SESIÓN DE INVESTIDURA. DISCURSO ÍNTEGRO DE ZAPATERO
Señor Presidente, Señoras y Señores Diputados,Hoy nos sentamos en esta Cámara porque mañana hace un mes los españoles nos dieron su apoyo para representarles durante los próximos cuatro años.
Al depositar su voto nos encomendaron misiones distintas: a quien les habla y al Partido Socialista nos otorgaron una posición mayoritaria para responsabilizarnos del gobierno de España; a otras fuerzas políticas les encargaron ejercer la función de oposición y control del gobierno.
Por esa razón comparezco hoy ante esta Cámara para solicitar su confianza cumpliendo lo dispuesto en nuestra Constitución, y conforme a la propuesta realizada por Su Majestad el Rey.
Acudo a solicitar su confianza no solo para formar un gobierno y presidirlo, sino para impulsar una clara idea de España: un país próspero y a la vez decente; un país eficiente; un país unido y diverso; un país comprometido con la causa de la paz y en la lucha contra el cambio climático y la pobreza.
Pido su confianza para proseguir durante los cuatro próximos años el crecimiento y la prosperidad de España. Y para superar de la mano de empresarios y trabajadores la fase de desaceleración económica que atraviesa nuestra economía en el contexto mundial.
Pido su confianza para traducir ese crecimiento económico en crecimiento social, para generar más y mejor empleo; para alcanzar la definitiva igualdad entre hombres y mujeres –también en los salarios-.
Pido su confianza para lograr entre todos una administración eficiente, enteramente puesta al servicio de los ciudadanos para resolver sus problemas con agilidad.
Pido su confianza para forjar las instituciones que garanticen la unidad y encaucen la diversidad de un país unido y diverso como es España.
Pido su confianza para alcanzar mediante la unidad la victoria de la democracia frente al terrorismo, para disfrutar de una España más segura en sus calles, en las carreteras, en los centros de trabajo. Que plante cara al delito, a la imprudencia en la conducción, a los accidentes laborales.
Pido su confianza para alcanzar las cotas de educación y cultura que merece una gran potencia como es España.
Pido su confianza para ahondar en nuestro empeño europeísta, para defender la legalidad internacional, para combatir en primera línea contra el cambio climático, la pobreza y a favor de la paz.
Pido su confianza para llevar adelante esta idea de España. Y para hacerlo sumando el mayor número posible de voluntades, gobernando para todos, en diálogo con todos, con respeto a todos.
ECONOMIA.
Señor Presidente, Señoras y Señores Diputados,
En el discurso de investidura de 2004 comprometí una acción de gobierno orientada a la modernización y el impulso de nuestra economía.
En los últimos cuatro años hemos crecido más y hemos creado más empleo que cualquier otra economía de nuestro entorno. Hemos sabido ser fieles al compromiso de estabilidad presupuestaria. Hemos sido capaces de ahorrar y de disminuir la deuda pública. Y, por todo ello, en 2008, España tiene una economía más fuerte que en 2004.
Es cierto que, desde hace algún tiempo, muchos españoles se interrogan por el futuro de nuestra economía y sienten incertidumbre. Son conscientes de que, en un mundo globalizado, el cambio en la situación económica internacional deja sentir sus efectos en todos los rincones del mundo. También entre nosotros. Viven la dificultad del crédito y las subidas de algunos precios. E incluso algunos han visto en riesgo sus empleos, especialmente en un sector, el de la construcción, sujeto hoy a un acusado ajuste.
Sus Señorías saben que la información disponible apunta a que el signo de la economía mundial y también de la economía española será, durante la primera fase de esta legislatura, distinto del que hemos conocido en los últimos cuatro años.
Las fortalezas de nuestra economía, son un buen amortiguador, pero no son un muro que nos aísle de las turbulencias de la economía mundial.
Vinculados como estamos con el resto de la economía global, la crisis que soporta EE UU, las dificultades de los mercados financieros internacionales y la llamada crisis de liquidez, la escalada de los precios del crudo (que se han multiplicado por cuatro en los últimos cuatro años) y de muchas materias primas y alimentos en los mercados internacionales, dejan sentir sus efectos entre nosotros. Y estos factores se conjugan, en el caso de España, con las dificultades del sector de la construcción de vivienda y con la acumulación a lo largo de los últimos lustros de algunos desequilibrios, fundamentalmente el déficit por cuenta corriente y el diferencial de inflación.
Ello dibuja un panorama para la primera fase de esta nueva legislatura con tasas de crecimiento inferiores a las del pasado cuatrienio y un comportamiento del empleo menos favorable que el de los últimos años.
Ese es el panorama más inmediato para nuestra economía, pero no es un horizonte prolongado, sino transitorio. Por eso, los españoles deben tener la seguridad de que, superado ese paréntesis, a medio plazo, se restablecerán las constantes de la pasada Legislatura y, conforme anuncian todos los organismos internacionales, retornaremos a elevadas tasas de crecimiento y reanudaremos con vigor la generación de empleo.
La repercusión de la crisis mundial sobre nuestra economía estará amortiguada porque nuestro país afronta esta coyuntura en buena situación, con unos fundamentos económicos robustos.
Tenemos además la oportunidad de utilizar este reto para reforzar nuestra capacidad de crecimiento y mejora del bienestar de los ciudadanos. Lo lograremos si somos capaces de articular las políticas y respuestas adecuadas.
Para ello, todos, Gobierno, oposición, Comunidades Autónomas y entes locales, sindicatos, organizaciones empresariales, agentes económicos en general, tendremos que estar a la altura. Deberemos apoyarnos en las fortalezas de nuestra economía y desarrollar una política económica que contribuya al crecimiento. Deberemos ser aún más exigentes en un nuevo entorno en el que la demanda interna jugará un menor papel y donde los factores de crecimiento dependerán del incremento de la productividad y de nuestra competitividad.
Señorías, esto va a ser tarea de todos. Y estamos en condiciones de conseguirlo.
Para ello, la política económica del Gobierno irá dirigida a reforzar las capacidades de crecimiento de nuestra economía.
Y lo haremos guiándonos por tres principios esenciales:
1.Una política fiscal y presupuestaria cauta y prudente.
2.Una política económica que refuerce la competitividad de nuestro aparato productivo y reduzca de forma paulatina nuestro diferencial de inflación y
3.Un diálogo permanente con los agentes económicos que involucre a todos quienes tenemos responsabilidades en el devenir económico de nuestro país.
En el ámbito de la política presupuestaria, los superávits acumulados en los últimos años permitirán absorber el impacto que una menor actividad en la economía pudiera tener sobre los ingresos públicos y el aumento de algunos gastos ligados a la protección social sin necesidad ni de subir impuestos ni de imponer recortes sociales.
También será imprescindible seguir capitalizando nuestra economía en sus tres vertientes: capital físico, capital humano y capital tecnológico. Es una apuesta a largo plazo, fundamental para acelerar el aumento de la productividad y, por lo tanto, de nuestra capacidad de crecimiento futuro.
Y seguiremos comprometidos con la estabilidad macroeconómica y fiscal, conscientes de la importancia y del valor que han aportado al desarrollo de la economía española en los últimos años.
Este es el marco en que se inscribirá la acción económica del gobierno a lo largo del conjunto de la legislatura. Pero de una forma inmediata, el Gobierno adoptará, en la misma semana de su constitución, medidas para hacer frente a la desaceleración económica.
Ante todo, pondremos en marcha la deducción de 400 euros en el IRPF para los pensionistas, asalariados y autónomos. Supondrá una ayuda importante para las familias españolas y un impulso, a nivel agregado, para nuestra economía.
En segundo lugar, se favorecerá a las empresas con un adelanto en las devoluciones del IVA, que les permitirá recuperar el impuesto soportado con mayor celeridad.
Asimismo, adoptaremos un conjunto de medidas concretas en el sector de la construcción, que serán objeto de una inmediata Conferencia Sectorial de Vivienda.
•Se reducirá la carga fiscal de la rehabilitación de vivienda.
•Se acelerará la licitación de obra pública.
•Se promocionará la rehabilitación de edificios y el aumento de su eficiencia energética.
•Se ampliará el aval público para los bonos de titulización que tengan como subyacente créditos para la adquisición de VPO.
•Se pondrá en marcha un plan especial de recolocación de parados del sector de la construcción y un refuerzo de la cobertura de desempleo para los trabajadores en situación de mayor necesidad.
•Se facilitará la ampliación del plazo de la hipoteca, sin coste adicional, para las familias en situación de especial dificultad.
Sin embargo, Señorías, este conjunto de medidas a corto plazo no deben distraernos de los retos a medio plazo, principalmente el reto de incrementar la productividad y reforzar el potencial productivo español.
No son desafíos nuevos. Los diagnosticamos en 2004, aunque ya entonces advertimos que requerían una acción de gobierno que además de enérgica fuera persistente, y por eso debía extenderse durante un periodo prolongado.
El sector de I+D+i recibirá un nuevo impulso pues consolidaremos lo ya logrado con el Programa Ingenio 2010, evaluando de forma exigente sus resultados y reforzaremos de nuevo la inversión pública, al tiempo que procuramos movilizar también la máxima inversión privada en investigación y desarrollo.
Continuaremos elevando la inversión en infraestructuras, en línea con lo previsto en el Plan estatal de Infraestructuras del Transporte (PEIT), velando a la vez por el impacto medioambiental del transporte y por su aportación a la cohesión territorial y a la competitividad de nuestras empresas.
Promoveremos el aumento de la competencia en el sector servicios, a través de una transposición exigente y eficaz de la Directiva Europea de Servicios, a la que se sumarán otras medidas de flexibilización de la actividad profesional, con actuaciones selectivas en el ámbito de los transportes y las telecomunicaciones. Este aumento de la competencia debe impulsar el dinamismo y la eficiencia en estos sectores lo que además de atenuar las presiones inflacionistas puede hacer que absorban parte de los recursos productivos que libere la construcción.
Junto a ello, comprometemos una reducción en un 30 por ciento de las cargas administrativas para las empresas, con el fin de dar todas las facilidades en su relación con la Administración, tanto en el momento de su creación como a lo largo de toda su actividad ulterior.
En materia de capital humano, intensificaremos el esfuerzo presupuestario en educación con atención primordial al sistema de becas, que continuaremos incrementando en número y cuantía, y dotando los recursos necesarios para satisfacer al completo la demanda de plazas de los menores de 3 años.
