Una de las primeras imágenes enviadas por la sonda tras su aterrizaje en Marte. REUTERS/NASA. EFE. WASHINGTON
La sonda "Phoenix", tras recorrer 679 millones de kilómetros, se posó hoy en una zona del polo norte de Marte, donde iniciará ahora su misión de recoger muestras de hielo y determinar la existencia de material orgánico.
El control de la NASA desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) en Pasadena, California, respiró aliviado cuando la sonda puso sus tres patas sobre el planeta rojo 10 meses después de emprender su largo viaje desde el Centro Espacial en Cabo Cañaveral (Florida).
"Ha tocado superficie suavemente, de acuerdo con lo previsto", dijeron los responsables de la misión entre aplausos y el júbilo del equipo del JPL.
Se espera que las primeras imágenes tomadas por la sonda lleguen a Tierra alrededor de las 01:43 GMT.
"Hemos detectado que ha tocado la superficie", afirmó el ingeniero adjunto de sistemas, Richard Kornfeld entre los vítores del personal de la NASA. El equipo de la agencia espacial al ver que todo transcurría como lo habían planeado, expresó su alegría y satisfacción por el desarrollo de los acontecimientos.
El periodo de tiempo que transcurrió desde que la sonda penetró la tenue atmósfera marciana hasta que tocaba la superficie, se ha denominado los "siete minutos de terror". El nerviosismo de los encargados de la misión era obvio si se tiene en cuenta que menos de la mitad de las misiones a Marte han tenido éxito, y aún queda en el recuerdo el fiasco de la cápsula "Mars Polar Lander", que se perdió en 1999 tras su descenso en algún sitio cerca del polo sur marciano.
De hecho, sólo cinco de los 15 ingenios mandados por EEUU y otros países al planeta rojo han logrado posarse en su superficie. Los primeros en hacerlo fueron los dos aparatos de las misiones Viking de NASA, que tocaron polvo marciano en 1976. En enero del 2004 llegaron a Marte los vehículos exploradores "Spirit" y "Opportunity" que emplearon globos amortiguadores y exploraron regiones próximas al ecuador marciano.
Antes de tocar superficie, a las 23:53 GMT, "Phoenix" extendió su escudo térmico y usó el radar para contar con la información sobre la altura y calcular la velocidad de descenso vertical y horizontal para ajustar el encendido de sus 12 cohetes de descenso. Para ello, ha tenido que reducir su velocidad de casi 21.000 kilómetros por hora a sólo unos 8 kilómetros por hora.
La misión de "Phoenix", valorada en unos 420 millones de dólares, consistirá en tomar muestras del agua helada y de la tierra que la rodea. Lo hará con su brazo robótico, que mide 2,5 metros.
La existencia de hielo bajo la superficie de las latitudes más altas del planeta fue confirmada a comienzos del 2002 por el orbitador "Mars Odyssey", y "Phoenix" iniciará su misión en una región septentrional jamás visitada por un artefacto espacial.
La misión de la sonda no es sólo estudiar el permafrost marciano, porque el objetivo final es determinar si esta región, que abarca casi el 25 por ciento de la superficie del planeta, es habitable. Las muestras que recoja la sonda, que funciona mediante energía proporcionada por sus paneles solares, serán analizadas por un laboratorio en la cubierta de la sonda. Para sus labores cuenta con una especie de cuchara con tres láminas de metal, que es capaz de recoger hielo tan duro como cemento. Por otra parte, las cámaras de la nave, así como su estación meteorológica proporcionarán información sobre el ambiente. Otro de los objetivos de "Phoenix" es establecer si existieron en esa región condiciones favorables al desarrollo de algún tipo de vida microbiana.
La composición y la textura del terreno podrían suministrar alguna pista de si el hielo se diluye como resultado de ciclos térmicos y si las muestras contienen compuestos de carbono, un elemento básico en la formación de vida.
