a sospechar que piensa seguir engañándonos. Aunque repito, nada me agradaría más que equivocarme y que el cambio de clima político no sea una estratagema gubernamental para continuar lo mismo, ahora con el apoyo del principal partido de la oposición, como antes lo hizo con los pequeños.
Pues a la realidad no se la engaña tan fácilmente como al PP y a los españoles. Una mentira, por mucho que se repita, no se convierte en verdad, como un trasvase no deja de ser trasvase por más sinónimos que le busquen".


Un ejemplo, ya no señalado por Carrascal.

Marcelino Iglesias asegura ahora que la «conducción» no toca la cuenca del Ebro
*.- Primero aseguró que dimitiría si algún día se producía el trasvase del Ebro bajo un mandato socialista.
*.- Luego encargó un «informe jurídico» ante el anuncio del llamado minitrasvase del Ebro a Barcelona.
*.- Y ahora dice que no se trata de un trasvase, sino sólo de una «conducción».
El presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, se mostró ayer entusiasta frente a la obra hidráulica, ya que, dijo, «técnica y jurídicamente» no es un trasvase y «no toca la cuenca del Ebro». Afirmó que el decreto aprobado por el Consejo de Ministros «no habla de trasvase» y que tiene «todos los informes jurídicos de la Abogacía del Estado que dicen que no toca ni interfiere en la cuenca del Ebro».

El dirigente socialista aragonés señaló que el Gobierno «ha encontrado una solución sin necesidad de detraer un sólo litro» del Ebro, «reasignando» los derechos que desde el año 1981 tenía la Generalitat catalana sobre los excedentes para el riego que «no se utilizaban».

Afirmó también que «el único problema» de abastecimiento humano que existe actualmente en España «es Barcelona», ya que «en Levante no hay ni una sola población desabastecida».



No hay comentarios: