La falta de discurso en el PSOE es la causa de su evidente nerviosismo ante los resultados del 7 de junio. Los datos económicos no acompañan al Gobierno en sus ataques al PP, tampoco termina de cuajar entre los electores la acusación contra la derecha por la «codicia y el mercado» -que le ha sido tan rentable al Gobierno socialista hasta ahora- y la teoría de los «brotes verdes» no ha superado la prueba del realismo. Las previsiones para este año y el que viene mantienen a España en el liderato del desempleo y, puestos a hablar de Europa, harán que la tasa de paro bajo el Gobierno de Zapatero siga doblando la media de los países de la UE.
El PSOE emplea en sus críticas al PP un doble lenguaje, porque le reprocha que no hable de Europa al mismo tiempo que dedica sus vídeos de propaganda a temas tan de escasa actualidad europea como Aznar, Bush o Irak, pero además lo hace de forma incongruente. Si Rodríguez Zapatero quiere ser coherente con estas críticas al PP, debería empezar por retirar su apoyo al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anfitrión de la «foto de las Azores», o al nuevo secretario general de la OTAN, Andres Fogh Rasmussen, quien como primer ministro de Dinamarca desplegó tropas de combate en suelo iraquí, integradas en la coalición liderada por Estados Unidos.
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