jueves, 23 de febrero de 2012

La «primavera valenciana» real: calefacción, dinero y delincuentes y confusión

El instituto Lluis Vives tiene 82.000 euros en el banco. Dos detenidos tienen antecedentes
Le quita la porra a un agente y le amenaza con ella. El policía lo reduce y cuando ambos caen al suelo el hombre muerde con fuerza en el muslo al agente. Resultado de la agresión, una herida con la marca de la mordedura
23 Febrero 12 - Madrid/Valencia - M. Romero / N. C.
Los organizadores de las protestas estudiantiles en Valencia han dado en llamar a su revuelta «primavera valenciana». Pero detrás de las reivindicaciones estudiantiles se encuentran una serie de elementos que desmontan esa idealización de las manifestaciones callejeras. La primera: el origen de este movimiento está en la supuesta falta de calefacción del instituto Lluis Vives. Al Instituto nunca le han cortado la calefacción. Fuentes de la Consejería de Educación, Formación y Empleo confirmaron a LA RAZÓN que este instituto, a fecha del 31 de diciembre, tenía ingresados 27.134 euros en su cuenta corriente. Un dinero que les ha permitido funcionar de manera normalizada durante todo el curso, incluso a pesar de la deuda del Gobierno valenciano, que debía a todos los centros educativos de la Comunitat los gastos de funcionamiento del tercer y el cuarto cuatrimestre de 2011. Con todo abonado a día de hoy, el Lluis Vives tiene ahora en el banco más de 82.000 euros, una cantidad que debe sumarse a los ingresos que recibe por alquilar sus instalaciones para la realización de unas ferias medievales que se celebran cada cierto tiempo y otras actividades. La titular de Educación, María José Catalá, aseguró el pasado martes que respeta las reivindicaciones de los alumnos pero que no entendía que, ya que no había habido cortes de suministros, los jóvenes se manifestaran contra unos recortes que soló afectan al personal docente y no a la calidad educativa.

La segunda, que como ya adelantó LA RAZÓN ayer, entre los principales instigadores de las manifestaciones hay muy pocos estudiantes del centro. De los 45 detenidos estos días, sólo uno pertenece al citado instituto. Pero no sólo entre los detenidos la estadística es demoledora, también entre los identificados por la Policía en el transcurso de las protestas. De los 300 que han sido identificados ni siquiera 30 están en edad escolar.
Unas cifras que no han sorprendido a la Policía, ya que gran parte de los manifestantes no eran ni mucho menos desconocidos. Habían participado en otras protestas orquestadas por grupos radicales de izquierda, se les había visto en altercados con los agentes y algunos incluso habían sido detenidos con anterioridad por diferentes tipos de delitos. Los policías les conocían y sabían que su forma de actuar no era ni mucho menos pacífica. Todo lo contrario, la violencia es y ha sido su máxima. No han tenido reparos ni a la hora de robarle la defensa a uno de los efectivos policiales.
Según informaron a este periódico fuentes del Sindicato Profesional de Policía, algunos de los detenidos tienen antecedentes policiales: una de las arrestadas ya está fichada por hurto y otro, por tráfico de estupefacientes. «Este tipo de concentraciones que en principio son pacíficas, se tornan violentas por culpa de los radicales antisistema», que «calientan» a los estudiantes con el fin de que la calle «reviente», afirma el presidente regional del Sindicato Profesional de Policía de la Comunidad Valenciana, José Manuel León. Cuando los agentes empiezan a actuar, entonces se quitan de en medio y dejan a los estudiantes en primera fila.

«Lo que no dicen en los medios de comunicación es lo que han tenido que soportar los policías», añade. Los primeros días de protestas, los policías no llevaban los instrumentos de defensa y protección, es decir, ni cascos ni escudos ni otros protectores. A pesar de los insultos, patadas, escupitajos y mordiscos, los agentes no hicieron uso del material de orden público y las detenciones se llevaron a cabo sin usar la fuerza.
Pero la agresividad de los manifestantes fue aumentando y el lunes estalló. Unas 500 personas se lanzaron contra la barrera policial lanzando piedras, botellas, y adoquines contra los agentes y consiguieron sobrepasarles, por lo que se tuvo que establecer una nueva barrera, esta vez sí, protegida con cascos, escudos y porras para dispersar a la gente. «Nos acusan de brutalidad, pero no hay ningún herido grave», declara León.

«Robo», amenaza y brutal mordisco a un agente
1. Durante la manifestación del lunes, un hombre le quita la porra a un agente y le amenaza con ella.
2. El policía consigue reducir al  manifestante y cuando ambos caen al suelo el hombre muerde con fuerza en el muslo al agente.
3. El resultado, de la agresión, una herida con la marca de la mordedura bastante visible.


Opinión / Concha Minguela
Vergüenza ante la brutal carga policial
Concha Minguela, 23 de febrero de 2012 a las 08:57
Una imagen vale más que mil palabras. Cuando se trata de mil imágenes, el equivalente es un millón de palabras. Sin palabras se ha quedado la izquierda valenciana, los grupos y organizaciones sociales y la prensa "casi" en bloque, ante las brutales y desproporcionadas cargas policiales contra los estudiantes de secundaria valencianos que protestaron por las recortes en Educación. De nada sirven las tibias explicaciones de responsables del Partido Popular y de miembros del Gobierno, dando a entender que las manifestantes violaban los derechos del resto de ciudadanos al cortar, sin permiso, el tráfico de las calles céntricas de la ciudad del Turia.
La delegada del Gobierno valenciano, Paula Sánchez de León, que ha recibido a delegaciones del PSOE valenciano, a miembros de la dirección docente valenciana, y a los propios estudiantes, ha justificado la actuación de la policía, contra la evidencia de las salvajes imágenes, insinuando que fueron los cuerpos policiales los agredidos por los estudiantes y que la actuación de éstos sólo fue defensiva. El papel o el discurso pueden soportar cualquier manipulación, pero ahí están los vídeos, que deberían avergonzar a los responsables de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado y llevar a dimisiones inmediatas.

Por si esto fuera poco, la delegada Paula Sánchez de León, compareció en rueda de prensa, sin inmutarse, ante un Jefe Superior de la Policía, Antonio Moreno, que se dirigió a los estudiantes como "el enemigo" y se quedó tan ancho. Mientras algunos medios entregados, advierten de que no debemos "parecernos a Grecia", en consonancia con las palabras del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que pide un poco de mesura para "cuidar la imagen" de España, en alusión a los lamentables disturbios de Valencia, los telediarios de los principales canales europeos destacan la dureza de la actuación policial criticando que la policía española no sepa distinguir entre estudiantes, muchos de ellos menores, y auténticos vándalos descontrolados.
Merecemos una policía preparada para actuar frente a protestas de adolescentes de instituto que están en todo su derecho de preocuparse, y llamar la atención, sobre su negro futuro en medio de una crisis que recorta a marchas forzadas los derechos y las esperanzas de todos los españoles. Y si los jefes policiales no saben controlar una protesta juvenil, que muestra los libros cómo única y peligrosa arma, más vale que dimitan porque de otro modo son ellos los que ofrecen una lamentable imagen de una España autoritaria más propia de otros tiempos, por fortuna, ya pasados.

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