martes, 16 de octubre de 2012

Según la terminología científica de Mariano Rajoy, estamos instalados en «el follón».



MANUEL MARTIN FERRAND
Sobre «una crisis económica muy difícil», el País Vasco y Cataluña hacen gala de una inoportuna insolidaridad
(…) ¿por qué Artur Mas no puede fabricar un Estado con barretina cuando arranca de una realidad más palpable que la mitología clásica? Mas ha nacido para la grandeza y ello obliga. En un arranque de inspiración caudillista y para sacudirse las condiciones políticas, económicas y sociales que, según Josep Antoni Duran Lleida, «nos imponen desde las instituciones del Estado», el líder máximo de CiU confiesa: «Tenemos encomendada una misión histórica».
A Francisco Franco le pasaba lo mismo. Dios y la Historia, sus únicos jueces, le habían encomendado la salvación de la Patria (española) y Mas tiene que salvar la catalana con menos ayuda.
Menos mal que el obispo auxiliar de Barcelona, Sebastián Taltavull, ha estado al quite y, tras aclarar que la Conferencia Episcopal Tarraconense agrupa a los obispos catalanes, dejó claro que, si opta por la independencia de España, la iglesia de Cataluña estará al lado del pueblo catalán. Algo poco católico, pero apostólico y de cercanías.
(…) En La Vanguardia del domingo pasado lo hacía con las mañas sociométricas para prevenirnos que CiU «acaricia la mayoría absoluta» en las próximas autonómicas catalanas: entre 68 y 69 escaños de los 136 posibles. Ello va acompañado, de ser como se augura, de un sensacional y esperado batacazo del PSC y de un cierto repunte del PP.
Tan determinante en el aquí y en el ahora puede ser esa prevista mayoría que, siendo el próximo domingo jornada electoral en el País Vasco y en Galicia, ya le prestamos más atención a la hipótesis de lo que podría hacerse realidad dentro de algo más de un mes. La renovación de Alberto Núñez Feijoo y el descabalgamiento de Patxi López ya están descontados y, la alarma que genera la hegemonía abertzale en Vitoria no da para tanto como la renovación presidencial de Mas y su grito soberanista.

Según la terminología científica de Mariano Rajoy, estamos instalados en «el follón». Sobre «una crisis económica muy difícil», el País Vasco y Cataluña hacen gala de una inoportuna insolidaridad. Olvidan que uno de cada dos españoles -vascos y catalanes incluidos- lo están pasando mal. Lo normal sería procurar su remedio antes de armar la tremolina separatista; pero, aunque los zoólogos digan lo contrario, se extinguen los mochuelos. Por su condición de hipocondriaco debiera saber Rajoy que es más eficaz y conlleva menor coste el prevenir que el curar y, aunque el anticiparse no es de su estilo, la naturaleza de «el follón» merecería un esfuerzo. De aquí al 25 de noviembre faltan 40 días.

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