El marco fiscal conocerá una nueva puesta al día que comportará la desaparición del Impuesto de Patrimonio y la actualización del Impuesto de Sucesiones y Donaciones que soportan sobre todo las clases medias. Un Segundo Plan de lucha contra el fraude, deberá mejorar los buenos resultados obtenidos en la legislatura anterior.
Impulsaremos, en el marco del diálogo con los agentes sociales, nuevas reformas en el ámbito laboral y de Seguridad Social.
Promoveremos también medidas para favorecer las actividades generadoras de empleo, persistiremos en la promoción del empleo femenino y juvenil y articularemos políticas para reducir la temporalidad de nuestro mercado laboral hasta el 25%.
Es decir, se mantendrán los planes de inversión productiva y de cohesión social. Y lo haremos además sin aumentar los impuestos. Antes bien, se reducirán dentro de los márgenes que permita la estabilidad presupuestaria a lo largo del ciclo. Es una opción que pocos países se pueden permitir.
Señorías,
En los últimos cuatro años hemos sentado las bases para un cambio de modelo de crecimiento de nuestra economía que nos acercara a los países más avanzados del mundo.
Los acontecimientos de los últimos meses no sólo hacen este cambio de modelo más necesario; lo hacen más acuciante. Y esa es una tarea que no corresponde sólo al Gobierno, sino a todos los agentes económicos. Y solo puede tener éxito en un entorno de entendimiento, diálogo y colaboración.
Por todo ello, nos proponemos establecer un Gran Acuerdo Económico y Social que abarque, desde luego, al mercado de trabajo, pero que incluya también a los asuntos que influyen en la competitividad de nuestro tejido productivo.
Esa es, señorías, mi idea de España: un país próspero, que genera la riqueza duradera que es la que brota de la inteligencia y no de la explotación de la naturaleza ni de la mano de obra barata y descalificada.
Un país próspero y además un país decente, porque distribuye con equilibrio la riqueza que genera.
POLITICA SOCIAL.
Decente porque sus ciudadanos son solidarios con quienes más necesidades tienen. Decente porque en él todos los ciudadanos y ciudadanas, de cualquier condición, cuentan con los mismos derechos, no sólo sobre el papel, sino en el día a día. Y decente porque regula con rigor y trata con respeto a quienes vienen legalmente para labrar entre nosotros y junto a nosotros un futuro mejor para sí mismos y para sus hijos.
Señorías, mi idea de España es la de un país ejemplar por sus políticas sociales, una nación admirada por sus políticas de igualdad entre hombres y mujeres; una sociedad que destierra cualquier discriminación.
Debemos afrontar con realismo un período de desaceleración económica que se extenderá a lo largo de la primera parte de la legislatura pero el Gobierno que aspiro a presidir no sacrificará sus políticas sociales ni abdicará de su afán de progreso social.
No tengan ninguna duda, señorías: si alguien merecerá atención especial durante el período en que nuestra economía crezca menos, serán quienes carezcan de empleo; serán quienes viven de una pensión; serán los discapacitados; serán los trabajadores con salarios bajos; serán las víctimas de la violencia.
Es sabido que ante coyunturas económicas adversas existen dos caminos: uno busca la salida en los recortes sociales; otro en la solidaridad. Creo resueltamente en el segundo camino.
Mi idea de España es la de un país que supera unido las dificultades, una sociedad que no abandona a nadie en el infortunio. No, señorías, no habrá recortes en derechos sociales: al contrario, seguiremos ampliando derechos y políticas sociales.
Elevaremos el salario mínimo a los 800 euros, desde los 600 euros que alcanzamos en la pasada legislatura, y lo haremos en diálogo con los empresarios y con los trabajadores.
Mi idea de España es la de un país en la que sus mayores viven con dignidad. Un país decente respeta y dignifica a sus mayores. Es también mi compromiso para la legislatura aumentar las pensiones de jubilación con cónyuge a cargo hasta los 850 euros al mes; y hasta los 700 euros las pensiones de viudedad para mayores de 65 años.
En la pasada legislatura pusimos los cimientos legales del cuarto pilar del Estado de Bienestar: la atención a la Dependencia. Esta Legislatura será la de su desarrollo: atenderemos a 650.000 personas dependientes y a sus familias. Y seguiremos aportando solidariamente recursos para hacerlo posible. Ya están dotados 871 millones en 2008 y en 2009 serán 1.200. Un país decente, señorías, asiste a quienes no pueden valerse por sí solos y ampara a sus familias.
Mi idea de España es la de un país que no frustra las expectativas de quien necesita acceder a bienes básicos, como una vivienda.
Es una exigencia que asumo con decisión, aunar los intereses de los promotores y constructores en reactivar el sector inmobiliario, con los intereses de cientos de miles de ciudadanos que quieren, sencillamente, disfrutar de un hogar bien sea en propiedad o en alquiler.
Construcción de vivienda protegida, alquiler y rehabilitación serán las tres líneas para conjugar ambos intereses. Reitero mi compromiso de fomentar la construcción de un millón y medio de viviendas protegidas en diez años. Seguiremos impulsando las políticas de alquiler, y dando continuidad a la renta de emancipación que ya este año llegará a 360.000 jóvenes. Y fomentaremos la rehabilitación de casas, edificios y barrios, que genera empleo y es respetuosa con el medio ambiente.
En mi idea de España quienes viven en nuestros pueblos no están condenados a ser ciudadanos de segunda, y sus derechos deben ser tan reales y efectivos como los de los habitantes de la ciudad. Para ello promoveremos el Primer Plan Nacional de Desarrollo Rural Sostenible.
POLITICAS DE IGUALDAD.
Sr. Presidente, Señoras y Señores Diputados,
La igualdad es también una de las señas de identidad del país que con ustedes quiero seguir construyendo. Además de una exigencia constitucional, la igualdad debe ser una seña de identidad de la España sólida y cohesionada.
Presentaré a la Cámara una ley integral de igualdad de trato, que elimine la discriminación en todos los ámbitos y por cualquier motivo.
Acabemos, señorías, con la discriminación por la orientación sexual. Integremos plenamente a las personas con discapacidad para verlas por fin trabajando y viviendo con normalidad. Erradiquemos cualquier discriminación por razones religiosas o de ideología. Añadamos esta Ley de Igualdad de Trato a las leyes ya aprobadas de Igualdad entre hombres y mujeres y Contra la violencia de género, que han situado a España en la vanguardia internacional en derechos.
Mi idea de España es también la de un país en que izquierda y derecha pueden impulsar juntas avances en derechos y libertades. Les espero.
Un país digno, señorías, no tolera que el género decida la suerte de una persona. Un país decente no consiente que las mujeres queden un peldaño por debajo de los hombres en ningún ámbito de la vida: ni en el trabajo, ni en la política, ni en el ocio ni en la familia. En ninguno.
Por eso, la lucha contra la violencia de género, contra todo tipo de violación de los derechos de las mujeres; el apoyo al empleo femenino; las medidas de conciliación de la vida laboral y familiar; el apoyo a la corresponsabilidad en las cargas familiares; y la promoción de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social y política, seguirán siendo nuestros objetivos prioritarios en los próximos años.
El país que quiero no puede tolerar que cada semana muera una mujer por la violencia machista. La política desarrollada en la legislatura pasada ha servido para mejorar la situación de las mujeres víctimas de violencia, y para salvar muchas vidas. Pero no ha sido suficiente. Ahora tenemos que mejorar la coordinación de las Administraciones para detectar con prontitud los casos, prevenir, y proteger a las mujeres en cualquier rincón de España.
Quien se atreva a agredir a una mujer ha de saber que caerá sobre él el peso de la Ley. Que hacia él se dirigirá el desprecio y la reprobación de toda la sociedad. Cualquier cobarde que levante la mano a una mujer debe saber que no tiene enfrente a un ser desprotegido sino a 44 millones de personas dispuestas a plantarle cara.
Pondré también mi empeño y el del Gobierno para que las mujeres que sufren sepan que estamos todos de su lado; que no han de tener miedo; que la denuncia no traerá más desvelos sino más tranquilidad; que no hay razones para resignarse, sino motivos para rebelarse en la defensa de la dignidad propia.
El Gobierno no puede abordar este problema solo. Necesitamos a las Comunidades Autónomas. Por eso una primera iniciativa será la convocatoria de una Conferencia de Presidentes para abordar el problema en toda su dimensión, y con visión de Estado.
Pero erradicar la violencia a largo plazo, exige trabajar intensamente por una sociedad que trate por igual a hombres y mujeres.
Nos vamos a implicar así activamente en la puesta en marcha de los planes de igualdad en las empresas, para lo que contaremos con los empresarios y con los trabajadores.
Vamos a combatir especialmente la más irritante de las discriminaciones laborales: la salarial. Un país digno, señorías, la España que ambiciono, no permite que una mujer cobre un solo euro menos que un hombre por hacer el mismo trabajo.
Vamos a seguir apoyando el empleo femenino, especialmente para las mujeres en la madurez, entre los 45 y los 64 años. Ellas sufren dificultades añadidas para encontrar empleo, en muchos casos después de haber dejado pasar oportunidades para atender a sus hijos. Trataremos de reducir en al menos un tercio la inactividad de estas mujeres. Para ello me propongo que sepan qué oportunidades de trabajo tienen, que puedan recibir buena formación para el empleo y que los empresarios que les den trabajo tengan bonificaciones adecuadas.
Mi idea de España es la de un país que fomenta la corresponsabilidad en la vida familiar. Hombres y mujeres que comparten tareas. Desde el Gobierno, se lo pondremos más fácil. Ampliaremos de dos a cuatro semanas el permiso de paternidad; generaremos prestaciones de seguridad social para los padres de menores hospitalizados; permitiremos que las jornadas laborales sean más cortas para quienes cuidan de sus hijos no sólo hasta que tienen ocho años, como hasta ahora, sino hasta los doce; y ayudaremos a las empresas a que creen escuelas infantiles para llegar a las 300.000 plazas que nos hemos propuesto como objetivo para que las parejas más jóvenes puedan conciliar su vida laboral y familiar.
En la España que yo quiero, nadie ha de verse obligado a elegir entre un empleo o un hijo.
