martes, 19 de marzo de 2013

Nada seguirá siendo igual desde lo de Chipre.



El Corralito chipriota
El principal problema del rescate del sistema financiero chipriota es que ha tardado demasiado en llegar. Y ese reproche se refiere no solo a la exageradamente larga tramitación de esta ayuda, sino a la incomprensible pasividad de las autoridades europeas ante las prácticas, más que dudosas, de unos banqueros que habían convertido esta isla mediterránea en un refugio para capitales de origen claramente reprobable.
Sin embargo, la decisión de obligar a instaurar un impuesto indiscriminado a los ahorradores no solo es injusta -porque trata por igual a los probos ciudadanos y a los oligarcas rusos que hayan obtenido su dinero de manera ilegal-, sino una flagrante violación de las reglas europeas, que en teoría garantizan la totalidad de los depósitos hasta los 100.000 euros.
Los ciudadanos chipriotas tiene razones para sentirse estafados por esta decisión.


Resulta inaudito que los dirigentes de la zona euro hayan sucumbido nuevamente a la tentación de escudarse en sus intereses nacionales sin tener en cuenta que estaban erosionando gravemente la confianza en la seguridad de todos los sistemas bancarios europeos.
La decisión de recomendar a las autoridades chipriotas que «garanticen plenamente» los depósitos inferiores a los 100.000 euros acordada a última hora por el Eurogrupo es una inteligente rectificación, pero puede que no llegue a tiempo de restablecer la confianza en las reglas por parte de los mercados internacionales.
Si hay una directiva que sirve para garantizar los depósitos, incluso en tiempos de crisis, no se puede invocar esa misma situación de crisis para anunciar que se impone una tasa confiscatoria por debajo de esa cantidad.
Y aún menos -no ha sido buen remedio- confesar, como ha hecho el presidente chipriota, que si los bancos del país tuviesen que declararse en bancarrota, el Estado carecería de solvencia para cumplir con esta obligación legal.
Para los grandes inversores internacionales, ahora es difícil volver a confiar en que su dinero está seguro en ninguno de los países que han recibido asistencia de la zona euro, porque en cualquier momento puede imponerse una medida confiscatoria con el pretexto de que los contribuyentes de los países más saneados no pueden ser llamados a aportar ese esfuerzo. Cada día que pasa, y con la crisis de Chipre como fondo, se pone en evidencia que es imposible la supervivencia de la zona euro sin una autoridad común eficiente y responsable democráticamente.





El euro no es sagrado
Aunque «Alternativa» no logre entrar al parlamento en las próximas generales de otoño, su fundación puede costarle valiosos votos a los partidos de la coalición de la canciller democristiana Angela Merkel. El discurso del partido es muy simple: el euro daña a Europa y a los alemanes nos está costando miles de millones, ¿Por qué aferrarse a esta moneda? Según otro de los fundadores, el exredactor de uno de los cuatro diarios más importantes de Alemania, el Frankfurter Allgemeine, Konrad Adam: es necesario disolver la zona euro y dar lugar a un debate abierto sobre los rescates, «El euro está considerado como algo sagrado», comenta Adam a la Deutsche Welle, «y quien tenga otra opinión es denostado y calificado de populista, y eso no está bien».

El nuevo partido sentencia que es el euro el que está poniendo en peligro la paz en Europa, y que Merkel debería reconocerlo y dejar de aferrarse a la moneda única. En abril se sabrá si «Alternativa para Alemania» cumple con los requisitos para participar en las elecciones de septiembre compitiendo así directamente con los piratas

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