viernes, 19 de julio de 2013
MOCIÓN DE IMPOSTURA
JOSÉ
MARÍA CARRASCAL/ABC
Se
intenta montar una encerrona a Rajoy en el Congreso, con absoluto desprecio de
las normas constitucionales
COMO
los padres de nuestra Constitución se empeñaron en sembrarla de equívocos para
suplicio de sus hijos y nietos, a las «nacionalidades», que tantos disgustos
nos han dado, unieron las «mociones de censura», que no son de censura sino de
candidatura a la presidencia de gobierno. Para ello se exige al aspirante
presentarse a una especie de examen ante la Cámara, exponer ante ella su
programa y contar con los votos necesarios para ser elegido. Ninguno de esos
requisitos los cumple Rubalcaba, que, sin embargo, parece dispuesto a presentar
esa moción: no aspira al cargo, sino que propone, ¡agárrense!, nada menos que a
Soraya Sáenz de Santamaría. No va, por tanto, a presentar programa de gobierno
y ni siquiera en el hipotético caso de lograr el apoyo de toda la oposición,
reuniría los votos para que la moción pasase, dada la mayoría absoluta del PP.
Y contar con los críticos internos de Rajoy es demasiado suponer, incluso para
un hombre tan desesperado como él.
Entonces,
se preguntarán ustedes ¿qué pretende Rubalcaba? Según nos dice, «defender la
dignidad del Congreso», al que Rajoy ha ofendido no explicándole su papel en el
caso Bárcenas. Bonita manera de defender el honor de la Cámara es ignorar lo
que la Constitución dispone en estos casos. Pero así entiende la izquierda la
democracia y sus normas: adaptándolas a su conveniencia, en vez de adaptarse
ella a la normativa constitucional. Lo hace desde siempre, invocando un derecho
casi de pernada: la superioridad moral, que le permite hacer lo que le dé la
gana, Recuerden la nacionalización de Rumasa y el «Montesquieu ha muerto».
Funcionó en los primeros años de la Transición, pero a estas alturas, sabemos
que, de superioridad, nada y de moral, menos. El caso de que hablamos no hace
más que confirmarlo.
Lo
que ahora pretende no es defender la dignidad del Congreso, sino montar una
encerrona al presidente, violando el espíritu y las normas de la convocatoria,
para saetearlo a sus anchas, disminuir su prestigio y sacar los máximos réditos
políticos y electorales. Un claro ejemplo de oportunismo político y de
deslealtad constitucional. Son ellos quienes ofenden al Congreso con esta
iniciativa, que recuerda el Pacto del Tinel, para excluir al PP de la escena
política catalana, y el Tripartito, que ahora sería Cuatri, Quinti o
Sexapartito, con los nacionalistas exigiendo que se incluya el «derecho a
decidir» para unirse al envite, otro chantaje descarado, esta vez a sus
colegas. Lo que pueda decir Rajoy les importa poco. Ni siquiera van a
escucharle. Van sólo a denunciarle, como ellos mismos reconocen, y
desprestigiarle, valiéndose de testimonios llenos de contradicciones de un
encarcelado y de una tergiversación desvergonzada del procedimiento
constitucional.
Ante
tales hechos, Rajoy haría bien en no caer en la encerrona. Nos debe una
explicación de por qué siguió en contacto con Bárcenas. Pero no en los términos
que éste y sus conmilitones político-mediáticos intentan imponerle, sino en los
que considere oportunos para él y su partido. Cualquier otra cosa sería
atropellar no ya el derecho a la legítima defensa la Constitución ni siquiera
le exige asistir a la sesión, al ser un examen del aspirante a su cargo, sino
el sentido común, que parece haber desaparecido últimamente de España.
Si los soberanistas predican la autodeterminación unilateral de los pueblos, cómo podrían negar la de los barrios.
La
metasecesión
IGNACIO
CAMACHO
Si
los soberanistas predican la autodeterminación unilateral de los pueblos, cómo
podrían negar la de los barrios
ALGUNOS
nacionalistas la mayoría, la verdad son tan cansinos que cuando no pueden
darles la matraca a los demás se distraen entrenándola entre ellos. Convencidos
de su misión histórica consagran su vida a practicar, aunque sea mediante
simulacros, la formulación política de su teoría del destino manifiesto, el
horizonte simbólico de la ensoñación identitaria de los «pueblos cautivos».
Como el nacionalismo moderado o integrador ha comenzado a ser una especie de
oxímoron, secuestrado por el soberanismo en auge, las tribus redentoristas han
fijado su objetivo táctico primordial en las consultas de autodeterminación,
esa vía Kosovo que tanta ilusión les causa pese a las inquietantes
connotaciones del ejemplo. Y mientras llega el día de las «condiciones objetivas»
van haciendo músculo en ensayos de referendos de la señorita Pepis con los que
sacudirse el síndrome de abstinencia.
Así,
en la estela de esos municipios catalanes que se declaran unilateralmente
independientes de España, el alcalde bildutarra de San Sebastián ha decidido
organizar un referéndum de desanexión de su propio barrio. Es una forma de ir
como de maniobras para tonificar el espíritu y poner a punto la maquinaria
separatista. Con tal de ejercitar la autodeterminación, el batasuno Eizaguirre
se ha escindido en una modalidad inédita de trastorno bipolar político: el
vecino de Igueldo lidera una reivindicación contra la ciudad que él mismo
gobierna. Es la metasecesión: un proceso de fragmentación continua. La
independencia en espiral, la autodeterminación de la autodeterminación, el
paroxismo soberanista.
