sábado, 18 de junio de 2011

Del 15-M al 15-J (Gloria Lomana, La Razón)

Desde la Transición no se daban tantas fatídicas combinaciones.
Unos meses más y el legado de ZP pasará directamente al Guinness.
Hace ya un mes, en la jornada de reflexión, lo escribí en esta misma columna: «Esperemos que, tras el pretendido boicot al PP y el asalto simbólico a los bancos de Valencia y Cádiz, las movilizaciones del 15-M sigan siendo pacíficas.
Porque lo que sí sería una lástima es que lo que ha comenzado siendo la movida ilusoria de jóvenes utópicos acabe en siete días enredada entre okupas, antisistema, radicales y oportunistas».
Lástima, sí, porque exactamente así es como ha terminado.
Con la peor patulea acampada aún en la Puerta del Sol, con el asalto a un acto universitario del Príncipe, con el secuestro a los parlamentarios catalanes, con el boicot a la constitución de parlamentos y consistorios, y con algún oportunista infiltrado en la movida, como Cayo Lara, pescador, sin éxito, en río revuelto.
Éste es el cuadro y ya está al completo.
Bajo la pasividad del Ministerio del Interior, que, literalmente, no sabe por dónde atajar la indignación.
Difícil lo tiene el candidato del PSOE, porque la violencia genera un factor de imitación peligroso, que si no se detiene se multiplicará exponencialmente como estamos viendo.
El poli bueno que pretendía ser Rubalcaba tendrá que tornarse en poli malo o salir del Ministerio poniendo pies en polvorosa.
De momento este miércoles, el 15-J, hemos vivido el episodio más grave derivado del movimiento 15-M, como ha sido el secuestro del Parlamento de Cataluña, el más serio acaecido en España desde el 23 de febrero. De lo que los políticos tendrán que extraer lecciones, y cambiar si cabe algunos de sus «habituales»comportamientos. Porque, ¿acaso los ciudadanos entienden que Zapatero responda que «no» le preocupa la deriva del 15-M? ¿Acaso es razonable que el ministro del Interior huya de los periodistas sin dar explicaciones? ¿Acaso es sensato que el responsable del desastroso dispositivo policial del Parlament, Felip Puig, llegara al pleno en helicóptero y lo abandonara por el mismo procedimiento? Las redes sociales se han llenado de quejas contra este personaje, por enviar a la mayoría de los diputados al linchamiento colectivo, mientras él aterrizaba en el debate como si fuera a una promoción de una estrella de Hollywood. Hasta los Mossos infiltrados que mandó fueron descubiertos por los alborotadores. No se me ocurre una comedia de policias que supere semejante trama. De comedia estaríamos hablando si no fuera porque la realidad es extremadamente grave. La crisis económica sigue desbocada, la prima de riesgo se acerca a su máximo histórico, la parálisis política nos retrotrae a treinta años atrás, la irrelevancia de España en el mundo no tiene precedentes en democracia, la crisis institucional galopa de un organismo a otro, el Tribunal Constitucional ha reventado sus costuras y la calle arde, sin predecir cómo y cuándo acabarán las insurgencias. Desde la Transición no se habían dado tantas fatídicas combinaciones. Unos meses más y el legado de Zapatero pasará directamente al Guinness.

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