Debemos también, señorías, dar garantías plenas a las mujeres que deciden, conforme a los derechos que les reconoce la ley actual, recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo. La ley dice lo que no pueden hacer ni ellas ni sus médicos; pero también dice lo que pueden hacer con pleno respeto a su intimidad y a su salud.
INMIGRACION.
Sr. Presidente, Señorías,
Hay quienes en la inmigración ven solo un problema. En mi idea de España, la inmigración regulada y ordenada es una oportunidad. Por eso, desde 2004 definimos como elemento clave en la política migratoria la relación laboral, el trabajo. Es el trabajo lo que posibilita la integración del inmigrante, lo que le permite convertirse en un componente más de una colectividad provisto de derechos y de obligaciones.
Por eso, desde hace cuatro años, quienes vienen a vivir entre nosotros han de hacerlo con empleo y de manera legal. Y sostengo que ese es el caso de la inmensa mayoría de los inmigrantes. Y mantengo además que con su trabajo contribuyen a nuestra riqueza económica, social y cultural.
Los análisis de los expertos coinciden en que la inmigración se ha convertido en España en un fenómeno estructural y no coyuntural, que juega un papel fundamental en nuestro crecimiento económico y en la sostenibilidad de nuestro modelo social; hasta el punto de contribuir a hacer sostenible nuestro sistema de pensiones.
Buscaremos, también en esto, el acuerdo. El acuerdo para cifrar nuestra capacidad de acogida. El acuerdo con los países de origen para que la contratación se haga allí preferiblemente. El acuerdo para asegurar la legalidad en la entrada. Y también el acuerdo para garantizar que quien aquí vive disfruta iguales derechos y está sujeto a iguales deberes que cualquier otro ciudadano. Esa es, precisamente, la política de inmigración que hemos hecho durante los últimos cuatro años. Y es la que seguiremos haciendo en los próximos cuatro, si cabe con mayor rigor y convicción. De acuerdo con las Comunidades Autónomas, y especialmente con aquellas que con más fuerza viven el impacto del fenómeno. Canarias es el mejor exponente.
Seguiremos reclamando y obtendremos la solidaridad de la Unión Europea. Quien llama a nuestra puerta está pidiendo también entrar en Europa. Y por eso, la protección de nuestras puertas concierne a toda Europa.
Seguiremos mejorando los controles de entrada y las expulsiones y repatriaciones. Desplegaremos más medios para controlar las fronteras. Combatiremos las redes de tráfico de personas.
Tendremos, en fin, que promover fórmulas nuevas que incentiven a los inmigrantes que puedan perder su trabajo en los próximos meses a volver a su país para desarrollar allí definitivamente su vida. La capitalización de la prestación de desempleo que hayan generado o la concesión de microcréditos son vías a explorar por el Gobierno con carácter inmediato.
Y también intensificaremos la cooperación con CC.AA. y Ayuntamientos para que ni un solo ciudadano se vea privado de cualquier derecho o ayuda social por la llegada de inmigrantes. Allá donde surjan nuevas necesidades sociales, deberán suplementarse los medios. Los servicios educativos y sanitarios y de toda índole serán redoblados allá donde se incremente la demanda.
UNA ESPAÑA EFICIENTE.
Sr. Presidente, Señorías,
La prosperidad sostenida de España, la consolidación de nuestro sistema de bienestar tienen un requisito esencial: la eficacia de nuestras administraciones, el buen funcionamiento de nuestros servicios públicos.
Esa es, desde luego, mi idea de España. Un país con una administración pública atenta al servicio de los ciudadanos, eficiente y ágil.
Señorías,
Nuestro modelo constitucional de Estado de las Autonomías atribuye a las instituciones centrales del Estado, competencias y responsabilidades muy relevantes.
No debemos olvidar que la Administración General del Estado y la Seguridad Social asume, y seguirá haciéndolo, más de la mitad del gasto público en España.
Y, precisamente, para seguir ejerciendo sus responsabilidades, y del mejor modo posible, mi Gobierno abordará una reforma de nuestra administración. Una reforma que estimule su capacidad de respuesta ágil a los ciudadanos, de impulso del resto de administraciones en políticas y esfuerzos conjuntos, y de propuesta e intervención en los marcos supranacionales que hoy son fundamentales.
JUSTICIA.
Señorías, esa reforma es necesaria, en primer lugar, en el ámbito de la Administración de Justicia.
La reforma de la Justicia se ha convertido en un objetivo crucial e inaplazable. No puede haber razón alguna, ni interés alguno, ni resistencia alguna, que prevalezcan sobre el clamor de los ciudadanos que piden, con todo derecho, una Justicia ágil, transparente, responsable y plenamente conforme a los valores constitucionales.
El diagnóstico sobre sus deficiencias está claro. Ahora hay que poner en juego la voluntad política para corregirlas, y además con el mayor consenso posible.
Para empezar, es preciso gobernar mejor el Poder Judicial.
Y gobernar mejor el Poder Judicial significa asegurar el trabajo eficiente, independiente y responsable de los jueces y tribunales.
Es al Consejo General del Poder Judicial a quien corresponde constitucionalmente velar porque así se haga. Le corresponde eso y no convertirse en escenario de una confrontación partidista que tiene su lugar, y muy legítimo, en otros foros, empezando por este Parlamento.
No nos vale de nada preguntarnos quién es el responsable de la imagen que los ciudadanos tienen de la Justicia y de su órgano de gobierno. Pero sí seremos todos responsables si no atajamos juntos los problemas desde su raíz.
Lo primero que hay que evitar, que todos debemos evitar, es que se produzcan situaciones de bloqueo institucional como la que hemos vivido. Por esta razón, como remedio excepcional, aseguraremos el cese efectivo del Consejo cuando concluya su mandato, y promoveremos, en todo caso, una elección de sus vocales transparente, avalada por la garantía democrática de su idoneidad y capacidad.
Desarrollaremos los Consejos de Justicia en las Comunidades Autónomas, de conformidad con el principio constitucional de unidad del Poder Judicial. Con ello, será posible un conocimiento más próximo de los problemas de la Administración de Justicia en cada territorio.
Es voluntad del Gobierno retomar, buscando el mayor apoyo parlamentario posible, las reformas de la Ley Orgánica del Poder Judicial y de las leyes procesales que no vieron la luz en la pasada legislatura. Y hacerlo con el objetivo fundamental de introducir en la Administración de Justicia un modelo de gestión propio de nuestros tiempos, con los medios técnicos, personales y materiales que resulten necesarios.
La reforma de la oficina judicial es un instrumento clave al respecto.
Una Justicia más ágil, accesible y transparente requiere una distribución racional de las cargas de trabajo. Por ello, promoveremos también la modificación de la Ley de Planta y Demarcación, y lo haremos de acuerdo con las Comunidades Autónomas.
Será preciso, igualmente, seguir invirtiendo en un ambicioso Plan de Nuevas Tecnologías, que facilitará los trámites y notificaciones, la interconexión integral de la información entre todos los responsables y el acceso de la ciudadanía a los asuntos judiciales.
Será necesario el fortalecimiento de los Tribunales Superiores de Justicia y, paralelamente, la modernización del recurso de casación, para que el Tribunal Supremo pueda ser el máximo órgano de unificación de doctrina y por tanto, garantía máxima de la igualdad de todos los ciudadanos en la aplicación de la Ley.
Señorías,
Me propongo, pues, si obtengo la confianza de Sus Señorías, impulsar las reformas orgánicas y procesales necesarias para poner el servicio público de la justicia, al menos, a la altura del nivel de bienestar que ha alcanzado nuestro país.
Y reitero, más allá de cualquier retórica exhortación al uso, mi voluntad de contar en esta tarea, de innegable envergadura y trascendencia, con todos los grupos de la Cámara, empezando por el mayor de la oposición, así como con la colaboración de un Consejo General del Poder Judicial plenamente consciente de su designio constitucional.
Porque no tengo ninguna duda, Señorías, de que nadie escatimará su colaboración leal para evitar la impotencia y el dolor que hemos vivido en estos días ante trágicos fallos del sistema que han permitido hechos que nunca debieron ocurrir y por los que todos nos sentimos deudores con quienes los han padecido.
Tengo una idea clara y en esa idea no caben fallos judiciales clamorosos, procedimientos que se eternizan ni un gobierno de la justicia que desatienda el derecho de los ciudadanos para ocuparse de asuntos corporativos o de controversias partidistas.
REFORMA ADMINISTRACION GENERAL DEL ESTADO.
Señorías, también estoy decidido a introducir reformas en la Administración General del Estado.
En la anterior Legislatura iniciamos ya este camino, con la aprobación del nuevo Estatuto Básico del Empleado Público, de la Ley de Agencias o de la Ley de acceso electrónico de los ciudadanos a las administraciones públicas.
Pero hay que ir más allá. Anuncio mi propósito de revisar la Ley del Gobierno, la Ley de Organización y Funcionamiento de la Administración General del Estado y la Ley que regula el régimen de la Administración y el Procedimiento Administrativo Común. Si las dos primeras nos permitirán adecuar sus estructuras a las nuevas realidades, la última estará destinada a revisar los procedimientos para ofrecer a los ciudadanos la respuesta más rápida y fundada posible a sus peticiones y reclamaciones.
Señorías,
La idea de España que defiendo es la de un país seguro. Un país donde los hombres y mujeres ejerzan su libertad protegidos por la seguridad pública; un espacio en que los derechos de ciudadanos, de peatones y conductores queden amparados frente a los irresponsables.
En la anterior legislatura, el Gobierno se comprometió a mejorar la seguridad de la sociedad española. Hemos aumentado en ese período el número de policías y guardias civiles y vamos a seguir incrementándolo, para llegar a los 140.000 efectivos estables. Como resultado, las tasas de delincuencia, sobre todo las de los delitos más graves, han descendido.
En esta línea de mejora de nuestra seguridad, el Gobierno propondrá una Estrategia Nacional de Seguridad, que remitiremos a esta Cámara, para definir objetivos, señalar prioridades, cuantificar dotaciones, asegurar colaboración y planificar los esfuerzos organizativos y presupuestarios.
Nuestro proyecto de seguridad se extiende también a la protección frente a las catástrofes naturales y el cambio climático. Vamos a impulsar una nueva Ley de Protección Civil que canalice la solidaridad entre las distintas administraciones y la acción efectiva y ágil, con todos los medios disponibles, ante emergencias. La Unidad Militar de Emergencias se desplegará por completo y se integrará en el sistema global de protección civil. En la España que quiero, señorías, no hay lugar para las disputas ni disquisiciones por competencias en medio de una emergencia.
