Juan Velarde, catedrático emérito de Economía, reflexiona sobre el falso paradigma de que el hiperlocalismo es sagrado.
ABRAHAM COCO.- 08/10/2011 ABC.
—Ha sido necesaria una crisis económica como la actual para constatar que es inviable llevar trenes de alta velocidad e infraestructuras de primer nivel a cada ciudad...
—Era un disparate porque los medios son limitados. No podíamos seguir por ese camino insensato. Lo que necesitamos son ferrocarriles de mercancías, y no de viajeros.
—Ahora es recurrente criticar casos como el del aeropuerto de Ciudad Real. ¿Por qué no se alzaba la voz cuando se estaba construyendo?.
—Y no solo. Esa serie de AVE por todas partes y aeropuertos absurdos carecen absolutamente de sentido. Los economistas ya lo alertábamos. Sabíamos muy bien algo que nos habían enseñado Aschauer o, en España, Perpiñá Grau en 1935. Las infraestructuras que no tienen rendimiento son infraestructuras que cargan sobre el país. La relación del capital (la inversión en infraestructura) y la renta de esa infraestructura son una relación baja, y estábamos haciendo toda una serie de obras con una relación altísima de capital-producto.
—¿Abrir embajadas autonómicas es el culmen del hiperlocalismo?.
—Es una consecuencia partidista y separatista, carísima y carente de sentido, solo para sentirse importante. ¿Acaso territorios como Baviera tienen embajada en Madrid? Se utiliza también para influir sobre los votantes emigrantes que están en esos sitios porque es un mecanismo de influencia mucho mayor.
—¿Tanto hiperlocalismo ha ocultado, como escribía el domingo el historiador Manuel Lucena, «monopolios, chanchullos y mafias»?.
—Los intervencionismos excesivos derivados de los planteamientos localistas lo que están generando son unos mecanismos de corrupción tremendos. Buena parte de la culpa de la corrupción actual se deriva de él.
—¿De qué forma se puede luchar contra el hiperlocalismo?.
—Recordando a la gente que eso hay que pagarlo, que sale de su bolsillo, y estudiando en serio la historia de los países. Cuando uno se encuentra en Nueva York, no lo miran por ser asturiano, catalán, gallego o andaluz, sino por ser español. España, como conjunto, influye en el exterior.
—¿Este es un mal propio de España o sucede también en otros países?.
—El hiperlocalismo estaba vinculado al feudalismo y se lo llevaron por delante la Revolución Francesa y el liberalismo en el siglo XIX, con la famosa frase de la Constitución francesa de «la nación, una e indivisible». Volver al hiperlocalismo es retroceder históricamente.
sábado, 8 de octubre de 2011
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