En
su primaria pulsión desintegradora, a Eizaguirre no se le puede negar cierta
coherencia. Si el credo secesionista predica el derecho de los pueblos a
decidir su propio rumbo colectivo a partir de su criterio autodefinido, por qué
habría que negárselo a los barrios, que podrían ser unidades de destino en lo
local dentro de la lógica neofalangista del delirio identitario. Los que se
pasan la vida reclamando la aspiración de dejar de ser españoles no parecen
legitimados para negar a los habitantes de Igueldo la de dejar de ser
donostiarras. Es el problema de elaborar doctrinas ideológicas a partir de la
conciencia sentimental. ¿Dónde están los límites del hecho diferencial que
sustenta la vocación del destino manifiesto? ¿En la nación, en la provincia, en
la ciudad o pólis que es el embrión de la sociedad política? ¿En el barrio? ¿En
la pedanía? En la comunidad de vecinos? ¿O se trata de una simple cuestión de
escala y masa crítica?
Quizá
para los jerarcas de Bildu, tan satisfechos de gobernar sin haber renegado de
su complicidad filoterrorista y sin pedir perdón a las víctimas, la respuesta
sea mucho más sencilla: los límites están donde a ellos en cada momento les dé
la gana. Para eso sirve el poder y para eso, 865 muertos mediante, se lo han
ganado.
González: «Si supiera que Rubalcaba apoya a Pedro J., me cuestionaría ser militante»
abc.es
/ EPabc_es / madrid
Día
19/07/2013 - 17.24h
El
expresidente del Gobierno critica al director de «El Mundo» tras sus
publicaciones sobre Bárcenas y asegura que en España existe una «crisis moral»
si se está «en sus manos»
González:
«Si supiera que Rubalcaba apoya a Pedro J., me cuestionaría ser militante»
efe
El
expresidente del Gobierno Felipe González y el secretario general del PSOE de
Extremadura, Guillermo Fernández Vara, este viernes en Mérida
El
expresidente del Gobierno Felipe González se ha reunido este viernes con el
PSOE extremeño dando el pistoletazo de salida a una serie de encuentros con los
socialistas regionales y gente que no se puede desaprovechar, según ha
enunciado el secretario general del partido en la autonomía, Guillermo
Fernández Vara. El que fuera jefe del Ejecutivo ha criticado al director del
diario "El Mundo", Pedro J. Ramírez, tras las publicaciones sobre el
"caso Bárcenas" y, preguntado por si Alfredo Pérez Rubalcaba podría
estar sacando rédito de la campaña del rotativo de Unidad Editorial contra el
Gobierno de Mariano Rajoy, ha sentenciado: "Si supiera que Rubalcaba apoya
a Pedro J., no sólo perdería mi condición de simpatizante, sino que me
cuestionaría la de militante".
González
ha continuado explicando que está en la Comunidad extremeña para hablar con
Fernández Vara y el PSOE sobre las cosas que está "pensando de cara al
futuro". "Me parece que hay que actuar políticamente de manera diferente,
que tenemos una crisis no sólo de elites políticas dramática; políticas,
económicas, intelectuales, sociales, mediáticas, todo lo que quieren y para
colmo morales", ha aseverado. Para continuar: "Morales no las del
paisano (Evo) Morales, sino morales de Rouco Varela y compañía; imagínense que
crisis moral tendremos que estamos en manos de Pedro J. (Ramírez)", ha
ironizado González. Ha confiado, no obstante, en que su partido no se pliegue a
la estrategia del rotativo de Ramírez, con quien González ha protagonizado
desencuentros históricos, y ha agregado: "Ya saben que hace unos años dije
que voy a ser militante de este partido por el resto de mi vida pero estoy con
problemas de simpatías; bueno pues si esto ocurriera, y si conozco a Pérez Rubalcaba,
creo que no va a ocurrir, para mi sería una sorpresa inimaginable", ha
apuntillado.
El
expresidente del Gobierno Felipe González, ha pedido a Mariano Rajoy que tome
la iniciativa y que comparezca en un «debate abierto» para ofrecer una
explicación «definitiva» a los ciudadanos sobre el 'caso Bárcenas'.
En
función de estas aclaraciones, que en ningún caso se trataría de «explicaciones
judiciales», ha señalado González, tomaría una decisión sobre si el presidente
del Gobierno debería o no dimitir. «Rajoy se debería explicar, y si, como
consecuencia de lo que tiene que explicar, considerase que no debe mantenerse
en el cargo, o el parlamento o él, puede que sí. Pero eso depende de una
explicación clara, definitiva de qué está pasando», ha añadido.
En
cuanto al planteamiento de una moción de censura por parte del PSOE, ha
señalado que tiene «lógica», en el sentido de que «no se hubiera planteado en
ningún caso si no hubiera este bloqueo de presencia y de explicación en el
Parlamento».
González,
quien considera que el secretario general socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba,
«ha explicado muy bien» los motivos por los que ha anunciado la moción de
censura, ha señalado que éste es «el único mecanismo que no puede bloquear una
mayoría parlamentaria». «Obviamente el objetivo de una moción de censura no es
que explique el presidente del gobierno», ha añadido.
sábado, 6 de julio de 2013
Es necesario «dejar caer las estructuras caducas que nos aprisionan», ha asegurado el pontífice
El Papa ha dicho que «hay tres tipos de cristianos: los pecadores, los corruptos y los santos.
*.- Los pecadores somos todos,
*.- los corruptos son los que no reconocen su pecado y no quieren cambiar».
Ha denunciado con vigor el «carrerismo» de los eclesiásticos y la hipocresía, advirtiendo que «hacen mucho daño a la Iglesia». Es mejor que se vayan. El cambio de actitud está servido.
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