El
Corralito chipriota
El
principal problema del rescate del sistema financiero chipriota es que ha
tardado demasiado en llegar. Y ese reproche se refiere no solo a la
exageradamente larga tramitación de esta ayuda, sino a la incomprensible
pasividad de las autoridades europeas ante las prácticas, más que dudosas, de
unos banqueros que habían convertido esta isla mediterránea en un refugio para
capitales de origen claramente reprobable.
Sin
embargo, la decisión de obligar a instaurar un impuesto indiscriminado a los
ahorradores no solo es injusta -porque trata por igual a los probos ciudadanos
y a los oligarcas rusos que hayan obtenido su dinero de manera ilegal-, sino
una flagrante violación de las reglas europeas, que en teoría garantizan la
totalidad de los depósitos hasta los 100.000 euros.
Los
ciudadanos chipriotas tiene razones para sentirse estafados por esta decisión.
Resulta inaudito que los dirigentes de la zona euro hayan sucumbido
nuevamente a la tentación de escudarse en sus intereses nacionales sin tener en
cuenta que estaban erosionando gravemente la confianza en la seguridad de todos
los sistemas bancarios europeos.
La decisión de recomendar a las autoridades chipriotas que «garanticen
plenamente» los depósitos inferiores a los 100.000 euros acordada a última hora
por el Eurogrupo es una inteligente rectificación, pero puede que no llegue a
tiempo de restablecer la confianza en las reglas por parte de los mercados
internacionales.
Si hay una directiva que sirve para garantizar los depósitos, incluso
en tiempos de crisis, no se puede invocar esa misma situación de crisis para
anunciar que se impone una tasa confiscatoria por debajo de esa cantidad.
Y aún menos -no ha sido buen remedio- confesar, como ha hecho el
presidente chipriota, que si los bancos del país tuviesen que declararse en
bancarrota, el Estado carecería de solvencia para cumplir con esta obligación
legal.
Para los grandes inversores internacionales, ahora es difícil volver a
confiar en que su dinero está seguro en ninguno de los países que han recibido
asistencia de la zona euro, porque en cualquier momento puede imponerse una
medida confiscatoria con el pretexto de que los contribuyentes de los países
más saneados no pueden ser llamados a aportar ese esfuerzo. Cada día que pasa,
y con la crisis de Chipre como fondo, se pone en evidencia que es imposible la
supervivencia de la zona euro sin una autoridad común eficiente y responsable
democráticamente.
El
euro no es sagrado
Aunque
«Alternativa» no logre entrar al parlamento en las próximas generales de otoño,
su fundación puede costarle valiosos votos a los partidos de la coalición de la
canciller democristiana Angela Merkel. El discurso del partido es muy simple:
el euro daña a Europa y a los alemanes nos está costando miles de millones,
¿Por qué aferrarse a esta moneda? Según otro de los fundadores, el exredactor
de uno de los cuatro diarios más importantes de Alemania, el Frankfurter
Allgemeine, Konrad Adam: es necesario disolver la zona euro y dar lugar a un
debate abierto sobre los rescates, «El euro está considerado como algo
sagrado», comenta Adam a la Deutsche Welle, «y quien tenga otra opinión es
denostado y calificado de populista, y eso no está bien».
El
nuevo partido sentencia que es el euro el que está poniendo en peligro la paz
en Europa, y que Merkel debería reconocerlo y dejar de aferrarse a la moneda
única. En abril se sabrá si «Alternativa para Alemania» cumple con los
requisitos para participar en las elecciones de septiembre compitiendo así
directamente con los piratas
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