CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS Viernes, 09-10-09
Si en España contáramos los tiempos de la democracia por Repúblicas, tendríamos que convenir que está feneciendo la Primera, es decir, el Régimen que comenzó con la Reforma política redactada por un chico del SEU llamado Eduardo Navarro y dirigida por otro chico del SEU llamado Adolfo Suárez.
Toda esta aventura se cierra, desde el punto de vista partidario, con la incapacidad de los dos dirigentes políticos que son José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, agotadores para sus seguidores respectivos, carentes de prestigio y de credibilidad, improvisadores ambos hasta el aburrimiento, el uno abrumado por la gobernación de la crisis económica y el otro esperanzado por ella mientras su partido y él mismo se hunden en el descrédito de la corrupción.
La sentencia del Tribunal Constitucional será el final del ciclo. Sea cual fuere. En el caso del rechazo del Estatuto catalán habrá un levantamiento de Cataluña; en el caso de la aprobación tendremos dos Estados y la disfuncionalidad insoportable y los disparates diarios. Porque la tercera solución que puedan aportar los leguleyos a sueldo será una suma de los males de las dos hipótesis anteriores. Con el Estatuto Rodríguez Zapatero quiso hacer el papel del Stalin de las nacionalidades y Rajoy en la derecha capaz de gobernar no sólo con los nacionalistas sino con los Camps y Basagoiti propios.
El agotamiento de la derecha es tal que necesita echar mano de Jordi Sevilla, Carlos Solchaga, Joaquín Almunia, Miguel Ángel Fernández Ordóñez y el propio Pedro Solbes para dar solidez a sus argumentos.
En este fin de Régimen los conservadores se agarran a los supervivientes socialistas frente a los chicos socialistas, pacifistas, ecologistas, abortistas, laicistas, partidarios de la economía sostenible representados por Leire Pajín, Bibiana Aído y Carme Chacón.
Si en España contáramos los tiempos de la democracia por Repúblicas, tendríamos que convenir que está feneciendo la Primera, es decir, el Régimen que comenzó con la Reforma política redactada por un chico del SEU llamado Eduardo Navarro y dirigida por otro chico del SEU llamado Adolfo Suárez.
Toda esta aventura se cierra, desde el punto de vista partidario, con la incapacidad de los dos dirigentes políticos que son José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, agotadores para sus seguidores respectivos, carentes de prestigio y de credibilidad, improvisadores ambos hasta el aburrimiento, el uno abrumado por la gobernación de la crisis económica y el otro esperanzado por ella mientras su partido y él mismo se hunden en el descrédito de la corrupción.
La sentencia del Tribunal Constitucional será el final del ciclo. Sea cual fuere. En el caso del rechazo del Estatuto catalán habrá un levantamiento de Cataluña; en el caso de la aprobación tendremos dos Estados y la disfuncionalidad insoportable y los disparates diarios. Porque la tercera solución que puedan aportar los leguleyos a sueldo será una suma de los males de las dos hipótesis anteriores. Con el Estatuto Rodríguez Zapatero quiso hacer el papel del Stalin de las nacionalidades y Rajoy en la derecha capaz de gobernar no sólo con los nacionalistas sino con los Camps y Basagoiti propios.
El agotamiento de la derecha es tal que necesita echar mano de Jordi Sevilla, Carlos Solchaga, Joaquín Almunia, Miguel Ángel Fernández Ordóñez y el propio Pedro Solbes para dar solidez a sus argumentos.
En este fin de Régimen los conservadores se agarran a los supervivientes socialistas frente a los chicos socialistas, pacifistas, ecologistas, abortistas, laicistas, partidarios de la economía sostenible representados por Leire Pajín, Bibiana Aído y Carme Chacón.
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