Si ha existido una preocupación del Gobierno a lo largo de la pasada Legislatura en el ámbito de la seguridad ha sido detener el derroche de vidas humanas en nuestras carreteras. Los esfuerzos han dado fruto, aunque el balance no sea satisfactorio mientras se pierda una sola vida. Los cambios en el Código Penal y el nuevo carné por puntos, empiezan a dar resultados. Persistiremos en esta línea y dedicaremos una atención específica a la seguridad de los motoristas, impulsando la instalación de vallas seguras en todas las carreteras.
También queremos promover con decisión la atención a las víctimas de los accidentes, para lo que las oficinas de atención existentes ampliarán sus funciones para ofrecer servicios integrales.
La España por la que trabajaremos, Señorías, seguirá poniendo límites a esta sangría lamentable que sufrimos cada semana en nuestras carreteras.
TERRORISMO.
Señor Presidente,
En mi idea de España caben todas las ideologías imaginables; caben también todas las identidades. Lo que no cabe es el recurso a la coacción y al crimen para defender ninguna idea, ninguna identidad.
Señorias,
Gracias a la tenacidad de la democracia en estos treinta años ETA está más débil que nunca, por mucho que todavía tenga capacidad de matar como demostró hace tan sólo unas semanas al asesinar a Isaías Carrasco. Antes que él, también perdieron sus vidas, a manos de asesinos desalmados, Diego Armando Estacio, Carlos Alonso Palate, Raúl Centeno y Fernando Trapero. Todos merecen nuestro homenaje, al igual que todas las víctimas del terrorismo.
Quiero, en este momento solemne, agradecer la entrega y dedicación de Jueces, fiscales, policías y guardias civiles. También, la cooperación decisiva de Francia en la lucha contra el terrorismo.
Estamos, pues, más cerca del final de ETA. Pero no lo hemos logrado todavía.
La organización terrorista ha decidido continuar su brutal historia. Ha desaprovechado las oportunidades que la democracia, sin renunciar ni a uno solo de sus principios ni a una sola de sus reglas, les ha ofrecido en la Legislatura que acaba. Con ello, hacen más negro aun su destino.
Han desafiado la buena fe de una sociedad democrática, firme en sus convicciones y con coraje acreditado para defenderse de sus desafíos homicidas.
ETA solo tiene un destino poner fin a su barbarie criminal definitiva e incondicionalmente.
Confirmada la voluntad de ETA, debemos reafirmar la nuestra. Agradezco una vez más el apoyo que las fuerzas políticas parlamentarias dispensaron al Gobierno en la pasada Legislatura. Ahora lo reclamo para diseñar una estrategia antiterrorista compartida por todos los grupos de la Cámara. Insisto: quiero que sea de todos los grupos.
ESPAÑA UNIDA Y DIVERSA
Señorías,
La España en la que creo, la España que defiendo, es una España que extrae su riqueza de su diversidad. Es un país unido por su pasado, pero sobre todo unido por su futuro.
En mi idea de España nadie tiene más derechos que otro por nacer en uno u otro lugar. Pero tampoco nadie ve amenazada su identidad ni existe una forma única y obligatoria de ser y sentirse español.
En la legislatura anterior sentamos las bases de la actualización del marco normativo de las Comunidades Autónomas. Se aprobó la reforma de seis Estatutos de autonomía y se inició la modificación de otros.
En los próximos cuatro años, las Comunidades que lo deseen, y que no lo hayan proyectado aún, podrán culminar este proceso en sus respetivos ámbitos territoriales.
Se ha trazado ya, pues, el proceso de modernización y actualización de las Comunidades Autónomas, con el que todos debemos cumplir lealmente.
Y cumplir lealmente, para el Gobierno, significa contribuir a la aplicación y desarrollo de los Estatutos de autonomía en un marco de respeto, diálogo y cooperación institucionales.
Éstas serán nuestras pautas de actuación.
En materia de cooperación multilateral me propongo, Señorías, seguir impulsando la Conferencia de Presidentes, regulando la figura, y comprometiéndome a convocar, para alcanzar acuerdos concretos con las Comunidades, al menos tres Conferencias: sobre (1) prevención y atención a las víctimas de violencia de género, (2) mejora de nuestro sistema educativo y (3) lucha contra los efectos del cambio climático.
Señorías,
Una de las tareas más exigentes, complejas y necesarias de esta Legislatura, que afecta al Estado en su conjunto, es la aprobación de un nuevo sistema de financiación autonómica.
El Gobierno abordará la revisión del sistema. Por las razones apuntadas y para dar leal cumplimiento a las previsiones contenidas en los nuevos Estatutos.
Para esa negociación, el Gobierno parte de algunos principios esenciales.
Garantizaremos la nivelación de educación, sanidad y servicios sociales básicos en toda España.
Aumentaremos la cesión de impuestos y compensaremos las pérdidas en recaudación derivadas de la decisión del Gobierno de suprimir el impuesto de patrimonio y de revisar el impuesto de sucesiones y donaciones.
Potenciaremos la corresponsabilidad fiscal de las Comunidades, permitiendo espacios fiscales propios que posibiliten decisiones de mayor gasto que una Comunidad pueda adoptar por encima del mantenimiento de esos niveles de servicio mínimos comunes a todos.
Aseguraremos la suficiencia financiera de las Comunidades, pero también del Estado. Este mantendrá, al menos, el 50% del gasto público y, para asegurar la unidad de mercado, se reservará en exclusiva los recursos provenientes del Impuesto de Sociedades.
Son medidas necesarias para que esté en condiciones de satisfacer el mandato constitucional de suficiencia para el ejercicio de sus propias competencias, para la garantía de un mismo nivel de prestación de los servicios públicos fundamentales y para la expresión efectiva de la solidaridad.
ADMINISTRACIÓN LOCAL.
Señorías,
Además del nuevo sistema de financiación autonómica es necesario abordar la discusión de la situación financiera de las entidades locales y su necesaria reforma.
En la anterior Legislatura hicimos un esfuerzo de mejora de la financiación de los municipios incrementando en un 34 % las dotaciones al respecto, compensando a los ayuntamientos por la supresión del IAE, creando el Fondo de Solidaridad Municipal para garantizar una financiación mínima a los municipios con menos de 20.000 habitantes.
Pero es evidente que la situación financiera local requiere una reforma más estructural, vinculada a la del sistema general de financiación autonómica, que permita una financiación suficiente para los servicios que asumen los ayuntamientos. Y que permita también que, mediante su integración en los grandes planes nacionales, esos servicios garanticen su capacidad de atender a todos los ciudadanos y la mejora constante de su calidad.
Si alcanzamos ese acuerdo financiero, podremos también proceder a una reforma general del marco normativo local que permita clarificar su ámbito competencial, potenciar la cooperación entre entidades locales y agilizar también su actuación administrativa diaria.
UNA ESPAÑA EUROPEÍSTA, COMPROMETIDA CON LA PAZ.
Señor Presidente, Señorías,
Mi idea de España es la de un país inequívocamente europeo y europeísta. Puente de Europa con Iberoamérica. Defensor de la paz y la solución multilateral de los conflictos. Solidario y generoso en la lucha contra la pobreza.
Seguiremos trabajando por una Europa más eficaz, más integrada, más solidaria y más próspera, que actúe con mayor relevancia en el mundo y que promueva la paz y la estabilidad.
En el primer semestre de 2010, en el que ocuparemos la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, se nos presenta una oportunidad única para demostrar nuestro compromiso con este proyecto europeo.
Seguiremos cumpliendo con los objetivos de la Estrategia de Lisboa para hacer de España una economía más moderna y competitiva, orientada a la creación de empleo, a la sostenibilidad y a la cohesión social. España apostará firmemente por la innovación tecnológica de nuestra economía y preservará la financiación de las políticas agrícolas y de cohesión y el estatuto de Canarias como región ultraperiférica. El Gobierno seguirá participando también activamente en el desarrollo de la política europea contra el cambio climático, y contribuyendo a definir la nueva política europea de la energía. Si, como antes dije, necesitamos proteger mejor nuestras fronteras, que son también fronteras europeas, seguiremos reforzando la Agencia de Fronteras Exteriores, conocida como FRONTEX.
Queremos que en esta legislatura, y muy en particular en nuestra Presidencia, Europa gane peso e influencia en la escena internacional. Europa debe actuar como un factor de estabilidad y prosperidad en el área mediterránea, a través de la iniciativa del Proceso de Barcelona, que deberá dotarse de instituciones eficaces y de los recursos necesarios.
Iberoamérica ocupará una posición relevante entre nuestras prioridades. Trabajaremos para consolidar allí la democracia, para fortalecer la cohesión social, y para luchar contra la desigualdad y la pobreza.
Con Estados Unidos quisiéramos abrir un capítulo nuevo en nuestras relaciones: mirando al futuro, desde el respeto mutuo, para encarar juntos los retos comunes e intensificar nuestra cooperación.
En el ámbito del Mediterráneo, seguiremos trabajando también para garantizar la seguridad combatiendo el terrorismo y aumentando la cooperación policial y judicial; y fomentando el intercambio de la sociedad civil y creando un espacio compartido de educación, investigación e innovación.
Tras situarla en el primer plano de nuestra política exterior, me propongo en esta legislatura consolidar al África Subsahariana como nuevo eje de nuestra acción exterior, aprobando un nuevo Plan África 2008-2012 que produzca nuevos avances en los objetivos de consolidación de la paz y la democracia, cooperación para el desarrollo, política e institucional, cultural y económica, y cooperación en materia migratoria.
Nuestra política exterior seguirá promoviendo la solución multilateral de los conflictos. Preferimos la cooperación a la imposición. Defendemos la legalidad internacional frente a la arbitrariedad. Promoveremos la solidaridad y el respeto frente a los abusos hegemónicos.
Mi idea de España, señorías, es un país generoso y solidario en la lucha contra la pobreza. Por eso dedicaremos ya en 2012 el 0,7 por ciento de nuestro producto interior bruto a la ayuda oficial para el desarrollo.
La Organización de Naciones Unidas será nuestra inspiración en la política de cooperación, a través de sus Objetivos de Desarrollo del Milenio. La ONU también va a ser nuestra guía en la acción exterior de España, marcando nuestro apoyo a operaciones de mantenimiento de la paz en el mundo.
