El problema de la refinanciación es el grado de fiabilidad del deudor. Una deuda es un problema de confianza y, si se pierde, no hay refinanciación posible.
—¿Es posible refinanciar toda deuda, tal y como parece creerse?.
—Es obvio que no y la prueba de ello es lo que está sucediendo en los mercados internacionales. El problema de la refinanciación es el grado de fiabilidad del deudor. Una deuda es un problema de confianza y, si se pierde, no hay refinanciación posible.
—¿Cómo se puede impedir que la deuda continúe a alza?.
—La deuda soberana puede aumentar por dos razones: el pago de los intereses inasumibles o el déficit presupuestario.
De entrada, la única salida que hay para contener la deuda es tener superávit primario. El problema de España ahora es que ni siquiera puede atender al pago de intereses. Aunque no pida créditos nuevos, solo ya la refinanciación de los intereses hace subir el importe de la deuda. Eso vuelve la deuda explosiva. Aunque no hagas nada, aumenta por sí sola.
—¿De qué forma se puede generar superávit primario?.
—Los estudios basados en lo sucedido en otros países es que las consolidaciones fiscales son más eficaces si se hacen reduciendo gastos que si se hacen aumentando ingresos. La consolidación fiscal, cuando se hace por la vía de subir los impuestos, afecta negativamente al crecimiento, pues resta recursos al sector privado. Para aumentar la recaudación hay que conseguir que el país crezca. La subida de impuestos en una economía como la nuestra en una situación de debilidad extrema no es muy recomendable.
—¿Qué habría que hacer para frenar la deuda pública?.
—Establecer un techo máximo de gasto y promover la racionalización en la gestión en las administraciones territoriales. Hay que revisar el modelo de financiación autonómica, recortar la corresponsabilidad fiscal, e impedir los mecanismos actuales por los que las autonomías no tienen incentivos para ahorrar porque el Estado les acaba financiado todo su agujero.
—¿Se está hipotecando el futuro de las próximas generaciones?.
—La mejor forma de no comprometer a las generaciones futuras es no dejarles deudas. El endeudamiento, al final, se paga con impuestos y, o los pagamos nosotros o lo harán nuestros hijos. La deuda es pelotear los impuestos al futuro y, en lugar de dejarles a nuestros hijos un patrimonio, dejarles deudas que habrá que resolver.
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