El actual régimen político selecciona a
los peores y prescinde de los mejores.
En un régimen caciquil oligárquico sólo
triunfan los peores.
Para que “triunfen los peores” es
imprescindible que predominen socialmente los “trastornos de mediocridad” (el
defecto, la ausencia, o inhibición de la presión por la excelencia, en sus varios
grados de intensidad).
*.- La
“forma más simple de mediocridad inoperante” es prácticamente asintomática, y
se caracteriza por una actitud de híper adaptación y de falta de
originalidad/creatividad de los individuos.
*.- La forma
más aguda, aunque no severa, de mediocridad inoperante o pseudo-creativa, va
acompañada de rasgos pasivo-agresivos.
*.- Y la
forma más severa, denominada mediocridad inoperante activa (MIA), es la forma
más maligna, con exacerbación de las tendencias repetitivas e imitativas,
exagerada apropiación de los signos externos de creatividad y excelencia, ansia
de notoriedad que puede llegar hasta la impostura, (pretender ser algo que no
se es) y, sobre todo, intensa envidia hacia la excelencia ajena, lo cual
procura boicotear, o incluso destruir por todos los medios a su alcance.
Es cierto que la mediocridad es una
característica común a todos los grupos humanos y que la mediocridad incluso
favorece la conformidad, y que la conformidad asegura la felicidad de muchos.
Sin embargo, un grado de mediocridad aguda
o severa supone dejar atrás al mediocre simple (que sigue razonablemente las
directrices predominantes, sin esforzarse más allá de las mínimas exigencias
externas) para estar ante elementos pasivo- agresivos.
En éstos, al traerle al fresco todo o
casi todo, al no distinguir lo bueno de lo malo, el mediocre inoperante no
siente inclinación por propiciar progresos de ningún tipo, y todo aquello en lo
que interviene está condenado al estancamiento.
Así el mediocre inoperante produce y
estimula:
*.- Maniobras repetitivas e imitativas
*.- Una enfermiza tendencia al consenso y
a preferir lo trillado frente a lo innovador.
En la mayoría de los casos, esta
patología no tiene grandes repercusiones sociales, excepto cuando el mediocre
inoperante ocupa puestos clave o de cierta responsabilidad (el mediocre
inoperante suele estar bastante satisfecho de su inoperancia o pseudo
creatividad, siendo las personas de su alrededor quienes sufren las
consecuencias de sus actos).
Una organización que tiene la desgracia
de tener a un mediocre inoperante en cabeza, empieza pronto a dar muestras de
parálisis funcional progresiva, generalmente acompañada de hiperfunción
burocrática, con la que se intenta disimular la falta de operatividad.
Cuando la mediocridad inoperante ya es
severa, Mediocridad Inoperante Activa, el individuo afectado tiende a
desarrollar fácilmente una gran actividad, inoperante, por supuesto, acompañada
de un gran deseo de notoriedad y de control e influencia sobre los demás, que
puede llegar a revestir tintes casi mesiánicos (cuando un individuo afectado de
Mediocridad Inoperante Activa está presente en ambientes académicos, por otra
parte muy susceptibles a la infección por MIA, tiende a adoptar poses de
maestro, sin ningún mérito para ello).
Fácilmente puede llegar a encapsularse
–a la manera de un virus- en pequeños grupos o comités que no producen
absolutamente nada, pero que se asignan funciones de “seguimiento y control”
que les permite entorpecer o aniquilar el avance de individuos brillantes y realmente
creativos.
El MIA que tiene algún poder en puestos
burocráticos:
*.- tiende a generar grandes cantidades
de trabajo innecesario, que activamente impone a los demás, destruyendo así su
tiempo,
*.- o bien intenta introducir todo tipo
de regulaciones y obstáculos destinados a dificultar las actividades realmente
creativas/productivas.
Por otra parte, el Mediocre Inoperante
Activo es particularmente proclive a la envidia, y sufre ante el bien y el
progreso ajenos.
Mientras que las formas menores de
mediocridad inoperante presentan simplemente incapacidad para valorar la
excelencia, el MIA procura además destruirla por todos los medios a su alcance,
desarrollando sofisticados sistemas de persecución y entorpecimiento.
Ni que decir tiene que entre estas
formas de actuación destructiva se encuentra lo que se denomina “mobbing” o
acoso institucional.
Y, ¿Quiénes son los individuos que
corren riesgo de padecer mobbing?:
Pues los expertos consideran que existen tres
grandes grupos:
1) Los
envidiables, personas brillantes y atractivas, pero consideradas como
peligrosas o competitivas por los líderes implícitos del grupo, que se sienten
cuestionados por su mera presencia;
2) Los
vulnerables, individuos con alguna peculiaridad o defecto, o, simplemente,
depresivos necesitados de afecto y aprobación, que dan la impresión de ser
inofensivos e indefensos;
3) Los
amenazantes, activos, eficaces y trabajadores, que ponen en evidencia lo
establecido y pretenden imponer reformas o implantar una nueva culturaLas
maniobras principales que el mediocre inoperante activo utiliza para el acoso
psicológico de su víctima son las siguientes:
a) Someterlo
a acusaciones o insinuaciones malévolas, sin permitirle defenderse o
expresarse.
b) Aislarlo
de sus compañeros, privarlo de información; interrumpir o bloquear sus líneas
de comunicación.
c)
Desconsiderar e invalidar su trabajo, distorsionar o tergiversar sus
actividades y comentarios, atribuirle motivaciones espurias o vergonzantes.
d)
Desacreditar su rendimiento, dificultar el ejercicio de sus funciones, ocultar
sus logros y éxitos, exagerar y difundir, fuera de contexto, todos sus fallos,
tanto reales como aparentes.
e)
Comprometer su salud, física y psíquica, mediante una constante presión
estresante que favorece las alteraciones depresivas, psicosomáticas, y actos de
huida que pueden llegar hasta la renuncia brusca al puesto laboral o al
suicidio.
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