Tras las elecciones generales, Mariano
Rajoy debió acordar con Alfredo Pérez Rubalcaba las bases de la reforma laboral
y presentar el proyecto de forma conjunta ante la opinión pública en enero del
año 2012. Nos hubiéramos ahorrado la explosión sindical, la caravana de las
huelgas y la crispación nacional. Eufórico tras su victoria por mayoría
absoluta, Rajoy prefirió encerrarse en su madriguera monclovita y caminar solo.
Gregorio Marañón advirtió en un lúcido artículo, publicado antes de las
elecciones, que cualquiera que fuera el vencedor, incluso por mayoría absoluta,
debería pactar con su rival ante la gravedad de la crisis.
Rajoy no lo hizo y ha pagado severamente
su política de desdén. Ahora, cuando la recuperación económica se retrasa,
comienzan a surgir voces en el Partido Popular, también en el PSOE, para que se
retome una idea imprescindible si se quiere hacer más fácil la recuperación de
España.
PP y PSOE tienen la obligación moral de
llegar a un acuerdo que comprometa a los sindicatos para hacer frente a la
escalofriante realidad de los 6.000.000 largos de desempleados. Estamos ante
una emergencia nacional. O se le hace frente a través de una acción común de
los dos grandes partidos, o el sistema puede reventar. La situación española es
ya prerrevolucionaria. La política de no tomar medidas de eficacia real, la
política de permanecer quietos a verlas venir, puede conducir a un estallido
social. Es necesario recordar a los dirigentes de los dos grandes partidos la
responsabilidad que tienen. Ni el uno ni el otro pueden resolver las cosas
solos. Necesitan colaborar y esa
colaboración es urgente.
Luis
María ANSON
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