jueves, 13 de octubre de 2011

La década de 1970 fue de vino y rosas para los bancos occidentales y para Latinoamérica, pero cuando los tipos de interés empezaron a crecer la fiesta se acabó.

SANTIAGO NIÑO-BECERRA . ABC.
La década de 1970 fue de vino y rosas para los bancos occidentales y para Latinoamérica, pero cuando los tipos de interés empezaron a crecer la fiesta se acabó. Verano del 82: México declara la suspensión de pagos de su deuda. A partir de aquí, planes de refinanciación, de ajuste, de reestructuración.


El negocio de la deuda no se halla en la recuperación del principal prestado sino en los intereses, y en que haya «dificultad» de pago. Cuando eso llega comienza una catarata de «conversaciones». El negocio es doble: los principales se mantienen como activos y los intereses son ingresos. ¿Han visto el film The International? (Tom Tykwer, 2009): no importa que no tenga un centavo el general golpista al que el banco va a financiar las armas que necesita; lo que el banco solicita es el control de la deuda que ese país va a emitir tras el golpe de estado.


Supongo que ya tendrán una idea de dónde estamos. La banca de Alemania, Francia y Reino Unido acumula 1,54 billones de dólares de deuda de Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia. ¿España? La banca española posee el 65,4% de la deuda de Portugal. Bien, a lo que íbamos, los PIIGS, ¿pueden pagar su deuda?.


Por lo que antes decíamos, tanto da: lo importante es que paguen los intereses; el problema llega cuando el pago de los intereses se hace imposible porque el modelo se rompe; y en eso estamos. La refinanciación es factible cuando el deudor genera flujos de fondos que permiten que la rueda siga girando. La crisis sistémica en la que estamos ha roto el modelo y lo que están mostrando los focos es que prácticamente nadie puede pagar todo lo que debe: ni países, ni empresas, ni familias. ¿La solución?, refinanciar la deuda, ¡naturalmente!

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