martes, 12 de enero de 2010

Chávez lleva a Venezuela al colapso



La devaluación del bolívar, decidida por el Gobierno venezolano el pasado viernes, se ha vuelto contra Hugo Chávez, poniendo en evidencia la fragilidad de un modelo que se desmorona como un muñeco de nieve.
El primer efecto de la devaluación, por la que el dólar ha pasado de valer 2,15 bolívares a 4,30, ha sido un aumento incontrolado de los precios, que han subido de forma muy notable en las últimas horas. El Ejecutivo de Caracas había venido manteniendo de forma artificial un tipo de cambio muy elevado, a todas luces insostenible con una inflación anual del 25%, una caída del 2,5% del PIB en 2009 y una pérdida de confianza de los mercados en la economía del país.
Chávez amenazó ayer con expropiar los establecimientos y cadenas comerciales que, a su juicio, han incrementado sus productos de forma abusiva a lo largo de los últimos días. «Si los saqueadores del pueblo siguen abusando, el Estado expropiará esos negocios para dárselos al pueblo», aseguró con su habitual desprecio a la seguridad jurídica. Ayer mismo, funcionarios bolivarianos, escoltados por la Guardia Nacional, cerraron los primeros 70 comercios por «remarcar» precios.
El presidente venezolano anunció la creación de la Corporación de Mercados Socialistas (Comerso), una especie de cooperativa vertical para integrar productores y canales de comercialización, una medida de cara a la galería pero que probablemente no servirá para nada.
En los pasados días, los venezolanos se han lanzado a una verdadera orgía compradora, que paradójicamente ha contribuido a elevar todavía más los precios. Éstos han subido hasta un 50% para artículos de importación, lo que ha agudizado la dañina pérdida del poder adquisitivo que vienen sufriendo las clases medias y bajas.
La situación habría sido mucho peor si el petróleo no hubiera repuntado por encima de los 80 dólares, lo que ha proporcionado al régimen un balón de oxígeno. Chávez ha podido mantener su elevado nivel de gasto social, pero ha sido incapaz de resolver problemas tan básicos como el abastecimiento de alimentos, el suministro de energía eléctrica o el funcionamiento del transporte y otros servicios básicos.
Desde que Chávez asumió la presidencia en 1999, el bolívar se ha depreciado cerca de un 85% respecto al dólar, a pesar de la fuerte entrada de divisas por las exportaciones de petróleo. Éstas no han sido suficientes para compensar un déficit exterior galopante, que ha obligado a Chávez a retener los beneficios de las compañías multinacionales que operan en Venezuela.
La devaluación ha supuesto un duro golpe para Telefónica, BBVA, Repsol y Mapfre, que, en función del férreo control de cambios implantado ahora, necesitan una autorización para repatriar sus ganancias. De momento, con la nueva cotización del bolívar, van a ver desaparecer la mitad de los beneficios no repatriados al pasarlos a una moneda fuerte. Sólamente Telefónica podría perder más de 1.000 millones de euros.
Todo apunta a un colapso de la economía venezolana en 2010, hasta el punto de que la revista Newsweek predecía hace pocos días un golpe de Estado. No parece probable, pero lo que sí que está claro es que las recetas chavistas han hundido al país en un pozo del que tardará mucho tiempo en salir.
El populismo no funciona en Latinoamérica y todavía menos el socialismo de Chávez. Argentina también está pagando el intervencionismo kirchneriano, que ha sumido al país en la bancarrota de sus cuentas públicas. La retórica revolucionaria de Chávez se enfrenta ahora a la cruda realidad de las cifras que evidencia que Venezuela va por muy mal camino.

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