Para ello espero contar con la colaboración estrecha de este Congreso a quien corresponde, de acuerdo con la ley orgánica de la defensa nacional, autorizar el envío de misiones al exterior. En ellas, nuestros soldados, que cumplen una ejemplar tarea, nos engrandecen a todos. Por otra parte, y en aplicación de dicha ley, impulsaré el proceso de modernización de las Fuerzas Armadas, asegurando la mejora de sus condiciones profesionales y la dotación de los mejores medios.
RESPUESTAS ANTE LOS RETOS.
Señor Presidente, Señorías,
Durante largo tiempo, el objetivo al que aspiró nuestro país no pudo ser otro que el de tratar de recuperar el terreno perdido durante varios siglos. Ahora hemos avanzado rápidamente en pocas décadas y hoy nuestro empeño no está fijado en el pasado, sino proyectado hacia el futuro.
España puede competir ahora de verdad y puede hacerlo con buenas bazas y en buenas condiciones. Los españoles podemos aspirar a estar entre quienes afrontan y lideran los cambios sociales, económicos y medioambientales.
EDUCACIÓN E I+D+i
El primero de los recursos disponibles es el aprovechamiento del talento personal y el atesoramiento de capital humano. En la sociedad del conocimiento nada es más estratégico que contar con un sistema educativo de primer nivel.
Nadie puede sensatamente imaginarse que España sería lo que hoy es si su sistema educativo se correspondiera con la caricatura que en ocasiones se traza de él. España debe mucho a sus escuelas y a sus educadores, a sus universidades y a sus científicos.
Nuestra educación no va, pues, por detrás del país. Pero eso no basta, necesitamos ponerla claramente por delante. Necesitamos elevar el nivel de competencia de nuestros alumnos, proporcionar calidad equivalente para todos, hacer de la formación, y de la Formación Profesional, una actividad permanente, disponer de más inversión y recursos.
No son necesarias más leyes. Sí son necesarios más esfuerzos para igualar a nuestros jóvenes con los de los países líderes en habilidades básicas.
Vamos a combatir decididamente el abandono temprano. Nuestro horizonte es que 4 de cada 5 jóvenes continúen su formación después de la enseñanza obligatoria, bien en bachillerato o en formación profesional.
Vamos a poner en marcha Programas específicos para superar el nivel que hoy tenemos en el dominio de la lengua, en la competencia matemática, en el conocimiento del inglés.
Son cuestiones, todas ellas, que quiero proponer para su examen en una Conferencia de Presidentes próxima.
En el ámbito universitario, completaremos la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior. Y, por medio de la Estrategia Universidad 2015, acordada entre las Administraciones Educativas y las Universidades, destinaremos la financiación necesaria para lograr Universidades de excelencia que se sitúen entre las más atractivas y competitivas de Europa.
El compromiso con la Educación de todos los niveles quiere ser efectivo para todos. Por eso anuncio que ya desde este año se incrementará el esfuerzo presupuestario para promover la igualdad de oportunidades y favorecer el éxito de la capacidad y el esfuerzo: en la convocatoria de becas que aprobaremos la próxima semana, si obtenemos la confianza de la Cámara, subirá el número de becas y un 26% el umbral de renta exigido para disfrutarlas.
El esfuerzo en la formación de recursos humanos va indisolublemente unido a la capacidad para generar conocimiento e innovación, a la intensificación de la apuesta por consolidar un sistema de I+D+i de dimensión equivalente a nuestra potencia económica real y a nuestras exigencias para progresar en el futuro.
En la pasada legislatura multiplicamos casi por tres los recursos del Estado dedicados a mejorar su impacto sobre nuestra sociedad.
En los próximos cuatro años doblaremos de nuevo los recursos para ciencia e innovación, situándonos por primera vez en toda nuestra historia por encima de la media europea.
Cuatro años ante todo de apoyo e impulso a las empresas de base tecnológica y especialmente a los sectores como el biotecnológico, el de las tecnologías de información, los nuevos materiales, la nanotecnología o la aeroespacial. La innovación es el único camino para garantizar la competitividad de nuestra economía y hoy disponemos de una generación de emprendedores tecnológicos que están en disposición de actuar como líderes del cambio empresarial en nuestro país y en el resto de economías mundiales.
Aprobaremos asimismo un Estatuto del personal investigador público, e incorporaremos 50.000 personas al sistema de ciencia y tecnología, la mitad de ellos, al menos, en el sector empresarial.
En el campo específico de las Tecnologías de la Información y del Conocimiento, extenderemos hasta 2012 la vigencia del Plan Avanza, con una continua actualización de objetivos y actuaciones.
Aplicaremos, conforme a lo previsto, el llamado “apagón analógico” o si se prefiere el “encendido digital” en 2010 con la extensión definitiva de la Televisión Digital Terrestre, y aprobaremos la Ley destinada a regular el sector audiovisual, la ampliación de sus posibilidades y los medios para asegurar la tutela de la infancia y de los valores constitucionales de sus contenidos.
Este conjunto de reformas alcanzará también a la ordenación del sistema científico, con la aprobación de una Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación.
Esa es mi idea de España: un país volcado en la educación de sus jóvenes, volcado en la investigación, abierto a la innovación.
INFRAESTRUCTURAS
Señor Presidente, Señorías,
España no tendrá que esperar a 2012 para ser el primer país del mundo en kilómetros de tren de alta velocidad. Lo será en 2010. No tendremos que esperar a ser el país europeo con más kilómetros de autovías y autopistas. Lo somos ya.
La pasada Legislatura aprobamos el Plan Estratégico de Infraestructuras del Transporte, 2005-2020, que compromete una inversión total de 250.000 millones de euros, que se extiende a todas las modalidades de transporte y que nos convertirá en un país excelentemente comunicado.
En el ámbito más urbano, aprobaremos la Ley de Movilidad Urbana, y ejecutaremos a corto y medio plazo ambiciosos Planes de Cercanías para las grandes ciudades de nuestro país.
Mi idea de país contempla una España en red, donde cualquier punto puede considerarse central, próximo a los demás. Una España abierta al mundo, cohesionada por intereses comunes y animada por idéntico dinamismo y ambición de progreso.
CAMBIO CLIMÁTICO Y ENERGIA
Señorías,
El mundo necesita cambiar aceleradamente el modelo de desarrollo con el que hemos venido operando. El cambio climático constituye una amenaza cierta para nuestra forma de vida y para los recursos naturales, pero también es una gran oportunidad para poner en marcha una nueva fuente de recursos naturales a favor de un cambio de modelo de desarrollo.
Podemos y debemos convertirnos en aliados del cambio necesario, abrir oportunidades a una economía que se aleje del carbono, de la dependencia del petróleo, e incorpore más fuentes alternativas y renovables.
Tenemos que actuar con decisión, y vamos a hacerlo. Habrá incentivos a las empresas que hagan público su compromiso de reducción de emisiones de CO2. Habrá apoyos a la movilidad sostenible. Se dispondrán ayudas para aplicar los requisitos establecidos para nuevos edificios por el Código Técnico de la Edificación y para un Plan de Rehabilitación Energética Integral de Edificios ya construidos que alcanzará hasta 2012 a un total de 500.000 viviendas y a edificios públicos y escuelas públicas, en las ciudades de más de 50.000 habitantes.
Presentaremos pronto un Proyecto de Ley sobre Eficiencia Energética y Energías Renovables. Habrá, por tanto, fomento de la eficiencia y apoyo a la investigación y uso de tales energías, campo tecnológico en el que estamos en la vanguardia mundial. Se intensificará la investigación en captura y almacenamiento de CO2.
El desarrollo de las nuevas tecnologías, la evolución del mercado de combustibles fósiles, la cooperación transfronteriza y la disponibilidad de recursos hidráulicos serán los referentes a los que acudirá el Gobierno para resolver los problemas de provisión de energía exigida por nuestra voluntad de crecimiento. También lo serán, junto con las decisiones que adopte la Unión Europea, para determinar la posición española sobre la energía nuclear.
Señorías,
En 2004 propuse a los ciudadanos y a las Administraciones un nuevo “Contrato Social con el Agua” basado en la garantía de su disponibilidad y calidad, en su gestión sostenible y eficiente, en el fomento de la investigación y la incorporación de nuevas tecnologías, en la potenciación de fórmulas de regeneración y reutilización, en la modernización de regadíos y en la creación de nuevos recursos, con la desalación como tecnología prioritaria y segura de cara al futuro.
De acuerdo con estos principios, aprobamos el Programa A.G.U.A. destinado a asegurar el suministro suficiente a todos los territorios de España, a modernizar y fortalecer las infraestructuras hídricas.
Lo hemos puesto en práctica.
Han sido, hasta ahora, más de 7.700 millones de euros de inversión del Estado.
Ha merecido la pena. Porque, pese a la dura sequía de estos años, no ha faltado agua para consumo humano en ninguna parte del territorio nacional y no ha habido necesidad de restricciones, como sí se produjeron anteriormente. Lo pueden testimoniar en Andalucía, en Murcia, en la Comunidad Valenciana, donde toda la política ha estado garantizar el consumo básico. Y esto mismo ocurrirá en Cataluña.
El Gobierno está decidido a ejercer su papel coordinador de las políticas de agua y su papel de garante de la solidaridad y la cohesión interterritorial.
Mi idea de España es la de un país comprometido con el medio ambiente y la preservación de su paisaje y sus riquezas naturales, de sus mares, porque sólo en la conservación de esos recursos reside justamente su esperanza de futuro.
PACTOS Y CONSENSOS
Señor Presidente, Señorías,
Concluyo aquí la exposición de los ejes fundamentales de mi programa de Gobierno. Pero esta exposición no resultaría completa si, con toda solemnidad en mi tono y con toda sinceridad en mi propósito, no reiterase algo que ya he mencionado a lo largo de mi intervención.
Inicio mi acción de Gobierno en esta Legislatura con la voluntad de ofrecer, primero, y lograr, después, un clima político sereno caracterizado por la voluntad de diálogo y consenso. Se lo debemos a los españoles.
De acuerdo con ello, me empeñaré en alcanzar un compromiso democrático contra el terrorismo que podamos compartir e impulsar todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria y en el que los ciudadanos puedan verse colectivamente reflejados y amparados.
