sábado, 16 de enero de 2010

Sin respuestas


Hay que ser muy molondro -o sea, muy ciruelo- para creer que don Ángel Gabilondo se ha caído del guindo inesperadamente y que la burra ciega es, en realidad, una vistosa yegua. Claro que si la señora Cospedal afirma que es posible alcanzar un acuerdo tendremos que admitir que su capacidad de persuasión compensa con holgura su falta de argumentos. En un país en el cualquier fulano se pasa la Constitución por donde le apetece, redimir la enseñanza con un Pacto de Estado (de Estado, simplemente, el Europeo vendrá luego) es un injerto de estafa y entelequia. ¿Acaso va a desaparecer el adoctrinamiento de la escuela? ¿Se admitirá, quizá, que el igualitarismo liquida la excelencia? ¿Se restablecerán las jerarquías? ¿Se consolidarán los méritos? ¿Se cribará lo efímero de lo duradero? ¿Se preservará lo que es común del sectarismo autista y los delirios excluyentes?
Demasiadas preguntas y ninguna respuesta.

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