miércoles, 26 de septiembre de 2012

Plebiscito separatista.



CiU ha puesto ya las cartas sobre la mesa. Los demás deben hacer lo mismo, sobre todo el PSOE, factor inestable en los últimos años para la cohesión territorial
EL presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, anunció ayer el inevitable adelanto electoral para el 25 de noviembre.
Si Mas cumple su palabra, Convergència i Unió presentará por primera vez un programa electoral con una propuesta de autodeterminación, aunque sea mediante la celebración previa de un referéndum.
Antes que ser desbordado por la marea soberanista, Artur Mas ha preferido ponerse al frente de ella, arrancar de su coalición la etiqueta de «nacionalismo moderado» y embarcarse definitivamente en un movimiento político de extremismo separatista.
Ni siquiera Mas sabe en qué acabará -para él, para CiU y para Cataluña- esta temeridad histórica de lanzar a los catalanes por el camino a ninguna parte de la autodeterminación.
Puede servirle para enmascarar la quiebra de los servicios sociales de Cataluña o la torpe gestión del llamado «pacto fiscal». Esto es política a corto plazo y oportunista. Pero no habrá posibilidad alguna de que un resultado electoral favorable a la consulta separatista cambie el marco constitucional de la soberanía nacional y de la unidad de España. Tampoco hay posibilidad de pasar por encima de España y aspirar a que sea Europa la que avale la autodeterminación de Cataluña. Si de algo está escarmentado el Viejo Continente es del nacionalismo conflictivo y rupturista. El mensaje europeo está escrito: Cataluña está en Europa porque es parte de España. (Editorial de ABC)

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