miércoles, 19 de enero de 2011

¿Qué pinta el Rey?

La identificación de Monarquía con Aristocracia y de República con Democracia hoy no se sostiene.
La Monarquía constitucional española goza hoy de mayor prestigio y adhesión popular que el resto de las instituciones políticas.
El papel del rey el 23-F, haciendo uso de su función de garante de la Constitución, ha robustecido su imagen. La Monarquía existente en España tras la promulgación de la Constitución es nueva en su esencia, en sus funciones y en su legitimidad, que le viene derivada de la propia Constitución.
El Rey de España tiene menos facultades que las demás monarquías europeas, salvo Suecia. Las constituciones belga, holandesa y danesa confieren el Poder Legislativo al Rey y al Parlamento, como la Constitución española de 1876, mientras que el poder ejecutivo corresponde a aquél, aparentemente en solitario.
En la práctica, también hay que decir que ello se corresponde con el ejercicio práctico del poder por parte de los reyes de estos países.
Pero, en cualquier caso, es un hecho que no tienen los límites que al Rey de España le asigna la Constitución de 1978.
*.-  El Rey de España asume la más alta representación estatal en las relaciones internacionales, pero no decide sobre la política exterior.
*.- El Rey de España tiene el mando supremo de las Fuerzas Armadas pero, en la práctica, no las dirige personalmente, ya que en su lugar lo hace el Gobierno.
*.-  El Rey ejerce el derecho de gracia, pero ello no concede al monarca una facultad discrecional, ya que tiene que ejercerlo con arreglo a la ley y con refrendo del Gobierno.
*.- El Poder Judicial es independiente.
*.- Al Rey le corresponde el alto patronazgo de las Reales Academias, pero su mecenazgo cultural no es ejecutivo.
*.- El Rey es un supra partes, con referencia a los demás partidos y en relación con los diversos territorios integrados en la Corona.
Es, en definitiva, el símbolo de la unidad y permanencia del Estado. Cumple una función -no escrita, pero real- de integración de las Comunidades Autónomas en la unidad del Estado.


*.- El Rey modera y arbitra el funcionamiento regular de las instituciones.
*.- Su responsabilidad está marcada por el refrendo, lo que constituye una de las mayores sutilezas del derecho constitucional contemporáneo. Aquella fórmula británica de la Monarquía constitucional, «El Rey no puede obrar mal», está bien presente. Churchill reprochaba a los políticos españoles de la Restauración que «no existía contra los políticos ese pacto rígido, que es un pacto de honor entre todos los partidos políticos de la Gran Bretaña de escudar a la Corona contra todas impopularidad o censura». Hoy, el refrendo acredita que el Rey ha actuado conforme a los principios constitucionales y el refrendante asume la responsabilidad.
En conclusión, la Monarquía constitucional española no tiene poder, si por poder entendemos el ejercicio de competencias recabadas jurídicamente para sí de forma excluyente, y decisorias respecto a cualquier problema de Estado.
Pero, al mismo tiempo, tiene una incuestionable función simbólica y una no menos indiscutible capacidad de influencia política como lubrificante del funcionamiento institucional, que se proyecta a través de las más variadas vías, ya que su figura es punto de referencia de las instituciones estatales y de la ciudadanía en general.
Pero la Constitución no cubre todos los rincones de una problemática semoviente.
Torres del Moral ha subrayado el flanco más débil que presenta hoy la Monarquía constitucional española, como las demás europeas, el flanco mediático.
La Monarquía hoy no será juzgada en términos de responsabilidad política, con el refrendo como sombra protectora, pero sí por el fantasma de la opinión pública permanente observadora del ámbito jurídico-privado: familia, matrimonio, derecho sucesorio... en un mundo en el que los media están haciendo estragos. Con la libertad de información y expresión desbocadas en un mercado ávido consumidor de morbo y basura, se impondría algún tipo de garantías constitucionales de protección para la vida privada de la Familia Real. Mientras tanto, la prudencia tiene que ser extrema.
Por RICARDO GARCÍA CÁRCEL. Catedrático de Historia Moderna.Universidad Autónoma de Barcelona

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que la ciudadania tenga que soportar una institucion del Estado monopolizada por un individuo y su familia, opaca, ajena al control parlamentario, judicial o social y sin responsabilidad no parece ser una aspiracion del ciudadano europeo, quiza si del saudi o del catari. No se que se podria pensar de alguna otra institucion estatal que tambien estuviera fuera del juego democratico Digamos, por seguir con este dislate politico, que el Ministerio de Justicia que fuera hereditario o que el Ministerio de Economia no tuviera responsabilidad politica y que ambos "Reales Ministerios" tuvieran amedrentada a la prensa para asi salvar su "estado de Gracia".