La Presidencia española de la Unión Europea en 2010 es, sin duda, un objetivo de Estado en el que todos debemos implicarnos y cuyo éxito debemos compartir todos. Quiero consensuar los objetivos a alcanzar en nuestra Presidencia y, así, incrementar el grado de coincidencia entre nosotros sobre el desarrollo futuro de la Unión Europea.
En otro orden de cosas, quiero proponerles dos Acuerdos concretos que deberíamos alcanzar en el plazo más breve posible.
El primero, sobre la renovación urgente de dos de nuestros órganos constitucionales más relevantes: el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial. Es un acuerdo que posibilitará y facilitará la consecución de acuerdos posteriores sobre la urgente reforma de la Justicia.
El segundo, sobre el sistema de financiación autonómica. Es, lo he dicho ya, pieza clave para la estabilidad de nuestro sistema institucional.
Esta voluntad de acuerdo, de consenso, de pacto, tiene interlocutores singulares fuera de esta Cámara. Reitero mi intención de proponer a los sindicatos y a las organizaciones empresariales un nuevo compromiso de diálogo social para impulsar la economía, para modernizar el mercado de trabajo, asegurar la igualdad salarial entre hombres y mujeres y combatir la siniestralidad y para asegurar la intangibilidad y sostenibilidad de nuestro sistema de protección social.
Y a todos los ciudadanos, a sus organizaciones y representantes, a todas las Administraciones y a todas las Instituciones, les propongo un compromiso activo en apoyo de la Expo de Zaragoza, la Copa América de Valencia, la candidatura olímpica de Madrid, los actos de conmemoración de los hechos ocurridos en España y en América entre 1808 y 1812 y, más en general, en la defensa y difusión de nuestra mayor riqueza: nuestra cultura, nuestras culturas, nuestra lengua, nuestras lenguas.
Pero mi oferta de consenso se refiere fundamentalmente a ustedes, señorías, que ostentan la representación de 44 millones de españoles. Se dirige a todos ustedes por igual; pero con particular énfasis al principal partido de la oposición que ostenta una representación muy estimable. Y la formulo personalmente a su líder. A usted, señor Rajoy.
Es cierto que los españoles no le han conferido con su voto la tarea del gobierno, pero también lo es que con su voto le han confiado una importante responsabilidad.
Culminar con éxito nuestros retos colectivos es una misión que corresponde en primer lugar al gobierno y el gobierno sabrá estar a la altura de las circunstancias. Pero es muy deseable que la oposición contribuya en los asuntos de Estado al logro de los grandes afanes colectivos de los españoles. Confío que así sea, Sr. Rajoy, y para eso cuente conmigo.
Señoras y señores,
Uno sólo es responsable cuando es libre. Los españoles vivos somos responsables de treinta años de España. Los treinta años de democracia en los que hemos sido libres.
Muchos de los que hicieron posible nuestro presente ya no están; cada día se abren más claros en las filas de la generación de nuestros padres. Es mucho lo que les debemos. Cada uno puso lo que pudo. Unos pusieron la memoria, otros el olvido. Y entre todos, la reconciliación.
SESIÓN DE INVESTIDURA. DISCURSO ÍNTEGRO DE MARIANO RAJOY
Muchas gracias señor Presidente.
Señoras y Señores diputados:
Me corresponde establecer la posición de mi Grupo en torno a la investidura del señor Rodríguez Zapatero como Presidente del Gobierno. Y a ese objetivo me voy a atener. Vengo a fijar la posición de nuestro partido, a quien el respaldo de más de diez millones de nuestros compatriotas le otorga la responsabilidad principal de control del Gobierno, en torno a los puntos que el candidato ha desarrollado, el programa de Gobierno que ha presentado y las ofertas de acuerdo que ha formulado.
Para disipar las dudas cuanto antes, adelanto ya que nuestro voto será negativo. Nos opondremos a la investidura del candidato.
Ni las iniciativas que hemos conocido, ni sus palabras de hoy, nos permiten otra actitud.
Si he de ser sincero, Señorías, no sé bien cómo interpretar el discurso de esta mañana.
Por una parte, el señor Rodríguez Zapatero parece arrepentido de alguno de sus errores en la pasada legislatura y dispuesto a la enmienda, pero por otro lado muestra una inquietante obstinación en continuar por la misma senda y repetir parecidas equivocaciones.
Tal vez no he sido capaz de captar todas las sutilezas del discurso, pero bien pudiera ser que su señoría se haya mostrado deliberadamente oscuro e impreciso.
Ha planteado usted dos asuntos a los que quiero prestar una atención especial:
Me refiero a su proyecto político para esta Legislatura y a sus propuestas de acuerdo.
En cuanto a su programa político, permítame que le diga —con todo respeto pero con la necesaria franqueza— que siento una profunda desconfianza y que su discurso de esta mañana no me ayuda a corregirla. ¿Por qué?.
Por tres motivos: Su pasado, el crédito que podemos otorgarle a su palabra y el análisis que su Señoría nos ha hecho de la situación.
Usted no es nuevo, viene con un pasado, ya le conocemos. Le hemos visto gobernar durante cuatro años en los que, como le he repetido muchas veces, se ha ocupado de todo menos de lo más importante. Esas son sus credenciales. ¿Por qué hemos de pensar que ahora las cosas serán de otra manera?.
Al menos, concédame que, para creer que algo pueda cambiar, espere a que los hechos lo demuestren. De momento, no contamos más que con sus palabras de esta mañana. ¿Qué valor podemos darles? ¿Qué nos dijo en su discurso de investidura de hace cuatro años? Citaré sólo dos ejemplos:
Dijo de manera enfática y rotunda, que no aumentaría la presión fiscal. ¿Qué hizo? Aumentarla. Y aumentarla hasta tal nivel que le ha costado -de media- a cada familia española 5.604 euros en ese período, casi un millón de las antiguas pesetas.
¿Qué nos dijo de sus tratos con ETA? NADA. ¡Ni los mencionó! Es decir, Señoría que, si hemos de juzgarlo por su primer discurso de investidura, es perfectamente posible que usted prometa una cosa para hacer la contraria; es muy posible: ha ocurrido.
Y también es posible que se guarde en el bolsillo cosas que piensa hacer y prefiere no anunciarlas. También es muy posible, también ha ocurrido. Valore usted mismo, con estos precedentes, qué crédito tengo que dar a sus palabras de esta mañana. Está escrito: “Por sus obras los conoceréis”. Nos atendremos a esta máxima y estaremos atentos a sus actuaciones y a las de su Gobierno.
Con todo, Señoría, lo que suscita más desconfianza es el análisis de la situación que ha hecho usted esta mañana. Me ha dejado usted la impresión de que sigue sin preocuparse adecuadamente de aquellos problemas que más inquietan a los ciudadanos y que exigen una actuación inmediata del Gobierno.
Parece más preocupado por disimular la gravedad de la situación que por aplicar los remedios adecuados. Le cuesta reconocer que los problemas existen. Pero, Señoría, si no los reconoce, y si no los reconoce en toda su gravedad, ¿cómo podemos confiar en que los remedie?
Por ejemplo, ¿qué ocurre con la economía? Esta mañana ha dedicado buena parte de su exposición a referirse a ella. Le ha dedicado tiempo, eso es verdad, pero le ha faltado rigor, tanto en el diagnóstico como en las soluciones.
Ya no estamos en campaña electoral, señor Rodríguez Zapatero. Ahora puede usted decir la verdad. ¿Qué teme? Yo, desde luego, no le voy a llamar antipatriota por ello.
Se ha pasado cuatro años diciéndonos que éramos la admiración del mundo y los campeones de la Champions League.
Durante toda la campaña electoral, pese a que ya no se podían ocultar ni el incremento de los precios ni el aumento en el número de parados, por poner sólo dos ejemplos, no ha dejado de decir a los españoles que las cosas no podían estar mejor.
¿Qué es lo que nos dice hoy? Que existe alguna dificultad pero que no es grave, que estamos ante unas turbulencias pasajeras, que no hay que alarmarse…
¿De qué nos está hablando?.
¿Por qué tiene tanto miedo a la verdad?.
¿Se han disparado los precios en España, sí o no? Sí.
¿Tenemos la tasa de inflación más alta de los últimos 13 años? Sí.
¿Se han encarecido los productos de primera necesidad? Sí. Han duplicado e incluso triplicado la cifra de inflación.
¿Se ha reducido la competitividad de la economía española en los últimos años? Sí. Hemos perdido un quince por ciento de nuestra cuota de mercado internacional.
¿Lo ha reconocido usted en algún momento? No. En diciembre, con lo que ya estaba cayendo, dijo usted que los precios empezarían a bajar con el comienzo del año. Bien es cierto que no precisó el año. Desde luego, ya le aseguro yo que no es 2008.
¿Qué pasa con los salarios? Muy sencillo: que están subiendo por debajo de los precios.
¿Es cierto que la mayoría de las familias españolas tienen cada vez más dificultades para llegar a final de mes? Sí.
¿Han subido los tipos de interés? Desgraciadamente sí. El Euribor, que es el que más importa a las familias españolas que pagan hipotecas, no ha querido hacer caso de las predicciones de su Señoría y ha crecido más del doble de lo que representaba en 2004.
¿Qué podemos decir de ese crecimiento del PIB que ha sido la gran baza de su discurso económico en estos años? Lo que podemos decir es desalentador: que ha iniciado una cuesta abajo y que resulta difícil saber cuándo y dónde se detendrá.
Las previsiones de su Señoría eran que en 2008 creceríamos al 3,3%. Sobre esa base se hicieron los Presupuestos Generales del Estado. En diciembre reconocieron ya que no pasaríamos del 3,1. Ahora, el Banco de España lo ha dejado en el 2,4. Dígame usted cómo estaremos en diciembre y qué posibilidades hay de crear empleo neto en estas condiciones.
¿Qué consuelo nos queda? ¿Estamos en mejores condiciones que otros países para afrontar esta crisis, como usted dice? No. ¿Por qué no?
Lo primero, porque el déficit de nuestro sector exterior nos exige demandar fuera una inyección de liquidez de unos nueve mil millones de euros al mes para mantener nuestros niveles de inversión y consumo. Excuso decirle que “con la que está cayendo” esa tarea se presenta cada vez más complicada.
