«La corrupción es una dependencia peor
que la droga», afirma el autor de «Sesenta kilos», Ramón Palomar en el cierre
de BCNegra
Ramón Palomar explora el submundo
hispánico de la cocaína
El poder del ladrillo
«Sesenta kilos» demuestra el poder del
ladrillo: el inmobiliario y los ladrillos de cocaína que acarrean sus
personajes, entre burdeles y apartamentos de medio pelo: «La guardia civil
consigue decomisar un ocho por ciento del total circulante… Es mucho, porque
los narcos poseen la mejor logística del mundo». Un circuito con salida en
Marruecos, los puertos de Barcelona o Valencia y las rutas alternativas de
África y Europa del Este. La pintoresca fauna de «Sesenta kilos» la conoció
Palomar en sus años universitarios cuando hacía de camarero en un bar con basca
muy rara: «Los periodistas tenemos poca imaginación, no podía desechar ese
material humano».
Sobre la corrupción política derivada de
la mordida urbanística, Palomar sabe cómo los narcos y blanquedores de dinero
pueden comprar a un político. «Ellos no tienen cultura, pero sí una psicología
primitiva por la que saben a quíen dirigirse. Un día te pasan dos gramitos de
coca en una disco, otro te invitan al mejor restaurante o te envían champán
francés; fingen que son tus amigos, te dicen que eres muy agradable y muy
listo, o te pagan un viaje en helicóptero….». La corrupción produce una
dependencia, mucho peor que la del adicto a la droga: «Es la dependencia mental
de quien ha vendido su dignidad. He conocido algunos políticos en esa
situación: les quitas los escoltas y el coche oficial y sólo te queda un
paleto».
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