El drama de España:
cada trabajador sostiene a tres personas
El número de
jubilados sube desde hace veinte años, el paro llega a máximos históricos y la
afiliación está en niveles de hace una década.
El paro sube a 5,3
millones.
El PIB, la balanza de
pagos, el déficit público o la prima de riesgo ocupan importantes espacios en
las portadas de los medios. Conceptos e indicadores que hasta hace unos años
eran privativos de un puñado de expertos ahora son manejados con normalidad por
el ciudadano de a pie. Sin embargo, toda esa maraña de cifras hace que a veces
olvidemos lo fundamental. Al final, para que haya crecimiento económico (en un
país, una región o una empresa) lo que es necesario es trabajar, producir
bienes y servicios que los demás quieran comprar y permitir que funcione el
mercado.
Cada mes, el
Ministerio de Empleo publica las cifras del paro en España. En medio de todos
los gráficos sobre tendencias del empleo, sectores con más crecimiento o
contratación temporal, aparecen algunos de los datos que mejor explican el
drama que vive en estos momentos la economía española. El martes se publicó el
informe correspondiente al mes de septiembre y es absolutamente descorazonador
para cualquier que quiera empezar el nuevo curso con un poco de optimismo.
En España, según el
INE hay 47,2 millones de habitantes. De estos, unos 8,7 millones son menores de
16 años, por lo que no cuentan para el empleo. Además, hay 15,4 millones de
inactivos: es decir, personas mayores de 16 años que no trabajan ni buscan
empleo. En este grupo, 8,7 millones pertenecen a pensionistas y 6,7 millones a
otras personas que no están en el mercado de trabajo (estudiantes, amas de
casa, etc...).
Con este panorama,
quedan 23,1 millones de activos, algo menos de la mitad de la población. Pero
claro, hay 5,7 millones de parados, por lo que el número de ocupados es de sólo
17,4 millones. Y no todos cotizan (excepciones como becarios y otras personas
que figuran como ocupados en la estadística pero no tienen el alta en la
Seguridad Social). De esta manera, según las cifras oficiales del Ministerio de
Empleo, apenas 16,8 millones de afiliados soporta buena parte del armazón del
Estado social que España dice ser. Teniendo en cuenta que somos 47 millones de
habitantes, podríamos decir que cada trabajador sostiene casi tres personas (a
él mismo y a dos más que no trabajan).
Las conclusiones que
pueden sacarse de todas estas cifras son claras y preocupantes. Como decíamos
antes, no hablamos de complicadas ratios económicas o índices especializados.
Estos cuadros son la base sobre la que se sustenta todo el edificio de la
economía española y cada vez es más estrecho. Es cierto que en todos los países
hay un porcentaje elevado de la población que no trabaja (niños, estudiantes,
ancianos,...) y es bueno que sea así. El problema en España es que ese
porcentaje es bastante superior al de los países de su entorno, entre otras
cosas porque buena parte de la población en edad de trabajar (de 16 a 64 años)
no lo hace, por el alto índice de desempleo.
De esta manera, como
puede verse en el siguiente gráfico, el número de afiliados ha estado cayendo
de forma constante desde 2007. El problema es que son estos trabajadores con
sus cotizaciones los que pagan las pensiones. De esta manera, hace apenas cinco
años había 2,5 afiliados por pensionista y ahora apenas superan el 2. No es
extraño que la Seguridad Social haya entrado en déficit por primera vez en su
historia y que el Gobierno haya tenido que tirar de su fondo de reserva (la
famosa hucha de las pensiones).
En lo que tiene que
ver con la sostenibilidad de su sistema de pensiones, España vivió un momento
de cierto alivio a finales de los 80 y comienzos de los 90. Un hecho
desgraciado como la Guerra Civil tuvo como resultado que en esos años se
jubilasen menos trabajadores de lo normal. Por el contrario, los integrantes
del baby-boom de finales de los cincuenta y los sesenta están a punto de llegar
a los 65 años, con las implicaciones que eso tendrá en el sistema público de
pensiones. En 1970, la ratio entre trabajadores y pensionistas era de 5,6,
mientras que en 2050 la previsión es que caiga hasta el 1,5. Además, un hecho
positivo, como es que la esperanza de vida entre los españoles esté entre las
mayores del mundo, supone, sin embargo, un nuevo elemento de tensión para el
sistema.
Por otro lado, de los
16,8 millones de afiliados (o los 17,4 millones de trabajadores), hay 3,1
millones de trabajadores del sector público, es decir, que tienen un empleo que
se financia a través de los impuestos (también de los que pagan ellos mismos).
En total, quedan alrededor de 14 millones de empleados del sector privado, el
que verdaderamente genera riqueza y produce bienes y servicios para el mercado,
para esos 47 millones de personas de los que hablábamos antes.
Si la foto es
preocupante en términos absolutos, tampoco es tranquilizadora cuando se compara
con el resto de los socios europeos. España es uno de los países en los que el
porcentaje de población mayor de entre 16 y 64 años que trabaja es menor. Entre
los grandes países de la UE, sólo Italia presenta peores cifras, con la
diferencia de que en ese país esto es debido a que hay un gran porcentaje de la
población inactiva (gente que no quiere entrar en el mercado de trabajo),
mientras que en España la razón principal es el paro. Así, el 69,1% de los
franceses de entre 16 y 64 años trabaja; el 76,3% de los alemanes; el 73,6 de
los británicos y el 77% de los holandeses. Por el contrario, sólo el 61,6% de
los españoles y el 61,2 de los italianos lo hacen
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