La gran evasión
susana alcelay/mª jesús pérez
ABC, 22/04/2013 - 09.49h
Son casi medio centenar, pagan pocos
impuestos y mueven un botín de más de 175.000 milllones de euros procedentes de
España
El oro se llama ahora divisas y no está
bajo tierra o en una cueva recóndita, está fuertemente protegido en cámaras
acorazadas en los bancos.
Sus propietarios ya no huyen de puerto
en puerto, ahora se dedican al negocio del ladrillo, al blanqueo de capitales,
al cobro de comisiones, a la financiación de grupos terroristas...
Aunque no siempre es ilegal depositar un
tesoro en un paraíso fiscal... todo depende de si el tesoro se declara o no.
Luis Bárcenas, Iñaki Urdangarín, Oriol Pujol
Ferrusola, Jérôme Cahuzac... Todos tienen algo en común, su nombre está
asociado a paraísos fiscales, de nuevo de plena actualidad por las triquiñuelas
de aquellos que manejan grandes capitales y no están dispuestos a declarar ni
un solo euro en el país. Pero ¿qué es un paraíso fiscal? ¿De qué ventajas
disfrutan los evasores? ¿Cuánto dinero de evasores españoles se mueve en estos
destinos?
Son casi medio centenar, están exentos o
prácticamente exentos de impuestos y según la OCDE, custodian en torno al 25%
del PIB mundial, doce puntos más que hace solo cuatro años.
Y... ¿cuáles son los centros «offshore»
guarecidos bajo el paraguas europeo?
La lista negra de 48 paraísos fiscales
aprobada por real decreto del Gobierno español en 1991 incluye 18 paraísos
europeos.
Entre ellos hay tres socios de la Unión
Europea con los que España comparte moneda:
*.- Luxemburgo,
*.- Chipre y
*.- Malta.
Cuatro microestados:
*.- Andorra,
*.- Mónaco,
*.- San
Marino y
*.- Liechtenstein.
Nueve satélites de la City londinense:
Las islas
del Canal de la Mancha -Guernsey y otros islotes menores-, la isla de Man,
Gibraltar y los seis territorios británicos de ultramar, es decir, el
archipiélago de las Bermudas y las islas del Caribe (Caimán, Vírgenes
Británicas, Anguila, Montserrat, Turcas y Caicos). Y dos refugios caribeños
donde ondea la bandera de los Países Bajos: Aruba y las Antillas Holandesas.
Las grandes evasiones de impuestos
suponen un quebradero de cabeza para las maltrechas finanzas de algunos países,
especialmente, en momentos de crisis.
En España el 91% de las compañías que
cotizan en el Ibex tenían sedes abiertas en paraísos fiscales en 2011, un año
antes el 86%, según el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa.
Estimaciones de los técnicos de Hacienda (Gestha) situaron en más de 175.000
millones el dinero que los españoles tenían depositados en paraísos fiscales en
2010.
Una reciente investigación divulgada por
el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación reveló que 130.000
políticos y empresarios de todo el mundo utilizan paraísos fiscales para hacer
sus negocios y esconder su dinero, entre ellos figuraban personajes de la talla
de la baronesa Carmen Cervera.
«Si bien hasta 2009 se venía apreciando
una caída de la inversión española en esos territorios, la acentuación de la
crisis, el mayor riesgo-país de España y el aumento de la presión fiscal tanto
para empresas como para particulares con altas rentas trajo consigo un nuevo
repunte en la deslocalización de capitales españoles», apunta Jorge Sánchez del
despacho Montero/Aramburu.
Añade que «todo parece indicar que el
ímpetu en la lucha contra el fraude fiscal, unido a la amnistía fiscal, y a la
nueva obligación de declaración de bienes y derechos situados en el extranjero
está generando ahora una fuerte reducción de la inversión no declarada en los
países de baja tributación o con secreto bancario, se encuentren o no incluidos
en el listado español de paraísos fiscales».
La amnistía fiscal impulsada por el
Gobierno de Mariano Rajoy para sanear la cuentas públicas ofreció un impuesto
único y lineal del 10% a las personas físicas y jurídicas que afloraran el
dinero negro por el que no habían abonado impuestos. ¿Que ocurrió? Gestha
estima que el patrimonio declarado por esos evasores acogiéndose a la amnistía
apenas supuso el 6% del dinero negro oculto. Sus datos apuntan a que el 71% de
la evasión fiscal es obra de grandes fortunas y empresas; en tanto que la fuga
impositiva global de los trabajadores autónomos apenas representa el 8% y la de
las pymes, el 12%.
