Alegoría de "la Alianza de las civilizaciones de ZP" encontrada en Internet. |
"Y dale con la paz.
Esa palabra no se le cae de la boca a Zapatero aunque haya mandado barcos y aviones a la guerra de Libia, aunque Gadafi esté bombardeando a sus compatriotas con bombas de racimo fabricadas en España.
Pero donde al presidente le gusta más hablar de paz es, como ayer, en el País Vasco y refiriéndose al terrorismo; un contexto en el que la pazzzzzzz zapaterista es el eufemismo que sirve para eludir la mención a la derrota de ETA, el único final posible sin menoscabar la dignidad de las víctimas y del Estado.
Derrota sin condiciones ni paliativos: rendición, disolución y entrega de armas.
A cambio de nada, y menos de vista gorda a la reconversión política de sus cómplices.
Derrota con vencidos —y vencedores—, sin armisticio ni contrapartidas; derrota completa, absoluta, diáfana.
Un concepto sencillo de entender que sin embargo jamás formula de modo explícito el jefe del Gobierno, cuya retórica tiene como límite más terminante el ambiguo sintagma del «fin de la violencia». Parece como si le diese reparo ganar del todo, ahora que lo tiene tan cerca.
Porque esa parte del trabajo está bien hecha.
Gracias al eficaz empuje de las fuerzas de seguridad, ETA se encuentra en situación de absoluta precariedad operativa, en fase de liquidación: débil, infiltrada, aislada, desorganizada, errática.
Queda apenas un puñado de pistoleros, buena parte de ellos localizados, y algunos son agentes de la Guardia Civil o de los servicios de inteligencia.
Su desarticulación completa es una hipótesis verosímil a medio plazo sin necesidad de abrir ninguna vía de rescate político que justifique en cierta medida su actividad criminal.
¿Por qué, entonces, tanto interés en diluir el sentido de la indefectible victoria, tanta esperanza —hasta el momento vana— en la regeneración democrática del entorno civil del terrorismo?.
¿Qué prisa existe detrás de ese empeño en convertira Batasuna que se atisba en el lenguaje de algunos dirigentes del Partido Socialista y que da pie a los recelos de la oposición y de los colectivos de víctimas?.
Hay ocasiones en que el Gobierno y el PSOE obran la paradoja de desmentir con palabras lo que consiguen con hechos.
Y ese continuo discurso de mano tendida abre sospechas sobre la voluntad de transformar la victoria policial en una componenda política.
Durante años ha funcionado la estrategia de unidad y firmeza: aquí estamos, a este lado de la ley, y bienvenido el que se atreva a cruzar la raya.
Para los demás, la cárcel y el aislamiento social. Ahora da la sensación de que hay ansiedad por abrir los brazos de manera amistosa a los conversos, incluso acercándoles la línea roja para que estén más cómodos. Y no se entiende bien tanta impaciencia, porque sería sin duda una mezquindad pensar que ese apremio por el abstracto «fin de la violencia» tiene que ver con la proximidad del concreto fin de la legislatura".
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