martes, 14 de junio de 2011
Opinión de alguien que no ha investigado la "HISTORIA".
FELIPE CRIADO BOADO - Santiago de Compostela, A Coruña - 14/06/2011
Entre todas las cosas que se han denunciado respecto al Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia, hay un aspecto que ha pasado inadvertido y que es también muy grave.
Me refiero al desmoronamiento de las condiciones de cientificidad de las humanidades.
Es indudable que las humanidades no pueden apelar a un criterio estándar de ciencia, que son disciplinas debatibles, interpretativas, que las certezas en ellas son pocas y siempre se constituyen intersubjetivamente, que no se pueden separar del contexto en el que razonan porque ellas mismas son, como cultura, una parte esencial de ese contexto.
Pero al lado de una definición "fuerte" de ciencia, hay otra concepción "debilitada", que funda la cientificidad posible en procedimientos tan básicos como el rigor con los datos empíricos, la teorización robusta, reflexiva y abierta a la crítica, la existencia de controles de calidad ajenos a los implicados en las investigaciones y publicaciones concretas, la revisión por pares y la anulación de los conflictos de interés.
Esto no es censura, sino aplicación del principio básico de que ninguna opinión subjetiva se puede asentar como razón objetiva por sí misma y sin pasar un proceso de validación social.
Todo esto se ha derrumbado en el caso del Diccionario con la complicidad de la RAH, que ha demostrado no creer en estos mecanismos cautelares y que ha argüido que aplicar estas normas sería practicar la censura.
Flaco favor han hecho a las docenas de colaboradores honestos que han firmado las diferentes entradas: cuando intenten reconocer sus aportaciones, simplemente se encontrarán con que no pueden porque no pueden probar la existencia de un control de calidad ajeno a ellos mismos.
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