“La experiencia de Carabanchel me dio gratuitamente tres lecciones que no esperaba recibir.
*.- La primera, que la libertad de expresión, sin libertad interior de pensamiento, sólo sirve para transmitir como propias, las opiniones que otros fabrican en su propio interés.
*.- La segunda, que el gran obstáculo a la libertad de pensamiento no lo pone la censura exterior de los enemigos de la libertad, sino el prejuicio interior que nos atenaza a las ideas recibidas de quienes, en la brillante historia del pensamiento político y en el acuciante presente de la acción liberadora, se presentan, o nos son presentados, como libertadores de la humanidad.
*.-La tercera, que la propia libertad es una fuente de impotencia política si no está garantizada con la libertad de los enemigos de la libertad.
La fuerza de estas tres lecciones no está en la consistencia intelectual que las sostiene, ni en la energía moral que encierran, sino en el hecho de que pueden ser deducidas, por cualquiera, de la propia experiencia personal y cotidiana.
Gracias a esta experiencia liberadora de prejuicios que me proporcionó la cárcel de Carabanchel logré una libertad interior de pensamiento –que no tenía cuando me metió en ella el primer Gobierno de la Monarquía- con la que abordar el espinoso asunto de la pretendida autonomía cultural de las nacionalidades y la solución democrática al problema español de Cataluña y el País Vasco, y también al menos acuciante de Galicia.”
(Antonio García-Trevijano. “Del hecho nacional a la conciencia de España o el discurso de la República”.
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