La Agencia Espacial Europea (ESA) ayudó, por primera vez en la historia espacial, a la NASA en el aterrizaje de la sonda.
La sonda "Phoenix", tras recorrer 679 millones de kilómetros, se posó hoy en una zona del polo norte de Marte, donde iniciará ahora su misión de recoger muestras de hielo y determinar la existencia de material orgánico.
El control de la NASA desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) en Pasadena, California, respiró aliviado cuando la sonda puso sus tres patas sobre el planeta rojo 10 meses después de emprender su largo viaje desde el Centro Espacial en Cabo Cañaveral (Florida).
"Ha tocado superficie suavemente, de acuerdo con lo previsto", dijeron los responsables de la misión entre aplausos y el júbilo del equipo del JPL.
Se espera que las primeras imágenes tomadas por la sonda lleguen a Tierra alrededor de las 01:43 GMT.
"Hemos detectado que ha tocado la superficie", afirmó el ingeniero adjunto de sistemas, Richard Kornfeld entre los vítores del personal de la NASA. El equipo de la agencia espacial al ver que todo transcurría como lo habían planeado, expresó su alegría y satisfacción por el desarrollo de los acontecimientos.
El periodo de tiempo que transcurrió desde que la sonda penetró la tenue atmósfera marciana hasta que tocaba la superficie, se ha denominado los "siete minutos de terror". El nerviosismo de los encargados de la misión era obvio si se tiene en cuenta que menos de la mitad de las misiones a Marte han tenido éxito, y aún queda en el recuerdo el fiasco de la cápsula "Mars Polar Lander", que se perdió en 1999 tras su descenso en algún sitio cerca del polo sur marciano.
De hecho, sólo cinco de los 15 ingenios mandados por EEUU y otros países al planeta rojo han logrado posarse en su superficie. Los primeros en hacerlo fueron los dos aparatos de las misiones Viking de NASA, que tocaron polvo marciano en 1976. En enero del 2004 llegaron a Marte los vehículos exploradores "Spirit" y "Opportunity" que emplearon globos amortiguadores y exploraron regiones próximas al ecuador marciano.
Antes de tocar superficie, a las 23:53 GMT, "Phoenix" extendió su escudo térmico y usó el radar para contar con la información sobre la altura y calcular la velocidad de descenso vertical y horizontal para ajustar el encendido de sus 12 cohetes de descenso. Para ello, ha tenido que reducir su velocidad de casi 21.000 kilómetros por hora a sólo unos 8 kilómetros por hora.
La misión de "Phoenix", valorada en unos 420 millones de dólares, consistirá en tomar muestras del agua helada y de la tierra que la rodea. Lo hará con su brazo robótico, que mide 2,5 metros.
La existencia de hielo bajo la superficie de las latitudes más altas del planeta fue confirmada a comienzos del 2002 por el orbitador "Mars Odyssey", y "Phoenix" iniciará su misión en una región septentrional jamás visitada por un artefacto espacial.
La misión de la sonda no es sólo estudiar el permafrost marciano, porque el objetivo final es determinar si esta región, que abarca casi el 25 por ciento de la superficie del planeta, es habitable. Las muestras que recoja la sonda, que funciona mediante energía proporcionada por sus paneles solares, serán analizadas por un laboratorio en la cubierta de la sonda. Para sus labores cuenta con una especie de cuchara con tres láminas de metal, que es capaz de recoger hielo tan duro como cemento. Por otra parte, las cámaras de la nave, así como su estación meteorológica proporcionarán información sobre el ambiente. Otro de los objetivos de "Phoenix" es establecer si existieron en esa región condiciones favorables al desarrollo de algún tipo de vida microbiana.
La composición y la textura del terreno podrían suministrar alguna pista de si el hielo se diluye como resultado de ciclos térmicos y si las muestras contienen compuestos de carbono, un elemento básico en la formación de vida.
La Agencia Espacial Europea (ESA) ayudó, por primera vez en la historia espacial, a la NASA en el aterrizaje de la sonda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario