El acrónimo «IVE», para referirse a un aborto; «anticoncepción de emergencia», para hablar de la píldora abortiva que en España se vende sin necesidad de receta; «ser vivo, pero no humano», coletilla ministerial (Bibiana Aído) para referirse a los no nacidos eliminados en el seno materno. Son solo algunos ejemplos de la forma en la que los «defensores de los derechos reproductivos de la mujer» —otra descarada manipulación— intentan, y casi siempre consiguen, imponer su lenguaje y, en consecuencia, su visión.
Una cuestión cotidiana en España y, cada vez, más evidente en Europa que no ha pasado desapercibida para la Red Europea de Ideas (EIN, European Ideas Network) que lidera el vicepresidente del Grupo Popular Europeo, Jaime Mayor Oreja. Una realidad que ha inspirado la organización de una seminario que se desarrolló ayer en Bruselas en pos de «un nuevo vocabulario para la cultura de la vida».
El europarlamentario español, en su discurso de bienvenida, consideró que la crisis que atraviesa Europa es en gran parte «una crisis de valores» y la mejor prueba reside «en el actual desprecio del derecho a la vida».
Para Mayor, ese derecho debería estar en lo «alto de la pirámide de valores de los europeos», lo que ya no ocurre. Por ello entiende que «nuestra sociedad necesita un proyecto de regeneración que recupere el valor de la verdad y nada mejor que empezar por volver a resaltar la importancia del derecho a la vida».
No quiere el vicepresidente del PPE ni «resignación, ni rendición» entre los defensores de la vida y por ello pretender reavivar «la inquietud y el debate» en el Parlamento Europeo y llevar esa discusión a buena parte de la sociedad. Y en ese intento considera que tiene que empezar a ganarse la batalla del lenguaje, que van ganando los abortistas, «con un nuevo vocabulario, para comunicar el proyecto de regeneración europea».
No caer en sus trampas
«Que se llamen a las cosas por su nombre —prosiguió—. Que se hable de abortos y no de interrupciones voluntarias del embarazo, de madres, de bebés eliminados. Que no nos dejemos ganar la batalla del lenguaje, que no caigamos en las trampas que ellos introducen en el debate. Que quede claro que lo que ellos denominan “derechos” es la eliminación de vidas y de obligaciones».
Mayor Oreja pidió a los intervinientes en el acto un esfuerzo común «para definir una estrategia y unas líneas de acción que sirvan a las formaciones políticas de centro derecha, como el Grupo Popular Europeo, para actuar y defender valores como el derecho a la vida».
En la reunión participaron varios profesores universitarios y miembros de las fundaciones del centro derecha europeo asociadas a la EIN; así como el obispo cristiano-ortodoxo Athanasios y la directora europea de la Alianza Mundial de la Juventud, Caroline Leroux. Una de las aportaciones más brillantes corrió a cargo del profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla, Francisco Contreras.
En su exposición destacó que «el bando provida avanza en Estados Unidos, mientras retrocede lentamente en Europa» y consideró que esto es así porque allí el movimiento antiabortista «evita el marco lingüistico-conceptual del adversario: “derechos reproductivos”, “control de la mujer sobre su propio cuerpo”, "producto de la concepción”, “extensión de derechos” y afirma el suyo: madre en lugar de mujer; bebé por “producto de la concepción”; derecho a la vida en lugar de “derechos reproductivos”...».
Los médicos, contra la ley Aído
Ayer se hicieron públicas las conclusiones del informe «Nuevos retos para la profesión médica: una aportación al debate social», de la Organización Médica Colegial (OMC).
En relación con la libre dispensación de la píldora postcoital, hasta el 94% de los médicos españoles creen que desde que se puede comprar en farmacias sin la necesidad de receta se está abusando de este método de urgencia. El 50% considera que es un método abortivo y el 22,% entiende que «en ningún caso» debe darse este medicamento a una menor de edad.
Además, el 70,3% está en contra de que las chicas de 16 y 17 años tengan «autonomía absoluta» para abortar. Y hasta el 58% de los encuestados dice que se debería cambiar el término «interrupción voluntaria del embarazo» porque «todo lo que se interrumpe se puede reanudar y no es este el caso».
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