domingo, 31 de enero de 2010

Manuel Pizarro se va...




¿Se va o lo echan...?
Ahora, cuando la realidad se le ha echado encima, cumplida la máxima de Lincoln de que uno no puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, llegado el momento en que tiene que pedirnos a todos el sacrificio de pagar más impuestos, trabajar más años, echar una mano a nuestros allegados sin empleo para paliar los resultados de su ineptitud, Zapatero se encuentra con un problema mucho mayor que el del déficit, el paro, el despilfarro de lo público y el negro futuro de la Seguridad Social: el de su falta de credibilidad. Porque del paro, del déficit y de lo demás se puede salir. Pero, ¿qué hacemos con un presidente del Gobierno al que sólo vamos a creer de nuevo si se somete a la prueba del polígrafo?.
¿Y qué vamos a hacer con un Partido de la oposición que no hace nada, porque no sabe ni quiere y además prescinde de quienes pudieran ser los que marcasen el rumbo para salir de este lío?.
Es para marcharse.... Este frio hiela... y congelados, los que mueren, mueren sonriendo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una pena. Ha leído en algún diario que ha decidido irse cuando menos daño podía hacer a su partido. Estoy deseando volver a ver su debate con Solbes, ahora que se han cumplido todas sus previsiones, porque me hace pensar que en el Partido Popular, en vista de la capacidad de análisis del turolense, realmente algunos dirigentes, el aparato de Génova, lo teme, y sospechan que si se hacía cargo de alguna tarea de envergadura, ellos podrían pasar a un segundo plano, si no en su estructura, sí en la calle y en la opinión pública.
Así es la política española. No cuenta tanto el valer como el ser aceptado, pieza fiel y dócil de un engranaje, a veces sin mayor objetivo que ganar elecciones, sin pretender solucionar los problemas reales de la gente de la calle.
Y esta gente es la que aprecia a don Manuel Pizarro, una persona que todavía no ha hablado mal de Solbes, que ha mantenido el tipo y la educación, como hemos podido apreciar recientemente en sus apariciones en Intereconomía, o en la entrevista más humana y entrañable que le hizo Luis del Val en la televisión autonómica aragonesa hace ya unos meses.
En fin, se van los buenos. Y los que se quedan, cargándose a algún "hijoputa" (sic, en boca de la sobrina de Gil de Biedma, quién lo iba a decir).
Rafa