Leo en El País.
El Consejo de Ministros de ayer marca un cambio de tendencia en la política económica española. Si desde 1996 los Gobiernos sucesivos mantuvieron el principio de que era posible bajar impuestos y, al mismo tiempo, mantener la calidad de los servicios públicos y las prestaciones sociales, las subidas de los impuestos especiales que gravan los combustibles y el tabaco entre el 7% y el 10% preludian una nueva etapa política en la que será necesario elevar la imposición para hacer frente a los costes de la recesión económica. Los indicios de este cambio de política se aprecian además en la decisión de reducir la aplicación de las devoluciones de 400 euros a las rentas más bajas, la reducción del techo de gasto público en el 4,5% sobre el límite de 2009 y la advertencia realizada por la vicepresidenta Fernández de la Vega de que en la elaboración del Presupuesto para el año que viene se revisarán varios tributos, previsiblemente al alza.
El tratamiento de la crisis económica ha exigido aumentar el gasto público hasta límites insostenibles con la presión impositiva actual, heredera de la competencia desatada entre el PP y el PSOE para ofrecer a los votantes impuestos directos cada vez más reducidos e impuestos indirectos prácticamente congelados. Las previsiones de déficit público para este año y el próximo, difundidas ayer por el Gobierno, reflejan perfectamente ese coste. En 2009 el déficit de las administraciones públicas escalará hasta el escalofriante porcentaje de casi el 10% del PIB y hasta el 7,9% en 2010, para hacer frente al aumento de las inversiones públicas, los planes de estímulo de la demanda y el desbordamiento de los costes sociales provocados por el desempleo. Y no es remedio suficiente aplicar recortes del gasto público, mal que le pese al portavoz económico del PP Cristóbal Montoro, porque están creciendo a gran velocidad los costes del desempleo. Parece muy razonable dar por terminada la época de la competencia fiscal a la baja. Otros Gobiernos europeos ya lo han hecho. Y conviene recordar que la fiscalidad española de los combustibles es más baja que la europea, por lo que tiene recorrido para subir la imposición especial.
Ésta no fue la única dosis de realismo económico que se inyectó el Gobierno. También revisó el cuadro macroeconómico para 2009 y 2010. De acuerdo con esa revisión, el PIB se contraerá este año en el 3,6% y en el 0,3% durante 2010; la tasa de paro llegará al 17,9% durante 2009 y aumentará al 18,9% en 2010. En principio, presentan una lógica más consistente que las predicciones anteriores. Para empezar, reconocen explícitamente que no se puede saltar desde un ejercicio recesivo, el de 2009, a otro consecutivo con crecimiento positivo, como pretendía el equipo económico anterior. Las tasas elevadas de paro ratifican que el Gobierno acepta que la recuperación económica en España no podrá anunciarse hasta principios de 2011 y ya se verá si, incluso en fecha tan tardía, se avanzan crecimientos en torno al 2% compatibles con aumentos del empleo neto.
El tratamiento de la crisis económica ha exigido aumentar el gasto público hasta límites insostenibles con la presión impositiva actual, heredera de la competencia desatada entre el PP y el PSOE para ofrecer a los votantes impuestos directos cada vez más reducidos e impuestos indirectos prácticamente congelados. Las previsiones de déficit público para este año y el próximo, difundidas ayer por el Gobierno, reflejan perfectamente ese coste. En 2009 el déficit de las administraciones públicas escalará hasta el escalofriante porcentaje de casi el 10% del PIB y hasta el 7,9% en 2010, para hacer frente al aumento de las inversiones públicas, los planes de estímulo de la demanda y el desbordamiento de los costes sociales provocados por el desempleo. Y no es remedio suficiente aplicar recortes del gasto público, mal que le pese al portavoz económico del PP Cristóbal Montoro, porque están creciendo a gran velocidad los costes del desempleo. Parece muy razonable dar por terminada la época de la competencia fiscal a la baja. Otros Gobiernos europeos ya lo han hecho. Y conviene recordar que la fiscalidad española de los combustibles es más baja que la europea, por lo que tiene recorrido para subir la imposición especial.
Ésta no fue la única dosis de realismo económico que se inyectó el Gobierno. También revisó el cuadro macroeconómico para 2009 y 2010. De acuerdo con esa revisión, el PIB se contraerá este año en el 3,6% y en el 0,3% durante 2010; la tasa de paro llegará al 17,9% durante 2009 y aumentará al 18,9% en 2010. En principio, presentan una lógica más consistente que las predicciones anteriores. Para empezar, reconocen explícitamente que no se puede saltar desde un ejercicio recesivo, el de 2009, a otro consecutivo con crecimiento positivo, como pretendía el equipo económico anterior. Las tasas elevadas de paro ratifican que el Gobierno acepta que la recuperación económica en España no podrá anunciarse hasta principios de 2011 y ya se verá si, incluso en fecha tan tardía, se avanzan crecimientos en torno al 2% compatibles con aumentos del empleo neto.
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