domingo, 6 de julio de 2008

¿Para qué se ha vendido el oro del Banco de España?


Una explicación probable de la venta del oro
"En 2007, España se desprendió, según nos informa «La Gaceta de los Negocios» de 7/8 junio de 2008, de 136 toneladas de oro situadas en los sótanos del Banco de España.

Esto se desarrolla dentro de un proceso que rebajó sus activos desde las 523,4 toneladas de oro que existían en 2002, hasta las 281,4 toneladas actuales.

Hasta 2007 se han vendido, pues, 242 toneladas de este metal.

La explicación que se recoge del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, es que se debe «tanto por la pérdida de la función de defensa de la moneda, como por no tratarse de un activo con rendimiento financiero».
Lo primero es evidente. La política cambiaria, corresponde, a causa de la existencia del euro, al Banco Central Europeo, no al Banco de España. Pero el segundo argumento, no tiene validez. Desde que, a comienzos del 2003, era visible el derrumbamiento del dólar, resultaba evidente que se buscaría, por los que tienen saldos exteriores positivos, otra moneda de reserva.

Las cifras crecientes de demanda del oro estaban claras. Por lo tanto, en su revalorización como activo se encontraba su rendimiento financiero. Ahora mismo, se confiesa que 523,4 toneladas de oro valían 5.500 millones de euros en 2002, y en 2007, 281,4 toneladas 5.070 millones. O lo que es igual, con una simple regla de tres, se obtiene que si se mantuviesen hasta ahora mismo esas 242 toneladas vendidas, tendría el activo del Banco de España, 4.360 millones de euros más, o sea, sólo por mantener el oro, se obtendría un incremento financiero de un 86%, una mejoría notable.
Por tanto la venta se debe a una de estas dos cosas, o a entrambas:

*.- en primer lugar al agobio de nuestras balanzas exteriores y las dificultades derivadas de financiación exterior,

*.- o a la urgencia de incrementar los ingresos públicos por cualquier motivo, so pena de aceptar el déficit, o buscar mayores aumentos de la presión tributaria. No sería mala cosa que todo esto se aclarase a fondo.

El oro aún no es esa «reliquia bárbara» que, a partir de «Las consecuencias económicas de Mr. Churchill» de Keynes, pudiera creerse que no tiene ningún papel y que lo mejor es liquidarlo. Flores de Lemus sobre esto puso ya el grito en el cielo en el «Informe de la Comisión del Patrón Oro», en 1929, al oponerse al mensaje que pudiera estar subyacente en la expresión del «fetichismo del oro» expuesta por Olariaga.

Éste tenía razón en que era un fetichismo -lo explicará muy bien Robertson en su «Money» cuando alude a las diferencias de riqueza de unos isleños de las Palaos en relación con las rocas que poseían hundidas en un atolón-, pero resulta que ese metal no está hoy hundido, sino que es buscado incluso ansiosamente y lo liquidamos muy probablemente, por nuestra agobiadora «necesidad de financiación» exterior, perfectamente expuesta en ese imprescindible tomo «Balanza de pagos y posición de inversión internacional de España 2007» (Banco de España, 2008). Juan Velarde Fuertes

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