La tragedia del Hotel Corona de Aragón cumplió ayer 30 años. Supervivientes y familiares de las víctimas se reunieron en Zaragoza para recordar lo ocurrido y rendir homenaje a quienes perecieron en el incendio que se llevó la vida de 78 personas e hirió a otras 114. Durante décadas, víctimas y familiares sufrieron el drama de estar en un limbo jurídico y técnico. A la tragedia se sumaba el misterio sobre qué había provocado aquella monumental antorcha en pleno corazón de Zaragoza, qué y quién estaba detrás de lo sucedido.
Las características del incendio, la celeridad con la que se habían extendido las llamas y los nombres de varios alojados aquel día reforzaron la tesis de que, en realidad, había sido un atentado terrorista. Pero hasta 1990 no se habló oficialmente de ello. Ese año, un informe del Consejo de Estado, basado en estudios del Colegio de Arquitectos, de investigadores del Ejército y de Sanidad, concluyó que había sido un atentado terrorista.
Pero hubo que esperar diez años más para que se reconociera como tal con efectos administrativos. El 23 de junio de 2000, el Ministerio del Interior, por fin, reconoció que había sido un atentado y que quienes lo sufrieron debían ser consideradas víctimas del terrorismo.
Algunos, como el catalán Benet Puig, tuvo que esperar 27 años a cobrar la indemnización. Fue en 2006: 36.000 euros. Su hermano, que también resultó herido, no pudo percibir cantidad alguna porque, después de tantos años, ya no guardaba las pruebas médicas y los documentos que demostraban que ese fatídico 12 de julio de 1979 estuvo alojado en el Hotel Corona de Aragón.
Ellos formaban parte de los habitantes de paso en este emblemático hotel zaragozano en el que, aquel día, también se encontraba la viuda de Franco, Carmen Polo, su hija y su esposo -los marqueses de Villaverde- y dos de sus nietos. Ese fue un dato que, de inmediato, llevó a pensar que el incendio había sido provocado con el objetivo de acabar con la vida de Carmen Polo y quienes la acompañaban.
Luego, los informes técnicos concluyeron que el fuego había sido provocado y que se usaron sustancias para acelerar la propagación de las llamas. Pero quedaron preguntas por responder, que han mantenido vivo el misterio y la sensación de que algo sigue pendiente con las víctimas y con su memoria.
«Impresa en el alma»
Es la sensación compartida de quienes ayer se congregaron para rendir homenaje: 30 años son incapaces de borrar un recuerdo grabado a sangre y fuego. Fue una tragedia que ha quedado «impresa en el alma» de quienes la sufrieron, afirmaba ayer Juan Domínguez, de 85 años. Resultó herido muy grave tras saltar desde la habitación que ocupaba en la sexta planta del hotel. Su cuerpo se dejó caer en busca de una de las lonas de los bomberos que, en la calle, trataban de salvar vidas mientras otros compañeros se jugaban las suyas escalando hacia los balcones.
Ayer, Juan Domínguez estaba entre los que acudieron a Zaragoza para mantener vivo el recuerdo del atentado. Como Eva Martínez, que tenía 5 años cuando perdió a su padre en esa tremenda pira en que se convirtió el Corona de Aragón. Eva se lamentaba ayer de las décadas que han tenido que aguantar el recuerdo de esa tragedia «sin reconocimiento y sin memoria», hasta que han logrado que se certificara oficialmente que aquello fue un atentado terrorista, conclusión avalada también por una sentencia del Tribunal Supremo.
Cambiar la ley aragonesa
El presidente de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), Juan Antonio García Casquero, lamentó que la Ley Aragonesa de Víctimas del Terrorismo reconozca derechos desde 1982, lo que deja fuera a quienes sufrieron el atentado del Hotel Corona. En este sentido, representantes del PP que participaron en el homenaje de ayer se comprometieron a promover iniciativas ante las Cortes de Aragón para que esa ley regional surta efectos con carácter retroactivo desde 1968, año del primer atentado de ETA.
Las características del incendio, la celeridad con la que se habían extendido las llamas y los nombres de varios alojados aquel día reforzaron la tesis de que, en realidad, había sido un atentado terrorista. Pero hasta 1990 no se habló oficialmente de ello. Ese año, un informe del Consejo de Estado, basado en estudios del Colegio de Arquitectos, de investigadores del Ejército y de Sanidad, concluyó que había sido un atentado terrorista.
Pero hubo que esperar diez años más para que se reconociera como tal con efectos administrativos. El 23 de junio de 2000, el Ministerio del Interior, por fin, reconoció que había sido un atentado y que quienes lo sufrieron debían ser consideradas víctimas del terrorismo.
Algunos, como el catalán Benet Puig, tuvo que esperar 27 años a cobrar la indemnización. Fue en 2006: 36.000 euros. Su hermano, que también resultó herido, no pudo percibir cantidad alguna porque, después de tantos años, ya no guardaba las pruebas médicas y los documentos que demostraban que ese fatídico 12 de julio de 1979 estuvo alojado en el Hotel Corona de Aragón.
Ellos formaban parte de los habitantes de paso en este emblemático hotel zaragozano en el que, aquel día, también se encontraba la viuda de Franco, Carmen Polo, su hija y su esposo -los marqueses de Villaverde- y dos de sus nietos. Ese fue un dato que, de inmediato, llevó a pensar que el incendio había sido provocado con el objetivo de acabar con la vida de Carmen Polo y quienes la acompañaban.
Luego, los informes técnicos concluyeron que el fuego había sido provocado y que se usaron sustancias para acelerar la propagación de las llamas. Pero quedaron preguntas por responder, que han mantenido vivo el misterio y la sensación de que algo sigue pendiente con las víctimas y con su memoria.
«Impresa en el alma»
Es la sensación compartida de quienes ayer se congregaron para rendir homenaje: 30 años son incapaces de borrar un recuerdo grabado a sangre y fuego. Fue una tragedia que ha quedado «impresa en el alma» de quienes la sufrieron, afirmaba ayer Juan Domínguez, de 85 años. Resultó herido muy grave tras saltar desde la habitación que ocupaba en la sexta planta del hotel. Su cuerpo se dejó caer en busca de una de las lonas de los bomberos que, en la calle, trataban de salvar vidas mientras otros compañeros se jugaban las suyas escalando hacia los balcones.
Ayer, Juan Domínguez estaba entre los que acudieron a Zaragoza para mantener vivo el recuerdo del atentado. Como Eva Martínez, que tenía 5 años cuando perdió a su padre en esa tremenda pira en que se convirtió el Corona de Aragón. Eva se lamentaba ayer de las décadas que han tenido que aguantar el recuerdo de esa tragedia «sin reconocimiento y sin memoria», hasta que han logrado que se certificara oficialmente que aquello fue un atentado terrorista, conclusión avalada también por una sentencia del Tribunal Supremo.
Cambiar la ley aragonesa
El presidente de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), Juan Antonio García Casquero, lamentó que la Ley Aragonesa de Víctimas del Terrorismo reconozca derechos desde 1982, lo que deja fuera a quienes sufrieron el atentado del Hotel Corona. En este sentido, representantes del PP que participaron en el homenaje de ayer se comprometieron a promover iniciativas ante las Cortes de Aragón para que esa ley regional surta efectos con carácter retroactivo desde 1968, año del primer atentado de ETA.