Lo segundo, porque la brusca y profunda crisis de la construcción, sector en el que las suspensiones de pagos aumentan de manera preocupante, se traslada de forma directa e igualmente brusca al empleo. Desde junio, son más de 100.000 las personas del sector de la construcción que se han incorporado a la lista de parados, sin contar los que ustedes alojan en ese limbo de demandantes de servicios previos al empleo.
Fíjese si en esta materia, la del incremento del paro, estamos mejor o peor que otros países comunitarios: en los últimos doce meses de los que tenemos información homologable la tasa de desempleo descendió en la zona Euro del 7,6 al 7,1%; en España, en cambio, subió del 8,1 al 9%.
No somos más fuertes, Señoría. Somos más vulnerables.
Lo somos porque nuestras familias y nuestras empresas están muy endeudadas; porque España tiene el segundo déficit exterior más alto del mundo y porque nuestro diferencial de inflación con la zona euro se ha triplicado en los últimos ocho meses.
Una mayor vulnerabilidad que usted no reconoce cuando afirma que las bases de la economía española son muy sólidas para afrontar lo que denomina “una situación pasajera”.
Mire, señor candidato, una cosa es tener confianza en la economía española, en sus trabajadores, en sus empresarios, en sus innovadores y emprendedores –como la tengo yo- y otra es no reconocer que España es hoy el país de la Unión Europea más vulnerable ante la crisis.
Se lo resumo en cuatro palabras: Estamos —y convendría que usted lo reconociera con franqueza—, ante un escenario de alta inflación, pérdida de competitividad, destrucción de empleo y graves dificultades financieras para las familias y para las empresas.
Llame a esto como usted quiera: crisis, desaceleración o desfallecimiento, pero no lo esconda.
Diga a los españoles que sufren en sus carnes, en su empleo y en su bolsillo la verdad. Los españoles necesitan saber a qué atenerse. ¡Tienen derecho a saber a qué atenerse!
A todos nos importa, antes de salir de casa, saber si llueve o hace sol para adaptarnos mejor a las circunstancias. Aquí pasa lo mismo con mucha más razón. Diga la verdad.
Ésta es la realidad, aunque le cueste reconocerlo.
Yo comprendo que le cueste hacerse a la idea porque, además de heredar una economía boyante, ha gozado usted de un ciclo internacional envidiable: los cuatro mejores años de la Economía Mundial después del final de la Segunda Guerra. Pero se ha acabado. Y hay que hacer frente a este cambio de escenario.
No hemos visto voluntad por su parte para adoptar decisiones, aplicar las reformas estructurales precisas, reforzar la unidad de mercado y propiciar, con ello, un crecimiento sostenido y estable de nuestra economía.
Ya sé que esto no es fácil, pero se puede hacer. Ahora bien, si no se reconoce la realidad, la tarea es imposible.
Y no se reconoce la realidad si se responsabiliza exclusivamente a lo que viene de fuera de nuestra actual situación. Se lo diré de forma gráfica, señor Rodríguez Zapatero: con crisis de “subprime” o sin crisis de “subprime” nosotros nos encontraríamos en un escenario muy difícil. Usted mismo ha reconocido el agotamiento de un modelo de crecimiento que no da más de sí. La pena es que lo haga tarde y que no lo afronte en toda su magnitud.
Huyendo de la realidad, ha anunciado esta mañana una serie de medidas que no son más que parches, una especie de tranquilizantes que no atacan de raíz el fondo del problema.
Ni los famosos 400 euros, ni las devoluciones anticipadas del IVA, ni las claramente insuficientes medidas que ha anunciado para el sector de la construcción, ni las propuestas genéricas y un tanto retóricas que propugna para el cambio de modelo económico de crecimiento, pueden tranquilizarnos. Señoría, la palabra clave en economía es CONFIANZA y esta se basa en la CREDIBILIDAD, algo de lo que carecen sus propuestas de esta mañana.
Siempre es bueno contar con el concurso de los agentes económicos y sociales pero el “gran acuerdo económico y social” al que los ha convocado no es una panacea ni puede servir de coartada al gobierno para diluir sus responsabilidades.
Ha pedido la colaboración del conjunto de la sociedad, de sus fuerzas políticas, de trabajadores y empresarios para ayudar a salir de esta situación.
Nosotros vamos a dar prioridad a esta materia y pondremos de forma inmediata sobre la mesa y ante esta cámara una sucesión de medidas que esperamos sean recibidas y debatidas con atención por el gobierno.
No quisiera terminar esta parte de mi intervención sin hacer una muy breve referencia a la política social. Le hemos escuchado esta mañana un buen número de iniciativas que podemos compartir: la dependencia, el incremento de las pensiones u otras. Pero es mi obligación advertirle que estas iniciativas sólo se sustentan en una buena política económica. Sin una política que genere riqueza y empleo corremos el serio riesgo de que la política social no pase de ser un mero catálogo de buenas intenciones.
Señorías, me he extendido con la economía porque las circunstancias así lo exigen, no teman ustedes que abuse de su paciencia porque no pretendo pormenorizar del mismo modo los demás aspectos del discurso del candidato. El reloj no me lo permite.
En líneas generales, señor Rodríguez Zapatero, incurre usted en todos los apartados de su exposición en el mismo fallo: disfraza la realidad y, en consecuencia, se ata las manos para ponerle remedio.
No me voy a extender con el terrorismo. Luego volveré a él cuando hable de los acuerdos. Sobre el terrorismo le ha faltado claridad a su exposición. Estamos ante una amenaza muy seria, agravada por una cadena de errores que no ha tenido más remedio usted que empezar a rectificar. No ganamos nada con ocultar la realidad y perseverar en las actitudes equívocas.
Espero sus rectificaciones para que podamos entendernos. Todo el mundo sabe que estoy predispuesto a ello. De hecho, no me he movido de los postulados del Pacto Antiterrorista.
Cualquier acuerdo que vaya en la misma dirección, es decir, que cancele toda esperanza para los asesinos, que tenga en cuenta a las víctimas, y que asegure, inequívocamente, que no se volverán a producir cambios en esta política hasta la derrota definitiva de la banda, contará con nuestro apoyo.
Con el descontrol de la inmigración ocurre lo mismo. Le hemos escuchado decir esta mañana que “desde hace cuatro años quienes vienen a vivir entre nosotros han de hacerlo con empleo y de manera legal” y añadió que así vienen la inmensa mayoría de los inmigrantes. Esto sólo lo dice usted.
Pero lo que más me ha preocupado es que nos ha anunciado que piensa seguir con la misma política que ha dado tan magníficos frutos; no le extrañará luego que la cosecha sea igual de magnífica.
Estamos hablando de uno de los asuntos que más preocupan a los españoles y nada hemos escuchado en su intervención de esta mañana sobre las medidas que piensa usted adoptar para controlar la inmigración ilegal y lograr la integración efectiva de los inmigrantes que ya se encuentran en nuestro país.
Las dificultades de acceso a la vivienda no tienen más que una solución eficaz, que, como usted sabe perfectamente, es la política del suelo, pero no le veo dispuesto a dar un solo paso en esa dirección.
Tampoco le he escuchado a Su Señoría esta mañana nada nuevo sobre Seguridad Ciudadana. Éste es un problema real, que cada vez preocupa más a los españoles. Y además vivimos en una sociedad que presenta desafíos nuevos en este terreno. Las amenazas a la seguridad se presentan no sólo de las formas conocidas sino revestidas de otras más temibles: el crimen organizado es más violento, dispone de más recursos, se apoya en la tecnología más avanzada y supone por tanto una amenaza mayor.
Formas de criminalidad especialmente odiosas como la violencia contra las mujeres requieren algo más que leyes o declaraciones puramente propagandísticas. Es preciso gobernar y habilitar más recursos humanos y más medios técnicos para atajarla. Y lo mismo podemos decir de la pederastia.
En cuanto a la política exterior, ha estado su señoría mucho más parco de lo que estuvo en su debate de investidura hace cuatro años, con muy buenas razones para esa parquedad; ninguna de las apuestas que entonces realizó se ha cumplido. Pesamos internacionalmente mucho menos que antes. La mezcla de idealismo y confusión que ha guiado nuestra acción exterior ha desembocado en aislamiento e irrelevancia como todos hemos podido ver en fechas muy recientes.
La política internacional se sustenta en valores, pero también en intereses y para España la mejor manera de defenderlos está en reforzar nuestros lazos con quienes comparten nuestros valores. Sabe usted perfectamente que el Partido Popular ha apoyado al gobierno en todos los temas internacionales que ha traído a esta cámara como la Constitución Europea y los distintos envíos de tropas al exterior.
Lo que nos gustaría en estos cuatro años es poder apoyarle en una rectificación a fondo de su política exterior, guiada, sí, por los valores democráticos que todos compartimos, pero orientada también por el realismo en la defensa de los intereses de los ciudadanos y las empresas españolas.
No puedo extenderme mucho más, señorías, pero permítanme subrayar la escasa atención que el candidato ha prestado esta mañana a la Educación. Repetiré lo mismo que vengo señalando como regla general: cuando no se reconocen los problemas no se pueden aplicar las correcciones adecuadas.
En definitiva, Señoría, no le veo con voluntad de cambiar en nada sustancial. Los acontecimientos de estos días parecen confirmarlo: ¿Qué es lo que nos ofrece para que en España tengamos agua, aparte de que no consumamos tanto? Cuando llegó usted al Gobierno, su única preocupación fue liquidar unilateralmente el Plan Hidrológico Nacional, que había tenido un apoyo muy mayoritario, para sustituirlo, prácticamente, por nada.
El resultado a la vista está; estamos peor que nunca, no ha resuelto usted problema alguno, especialmente en Aragón y el Levante español, ha dejado insatisfechos a todos y ha provocado el desconcierto generalizado.
El colofón a este conjunto de despropósitos lo estamos viviendo estos días en Cataluña. Estamos asistiendo a un esperpento en el que el Ebro se desborda mientras en Barcelona crece la inquietud por la falta de agua.
Y ahora resulta que quienes le arrastraron con más vehemencia a bloquear el Plan Hidrológico son los que hoy le exigen un trasvase para Barcelona mientras ustedes improvisan y anuncian fórmulas –por cierto, muy costosas- para transportar agua desde diversos puntos de España o de Europa mediante los sistemas más sorprendentes y variados, ferrocarril incluido.
Sinceramente, todo este debate parece un sainete del que los grandes perjudicados son los ciudadanos. ¿Vamos a perder otros cuatro años antes de reconocer lo que es evidente?.
