Bajo el título de Una lamentable manipulación, Santos Juliá ha publicado un artículo sobre el que denomina "sesgado documental". El asesinato de Calvo Sotelo, del que soy director.
Contra lo que él plantea, en ningún momento se ha pretendido defender la tesis de que "la Guerra Civil fue la consecuencia del asesinato de Calvo Sotelo". Menos aún que dicho asesinato fuera "una acción decidida en el Ministerio de la Gobernación".
Una serie sobre la Guerra Civil exige hacer referencia al clima político de España en 1936. Para ello es adecuado recordar el asesinato de Calvo Sotelo, pues en él concurren circunstancias muy especiales. Prescindiendo de los "hay que arrastrarlos" y expresiones análogas que se le solían dirigir desde los escaños del Frente Popular, prescindiendo de su enfrentamiento con Casares Quiroga, lo cierto es que Calvo Sotelo fue amenazado de muerte en la sesión de Cortes del 1 de julio por el socialista Galarza. Días más tarde los agentes de su escolta fueron sustituidos por otros cuya misión no era protegerle.
En la madrugada del 13 de julio, miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado y militantes del PSOE se presentaron en su domicilio y le asesinaron. ¿Fue ello la causa de la Guerra Civil española? No.
La causa de la Guerra Civil española fue que en España existía un clima político que hacía posible que ocurriera todo cuanto llevamos descrito, incluyendo las numerosas muertes e incidentes que se producían en las calles, algo que Calvo Sotelo denunció repetidamente en el Parlamento.
El vídeo deja constancia de que la conspiración estaba en marcha desde hacía varios meses. Ahora bien, yo soy de quienes, como el militar republicano Pérez Salas, pensamos que el conflicto pudo evitarse si después del asesinato hubiera habido una "rápida y enérgica intervención del Gobierno" que diese la impresión de que "se hallaba dispuesto a terminar con el terrorismo de cualquier parte". No fue así, y aquel crimen, que pese a ser la mejor prueba del caos existente pudo ser la última oportunidad para evitar la guerra, sirvió para que se sublevaran los indecisos. ALFONSO BULLóN DE MENDOZA El País. 15/07/2011
Una lamentable manipulación
Telemadrid estrena el sesgado documental 'El asesinato de Calvo Sotelo'
SANTOS JULIÁ 13/07/2011
La catástrofe provocada por la rebelión militar de julio de 1936, y por la Guerra Civil que fue su consecuencia, alcanzó tales proporciones que, desde su misma ocurrencia, se le han buscado las causas más variopintas, desde el carácter cainita de los españoles hasta las división metahistórica de España en dos.
El primer capítulo de una serie de 13 entregas, que se estrenó anoche en Telemadrid con motivo del 75º aniversario de su comienzo, olvida todas estas zarandajas y va derecha a su objetivo: mostrar que la Guerra Civil fue la inevitable consecuencia del asesinato de Calvo Sotelo por los socialistas.
La Guerra Civil, según Alfonso Bullón de Mendoza, director y guionista de la película, comienza la noche en que unos agentes de la autoridad, estrechamente vinculados al PSOE, secuestran en su domicilio al diputado Calvo Sotelo y lo matan de dos disparos en una camioneta de la sección de Asalto de la Policía Gubernativa: ahí están las imágenes de la dramatización del secuestro seguidas de imágenes de documentales de la guerra para demostrarlo; una cosa sigue a la otra sin solución de continuidad.
Se silencia que entre el crimen y la guerra medió una rebelión militar.
Esta manipulación de la historia comienza por silenciar que entre el asesinato de Calvo Sotelo, en las primeras horas del 13 de julio de 1936, y la Guerra Civil medió una rebelión militar que se venía preparando desde el mismo día del triunfo electoral de la coalición de izquierdas, el 16 de febrero del mismo año. Pero si desaparece la conspiración, es lógico que desaparezcan también los tratos que Calvo Sotelo y su partido mantuvieron desde el triunfo del Frente Popular con los militares que planeaban el golpe de Estado.
El responsable del guion, biógrafo de Calvo Sotelo, conoce bien sin embargo los contactos que su biografiado había establecido con el general Mola y con miembros de la Unión Militar Española, a los que prestó su apoyo y dio su conformidad para el golpe que estaban preparando. En esta ocasión, sin embargo, ha preferido silenciarlos, quizá porque introducían una desagradable complejidad en una narración construida al servicio de una única idea: presentar mendazmente el asesinato de Calvo Sotelo como una acción decidida en alto lugar, el Ministerio de la Gobernación, y transmitida a lo largo de una cadena de mando hasta sus ejecutores inmediatos, militantes del PSOE; una acción que, por tanto, hace inevitable una guerra civil sin necesidad de recurrir a la conspiración militar.
El asesinato de Calvo Sotelo y, más aún, si cabe, la clamorosa ausencia de su condena pública, nítida, sin ambages -y sin buscar una excusa en los asesinatos del capitán Faraudo y del teniente Castillo-por las autoridades republicanas y por los dirigentes del Partido Socialista, no pueden tener justificación alguna: lo primero fue un crimen y lo segundo un error que magnificó el crimen. Pero de ahí a vincular causalmente, por medio de la imagen y la palabra, la Guerra Civil con su comisión hay un salto que ningún historiador que no intente utilizar esa muerte para sus intereses políticos o ideológicos se atrevería a dar.
viernes, 15 de julio de 2011
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