Isabel San Sebastián (El Mundo)
QUE EL ruido no nos impida recontar las papeletas. Aquí hay quien ha ganado las elecciones y también quien las ha perdido:
Primer ganador es sin duda Jaime Mayor Oreja, cabeza de la lista más votada, quien comparte su victoria con un monstruo de dimensión europea llamado abstención. Un fantasma que ha dejado en casa a más de la mitad de los llamados a las urnas, no tanto por desidia como por desencanto, y que se habría cebado con su formación tan duramente como lo ha hecho con el PSOE, de no ser porque él supo recuperar la unidad, cerrar heridas y sacar a relucir su valentía para reivindicar ciertos valores proscritos del discurso político imperante.
Ganador es igualmente Mariano Rajoy, aunque no se examinara, ya que el éxito de su candidato le afianza sin discusión como líder del PP hasta las próximas generales, en las que tendrá que demostrar si acierta o yerra al considerar estos comicios como un anticipo de su reválida. Haría bien en recordar, no obstante, el comprensiblemente satisfecho jefe de filas popular, que cualquier extrapolación de un resultado alcanzado con una participación inferior el 50% carece del menor fundamento, por más que sea un sueño bonito de soñar.
Ganadores pueden llamarse sin rubor Esperanza Aguirre y Francisco Camps, que han logrado transformar en sendos boomerangs las acusaciones lanzadas contra ellos por ciertos medios gubernamentales y barrer en sus respectivos feudos. Madrid (prácticamente en solitario) y Valencia (con el respaldo general) resisten al asalto del fango y salen fortalecidas del trance.
Gana así mismo Dolores de Cospedal, que se coloca en la pole position para alcanzar la presidencia de Castilla-La Mancha.
Gana, en definitiva, la gaviota, la primera prueba nacional tras la debacle de 2004.
Pierden, por este orden: Juan Fernando López Aguilar, que ni se creyó su papel, ni se estudió el guión, ni dio la talla exigida para el reto al que se enfrentaba. José Luis Rodríguez Zapatero, que dijo «jugársela» en este envite y ha salido trasquilado, aunque le falte grandeza para aceptar la derrota. Leire Pajín, a quien le viene grande el cargo. Bibiana Aído, que quiso utilizar el aborto como arma electoral y ha cosechado una sonora pitada (la web mujerescontraelaborto.com ha recogido en una semana más de 10.000 firmas femeninas contrarias a esta ley de muerte y sigue creciendo día a día.)
Pierden, en definitiva, los del puño y la rosa, víctimas de su ineptitud.
Primer ganador es sin duda Jaime Mayor Oreja, cabeza de la lista más votada, quien comparte su victoria con un monstruo de dimensión europea llamado abstención. Un fantasma que ha dejado en casa a más de la mitad de los llamados a las urnas, no tanto por desidia como por desencanto, y que se habría cebado con su formación tan duramente como lo ha hecho con el PSOE, de no ser porque él supo recuperar la unidad, cerrar heridas y sacar a relucir su valentía para reivindicar ciertos valores proscritos del discurso político imperante.
Ganador es igualmente Mariano Rajoy, aunque no se examinara, ya que el éxito de su candidato le afianza sin discusión como líder del PP hasta las próximas generales, en las que tendrá que demostrar si acierta o yerra al considerar estos comicios como un anticipo de su reválida. Haría bien en recordar, no obstante, el comprensiblemente satisfecho jefe de filas popular, que cualquier extrapolación de un resultado alcanzado con una participación inferior el 50% carece del menor fundamento, por más que sea un sueño bonito de soñar.
Ganadores pueden llamarse sin rubor Esperanza Aguirre y Francisco Camps, que han logrado transformar en sendos boomerangs las acusaciones lanzadas contra ellos por ciertos medios gubernamentales y barrer en sus respectivos feudos. Madrid (prácticamente en solitario) y Valencia (con el respaldo general) resisten al asalto del fango y salen fortalecidas del trance.
Gana así mismo Dolores de Cospedal, que se coloca en la pole position para alcanzar la presidencia de Castilla-La Mancha.
Gana, en definitiva, la gaviota, la primera prueba nacional tras la debacle de 2004.
Pierden, por este orden: Juan Fernando López Aguilar, que ni se creyó su papel, ni se estudió el guión, ni dio la talla exigida para el reto al que se enfrentaba. José Luis Rodríguez Zapatero, que dijo «jugársela» en este envite y ha salido trasquilado, aunque le falte grandeza para aceptar la derrota. Leire Pajín, a quien le viene grande el cargo. Bibiana Aído, que quiso utilizar el aborto como arma electoral y ha cosechado una sonora pitada (la web mujerescontraelaborto.com ha recogido en una semana más de 10.000 firmas femeninas contrarias a esta ley de muerte y sigue creciendo día a día.)
Pierden, en definitiva, los del puño y la rosa, víctimas de su ineptitud.
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