Señor candidato, estamos ante un problema principal en España y no le veo a usted a la altura de las circunstancias. Me temo que, efectivamente, vamos a perder otros cuatro años. ¿Qué quiere que le diga del espectáculo que ofrece la administración de justicia? No utilizaré calificativos. Lo que digo es que no he visto en su discurso ni voluntad ni ideas para que las cosas se corrijan. No sé si esto le preocupa o lo único que le inquieta es la renovación del Poder Judicial.
Parece usted empeñado en que no falten motivos para la desconfianza. Los problemas de la Administración de Justicia en nuestro país se están manifestando con la máxima crudeza en estas últimas semanas. La huelga de los funcionarios tendrá unas consecuencias negativas que van a tardar meses o años en repararse.
Asistimos a una creciente alarma social sobre fallos en cadena del sistema. Pero es importante que no equivoquemos el diagnóstico. Puede haber fallos en la administración de la justicia, errores humanos graves.
Pero, desde la responsabilidad política, no se trata sólo de reparar esos errores sino de poner los medios para que sea más difícil que los mismos se reiteren. Eso quiere decir que hay que dotar a la Administración de Justicia de los recursos materiales y tecnológicos precisos. No se entiende que en pleno siglo XXI la Justicia opere materialmente como si estuviéramos en el siglo XIX. No se entiende que no haya mecanismos para garantizar el cumplimiento de las sentencias.
No se entiende que la comunicación, tanto dentro del sistema judicial, como entre éste y las fuerzas de seguridad no se apoye en los recursos tecnológicos de los que hoy se dispone.
Desde el Gobierno se puede hacer mucho, respetando por completo la independencia del poder judicial. Y, por supuesto, se pueden adaptar las leyes a situaciones que exigen una mayor severidad en el tratamiento penal y penitenciario de aquellos individuos que representan mayor peligro para la sociedad. Los españoles lo están demandando.
Una sociedad en la que se pierde el respeto a la Justicia es una sociedad cuya calidad democrática desaparece y en la que afloran actitudes como la venganza o la tentación de tomarse la justicia por la propia mano. Sabe su señoría que contará con el máximo apoyo de este grupo en todo cuanto contribuya a mejorar este asunto.
Pero debe ser un planteamiento global, dispuesto a devolver al Poder Judicial la independencia que la Constitución proclama y a dotar a su Administración de los medios que requiere. No se trata de resolver sólo lo único que parece que les preocupa, la renovación del Consejo General del Poder Judicial, sino de un conjunto amplio de medidas de toda índole para resolver problemas mucho más profundos. Dejemos esto ya y pasemos al capítulo de los acuerdos.
Ha hablado usted de diálogo, de entendimiento y de pactos. Reconozco que el sonido de sus palabras me ha gustado porque yo creo en esas cosas. Yo creo que las sociedades civilizadas se construyen y avanzan mucho mejor por el camino del entendimiento.
A mí no hay que convencerme. He estado proponiendo acuerdos y aceptándolos casi toda mi vida política. Lo hice en la oposición y en el Gobierno: He participado en los pactos autonómicos, en el Pacto Antiterrorista, en el Pacto de la Justicia, en los Pactos de Toledo… No necesita convencerme. Estoy convencido y predispuesto.
Por eso, lamenté muchísimo, en la pasada legislatura, que cerrara usted la puerta a cualquier clase de acuerdo.
Por razones que ya hemos comentado muchas veces, prefirió entenderse con los grupos minoritarios y prescindir del Partido Popular:
-Fue usted quien enterró el Pacto Antiterrorista para tener las manos libres.
-Fue decisión suya que, por primera vez en la historia de nuestra democracia, se aprobara un estatuto de autonomía sin acuerdo de las dos grandes fuerzas políticas parlamentarias.
-Fue usted quien impuso sus decisiones unilaterales sobre el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional.
-Fue usted quien ha querido imponer su propia idea de España a todos los españoles; su propia idea de la educación, su propia idea de la familia, su propia versión de la historia…
No fui yo quien rechazó toda posibilidad de entendimiento. No inventé yo el Pacto del Tinell contra el Partido Popular. Ahora dice usted que desea volver al acuerdo y yo aplaudo esa rectificación. Además, ¿cómo no voy a aplaudir los acuerdos si me he pasado la campaña electoral anunciando mi voluntad de realizarlos?;¿Acaso no dije que, si yo fuera el ganador, lo primero que haría sería convocarle para ponernos de acuerdo en una serie de materias fundamentales?; ¿Acaso no he manifestado yo siempre mi plena disposición a colaborar en la obtención de grandes acuerdos nacionales o pactos de Estado?
Pero, señor Rodríguez Zapatero, me gustaría hacerle algunas consideraciones sobre este asunto. ¿Qué debemos entender por pactos de Estado o por grandes acuerdos nacionales?
Un pacto de Estado es un acuerdo sobre materias que por su propia naturaleza afectan a la esencia misma del Estado como puede ser su organización territorial o la aprobación de los Estatutos de Autonomía. Un pacto de Estado es un acuerdo sobre políticas en las que no es bueno ni conveniente que haya discrepancias entre el gobierno y la oposición, como sucede, por ejemplo, en el caso de la política antiterrorista. Un pacto de Estado es un acuerdo que se proyecta sobre otros poderes del Estado como puede ser el Poder Judicial. Parece lógico que su regulación sea pactada o convenida.
Un pacto de Estado es un acuerdo que afecta de manera muy especial al bien común o al interés general del Estado como pueden ser nuestro sistema de protección social o la política exterior y de seguridad.
Sobre estas materias, y alguna más que convengamos, estoy dispuesto a hablar cuando usted lo desee.
En estos casos o en otros, los dos grandes partidos nacionales, que son los que razonablemente se alternan en el gobierno del país, deben buscar soluciones consensuadas y estables en el tiempo. Naturalmente que nada se opone a que otras fuerzas políticas aquí representadas se sumen a estos acuerdos con sus aportaciones, pero en ningún caso pueden sustituir a quienes deben ser sus protagonistas imprescindibles.
Dicho de otra manera, los pactos de Estado deben ser acuerdos entre ustedes y nosotros en todo caso. Y si después se suman otros, mejor. Pero, condición indispensable para que podamos hablar de un pacto de Estado, y por tanto de una solución estable en el tiempo, es que estemos los dos grandes partidos que representamos al noventa y dos por ciento de los diputados de esta cámara.
Así sucedió, por ejemplo, cuando a iniciativa suya, acordamos el Pacto por las Libertades y contra el terrorismo. Primera consideración, pues: los acuerdos nacionales se hacen, al menos, entre quienes representan a la inmensa mayoría de la Nación, están en condiciones de gobernar porque son alternativa de gobierno y pueden ser garantes de la estabilidad política.
Segunda consideración: Es preciso concretar qué se quiere hacer, Señoría. No me hable de conceptos vaporosos o meras declaraciones de buenas intenciones porque sobre esas materias no se sustancian los pactos. El consenso político, como usted sabe, se forja sobre objetivos y sobre procedimientos. Hay que concretarlos y evitar las vaguedades y los propósitos evanescentes. Todos los grupos de esta Cámara, por ejemplo, son partidarios de acabar con ETA y con sus crímenes. Todos. Pero resulta que algunos grupos deseamos la derrota de ETA mientras que otros no desean, en absoluto, que el final de ETA sea una derrota. En el fondo no quieren ver derrotadas sus pretensiones.
Todos los grupos de esta Cámara, por poner otro ejemplo, quieren que funcione mejor la Justicia. Todos. Sin embargo unos desean que cuanto antes se divida en 17 parcelas estancas y otros preferimos que todos los españoles seamos iguales ante la Ley.
Lo importante, señoría, es saber su posición.
Y así con todo. Necesitamos conocer el camino que vamos a recorrer. Si usted quiere acuerdos nacionales, lo primero que debe hacer es detallar sus pretensiones con toda claridad; indicarnos qué fines son los que persigue y cuáles son los procedimientos que propone. Así de sencillo. El tiempo se nos acaba y hemos de concluir. En resumen, señor Rodríguez Zapatero: contemplamos con muchas reservas su candidatura.
Después de lo que hemos visto durante los pasados cuatro años y de lo que hemos escuchado hoy, tiene usted pendiente la tarea de ganarse nuestra confianza y la de muchos millones de españoles.
Ya se comprende que esto nos obliga, por coherencia, a votar en contra de su investidura. De otro modo estaríamos defendiendo al mismo tiempo una cosa y su contraria. No puedo decir que usted no inspira confianza pero que le voy a apoyar.
Y no puedo sostener que existe otra forma mejor de hacer política y otro programa político al mismo tiempo que defiendo los suyos. Yo creo que esto se puede entender sin esfuerzo.
Usted cuenta con 169 diputados, que son menos de los que necesita para sacar adelante sus proyectos. Tendrá que buscar apoyos complementarios. No tengo nada que objetar a eso. Usted sabrá con quien se pone de acuerdo para aprobar los presupuestos o su plan de carreteras. Es usted quien va a gobernar.
Lo que sí quiero dejar claro es que para todas las materias que afecten directamente a los derechos de los españoles, a su libertad, a su igualdad o a su unidad; es decir , todo lo que pueda afectar en mayor o menor grado a la Constitución, a la estructura del Estado, al reparto de poderes o al derecho a una justicia igual, debe contar, como ya le he explicado antes, con el consentimiento de esa casi media España que nosotros tenemos el orgullo de representar.
Para esas materias de poco valen los acuerdos que usted logre con las minorías si no participa el Partido Popular. Concluyo. Señoría no sé si esta legislatura será fértil en encuentros o en desavenencias, porque eso depende de lo que usted haga o deje de hacer en el gobierno. Con nosotros será muy fácil encontrarse porque el Partido Popular va a estar siempre en la defensa de los intereses de los españoles.
Se lo diré de nuevo para que no haya malentendidos: estamos y estaremos
-en la defensa de la igualdad de todos los españoles, vivan donde vivan,
-en la defensa de sus derechos y
-en la defensa de la unidad de la nación española.
Cualquiera que comparta estos principios lo tiene muy fácil para coincidir con nosotros.
Cuanto más coincidamos en ese punto de encuentro, mejor irán las cosas para España.
Nada más, Señorías, y muchas gracias.
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