Jorge Sánchez recuerda que la amnistía
fiscal permitió aflorar 40.000 millones no declarados hasta ese momento. Y
puntualiza que ese capital regularizado generará ingresos tributarios de forma
recurrente en IRPF e Impuesto sobre el Patrimonio en los próximos años, pero no
se integra necesariamente en el circuito económico español, dado que
regularización no supone repatriación del capital a España. «Frente a lo que
ocurrió en procesos de regularización anterior, en esta ocasión no se exigía
traer de vuelta a España el dinero regularización. Y mientras el contexto
económico nacional no mejore, y continúen existiendo dudas sobre nuestro
sistema bancario, España seguirá perdiendo inversiones de capital, nacional y
extranjero, y los contribuyentes aministiados seguirán manteniendo los fondos
en el extranjero».
Un estudio realizado por el grupo Tax
Justice Network revela que existen entre 17 y 26 billones de euros escondidos
en paraísos fiscales, que habrían aportado 230.000 millones en concepto de
recaudación por impuestos a las arcas de los países de todo el mundo. Este
grupo, dirigido por el antiguo economista principal de la consultora McKinsey,
James Henry, estima que estas cantidades están concentradas en «jurisdicciones
enormemente proteccionistas», como Suiza o las islas Caimán, con la ayuda de
bancos privados que tienen el objetivo de atraer a los llamados «individuos de
alto valor neto». La riqueza de estas élites económicas, según Henry, está
«protegida por un grupo de profesionales, muy bien pagado y disciplinado, que
se aprovechan de una economía global cada vez más transfronteriza y con menos
fricciones».
De acuerdo con el estudio, los estados
ricos en petróleo son especialmente propensos a depositar su riqueza en estas
cuentas, en lugar de invertir en su propio país. Países como Rusia, por
ejemplo, solo potenciaron su inversión nacional una vez que recibe los
intereses de los casi 640.000 millones de euros depositados en el paraísos
fiscales desde principios de los 90.
Es un negocio rentable al que medio
mundo vuelve a decir basta como, por otro lado, lo ha venido haciendo, desde
hace 40 años. Ahora es Europa y muy intensamente algunos de sus socios, como
François Hollande, el que la pasada semana declaraba la guerra a los paraísos
fiscales, a la alta delincuencia financiera y a los defraudadores franceses y
europeos. Hollande respondía de esta forma tras la revelación de que su
exministro de Hacienda, Jérôme Cahuzac, mantuvo durante 20 años cuentas
secretas en el extranjero.
Tras un reciente escándalo sobre fraude
fiscal publicado recientemente, era la Unión Europea en bloque la que anunciado
que pondrá bajo la lupa los distinguidos refugios de las fortunas mundiales.
Luxemburgo ha sido el primero en coger el testigo y relajará su secreto
bancario. Pretende unirse a partir del 1 de enero de 2015 a los otros 25
Estados miembros que ya utilizan este método. Austria, que hasta 2002 tenía un
secreto bancario que estaba acompañado por el anonimato completo de las
cuentas, está dispuesta a negociar con sus socios el intercambio de datos sobre
extranjeros en el país para luchar contra la evasión fiscal.
Y Alemania, Francia, Italia, Reino Unido
y España ya han dado el primer paso y han abierto el debate para reforzar el
sistema de intercambio de información automática, con un acuerdo para la puesta
en marcha de un «instrumento piloto de intercambio multilateral» de
información.
Mientras esto sucede algunos «refugios»
han dado un primer paso. Liechtenstein está entre los destinos «offshore» que
más preocupaa la UE y también ha reconocido que tendrá que ceder terreno para
calmar las críticas a su opaco sistema bancario, aunque Suiza ya ha advertido
de que en ningún caso aceptará el intercambio automático de informaciones.
Pero... ¿por qué ahora las iniciativas
internacionales supondrán algún cambio? Hasta ahora todas se han quedado en
mera declaración de intenciones. En 2001, tras el 11-S, se demostró que se
habían utilizado paraísos fiscales con fines terroristas, ese fue el primer
punto de inflexión. El siguiente paso vino con la crisis financiera, el G-20 de
Londres en 2009 se conjuró contra lo ilícito, pero nada de nada. Los frutos de
2013 aún se esperan.
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