JOSÉ MARÍA CARRASCAL (ABC)
Mientras CiU emprende el camino de la separación de
España, el PSOE resucita el federalismo. La crisis económica se nos ha quedado
pequeña.
LAS crisis igual hunden a un país que le permiten
deshacerse de todo aquello que lo lastra e iniciar una nueva etapa histórica.
Depende de la naturaleza de su pueblo. Porque hay pueblos a los que las crisis
unen, y los hay a los que las crisis rompen. El pueblo español, por desgracia,
pertenece al segundo grupo. Sobre las causas no voy a entrar, pero tal vez
tenga que ver con la renuencia a reconocer nuestros errores. La culpa siempre
es del otro. En cualquier caso, esta crisis está separando no sólo a los
catalanes del resto de los españoles, sino también el resto de los españoles
entre sí, como demuestran las manifestaciones en torno al Congreso pidiendo a
gritos y pedradas su disolución y la incapacidad de PP y PSOE de llegar a
acuerdos de mínimos.
Convencido de que «es tiempo de jugársela», Artur Más
lanza el órdago independentista por etapas: primero, nuevas elecciones, que
espera ganar por amplia mayoría y tomará como espaldarazo para «abrir un
proceso de autodeterminación». Luego, «será el pueblo catalán quien deba guiar
y con qué fuerza ese proceso», aunque sin hablar de referéndum. Todo ello
adobado con su larga lista de agravios: el recorte del estatuto, el desprecio
de su lengua, el expolio de sus arcas. Mentiras todas, pues se trata de
corresponsabilidad fiscal, de que sólo se recortó al nuevo estatuto las inconstitucionalidades
que contenía y de que si hay una lengua despreciada en Cataluña es el español.
Pero la mentira es inherente al nacionalismo como la espuma a la cerveza. ¿Qué
podemos hacer ante ello? Poco, pero firme. Ceder, nos está prohibido. Contraatacar,
agravaría las cosas. Los nacionalistas catalanes han emprendido un camino a
ningún sitio -por razones internas y externas- y sólo ellos pueden desandarlo.
Cumplir la ley y hacerla cumplir es nuestro único papel. Y recordar, como hace
Bruselas, que fuera de la ley sólo hay la jungla o el desierto. Si fuera una
partida de póquer, diríamos que Mas se ha tirado un farol sin ningún as en la
mano. Como se trata de nacionalismo, lo atribuimos a la enajenación mental
transitoria que provoca. Esperando que la realidad les despeje, aunque no
estando seguro de ello.
Tanto o más grave es la deriva federalista tomada por el
PSOE, por si no nos bastase el soberanismo catalán. ¿Pero no saben que el
federalismo sirve para unir estados separados, no para desunir los ya juntos?
¡Claro que lo saben! ¿A qué viene, entonces, resucitarlo? Pues para no formar
frente común con Rajoy. Lo han dicho abiertamente los socialistas catalanes:
cualquier cosa menos aliarse con el PP. Toda la política socialista se reduce a
eso: a oponerse al PP. Aunque favorezca a los independentistas. Lo hicieron con
Zapatero y lo hacen con Rubalcaba. A fin de cuentas, fue su vicepresidente. Y
ése sí que es un problema, pues si lo de CiU es insolidaridad, lo del PSOE es
deslealtad.
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