La División Azul (unidad española de
voluntarios que partió hacia Rusia durante la II Guerra Mundial para combatir
el comunismo)
Comenzó con la invasión de la
U.R.S.S por parte de la Alemania nazi de Hitler.
La «Operación Barbarroja» se inició
un 22 de junio de 1941. Ese mismo día, los alemanes decidieron que era hora de
cobrarse el favor que habían prestado a Franco en la Guerra Civil.
Franco ofreció a Alemania el envió
de algunas unidades de voluntarios en reconocimiento a la ayuda recibida por
Alemania durante la Guerra Civil.
Ofrecimiento que interpretarse gesto
de solidaridad.
Sólo dos días después de que Hitler
decidiera marchar sobre la estepa rusa, España se preparaba anunciar a sus
ciudadanos de la existencia de la División Azul y de la necesidad de
voluntarios para ésta. El encargado de dar la exclusiva fue el ministro de
Asuntos Exteriores Ramón Serrano Súñer.
“Camaradas: No es hora de
discursos, pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia
condenatoria: ¡Rusia es culpable!¡Culpable de nuestra Guerra Civil! (…) ¡El
exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa!”.
Juan José Sanz, entonces de 17 años,
en declaraciones a ABC, explica como vivió la situación: “Tras el estallido de
la Segunda Guerra Mundial, escuché el discurso que hizo el ministro Serrano
Suñer en el que dijo la famosa frase “Rusia es culpable”. Después de eso, nos
apuntamos de golpe a la División Azul. Tras el mensaje, yo fui a Zaragoza y me
presenté voluntario para luchar, pero no contra el pueblo ruso, sino contra el
comunismo. Igual que yo, en pocos días salieron a las calles casi 20.000
jóvenes», determina el antiguo miembro de la División Azul.
La llegada de voluntarios fue
masiva. «Se dieron casos familiares extremos, como el ofrecimiento conjunto de
hasta tres y cuatro hermanos, o el de un padre con todos sus hijos», determina
Juliá en «División Azul». Sin embargo, la mayor afluencia fue sin duda de
universitarios:
Así, tras aproximadamente una semana de inscripciones, el 2 de julio
finalizó la fecha para alistarse en la División Azul, conocida por los alemanes
como «Blau división» o «250. Einheit spanischer Freiwilliger» (250 Unidad de
voluntarios españoles
Ansiosos,
sus 18.000 integrantes, al mando de Agustín Muñoz Grandes, esperaban la orden
de partir.
España despide a los divisionarios
España despide a los divisionarios
Unos 10 días después, la orden se
hizo realidad, pues Franco hizo marchar a la División Azul hacia Baviera
(Alemania), donde tendrían su primer contacto con los nazis y llevarían a cabo
su instrucción. «El domingo 13 de julio, la División Azul comenzó el transporte
escalonado de sus hombres hacia Alemania, en 19 expediciones, y a lo largo de
diez días», determina Juliá en su libro.
Sanz, ya divisionario, partió más
tarde. «A mi me asignaron al 3º Batallón del Regimiento 263, que se formó
entero en Zaragoza. De hecho, uno de los curas más destacados, el padre
Indalecio, vino a Zaragoza desde Madrid para incluirse en esta unidad. Éramos
casi todos universitarios, además de médicos, abogados…. También es curioso que
nosotros no salimos de España el 13 de junio, como el resto, sino que lo
hicimos dos días después», determina antes de aclarar lo emotiva que fue para
él la partida.
«Un campamento militar instalado al
lado del pueblecito bávaro de Grafenwöhr, a pocos kilómetros de Nuremberg, fue
el centro asignado por el alto mando alemán para la instrucción de la División
Azul».
«Hicimos el adiestramiento en sólo
dos meses cuando lo normal era en tres. Los alemanes quedaron sorprendidos de
nuestra preparación porque todos teníamos una vocación clara y todos estábamos
ilusionados en ir y aprender», señala Sanz, uno de los últimos en llegar al
campo.
«Existían muchos contrastes de
mentalidad entre nosotros y los alemanes. Nosotros cantábamos, hacíamos fiestas
y ellos eran inflexibles. Por ejemplo, fue muy jocosa cuando, el primer día de
entrenamiento, recibimos material. Nos dieron un equipo completo con hojas de
afeitar, cepillo de dientes, cepillo para el pelo… Nos hizo mucha gracia porque
nos parecía todo un lujo», explica el antiguo miembro de la División Azul, que
ahora roza los 90 años.
«Otra anécdota sucedió con la ropa.
Cuando nos dieron las camisas, como éramos más pequeños que los alemanes, nos
quedaban muy grandes. Más de uno parecía que llevaba puesto un camisón. Lo
mismo pasaba con los pantalones, a los que teníamos que dar un par de vueltas.
No obstante, y a pesar de todo, no tuvimos ningún problema con ellos porque
siempre cumplíamos nuestras misiones», recuerda Sanz.
«En principio, durante las primeras
marchas, decían que éramos unos “desarrapaos”. La verdad es que, por ejemplo,
nunca tuvimos mucho interés en llevar pulcro el uniforme mientras que ellos lo
llevaban impoluto. Sin embargo, cuando llegamos al frente fue otra cosa, porque
la División Azul se mantuvo en su sitio durante importantes combates
singulares», finaliza el divisionario.
El primer frente en el que la
División Azul combatió fue cerca de un río navegable de más de 200 kilómetros
de largo, el Voljov, situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles
llegaron entre los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la
Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por debajo de los cero
grados centígrados, y el Ejército alemán -y con él la División Azul- carecía de
equipo de invierno, en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba
a estar acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier Moreno Juliá.
Tras llegar, la División Azul trató
de llevar a cabo una serie de pequeñas conquistas al otro lado del río. «Hubo
un corto período de ofensiva hispano-alemana con la toma de varias poblaciones
de escaso valor, en tanto que no sobrepasaban la catalogación de aldeas. Y
llegaron, en su avance hasta tres poblaciones que pasarían a ser fundamentales:
Otenski al norte, Possad en el centro, y Posselok, la más oriental, al sur; las
tres, cercanas al río Vischera, afluente oriental del Voljov», afirma el
experto.
No obstante, esta ofensiva no se
extendió mucho y en poco tiempo los rusos iniciaron si propio asalto.
«Siguieron cinco semanas de sufrimiento atroz en Possad y Otenski, en tanto que
Posselok fue abandonada. Atacadas por la infantería, la artillería y la
aviación, las dos poblaciones se convirtieron en tumba abierta de cientos de
españoles», explica el historiador.
Al final, el 7 de diciembre el
general español al mando de la operación recibió la orden de retirada por parte
de los alemanes. La División Azul cruzó la orilla y se apostó para la defensa
de sus nuevas posiciones.
La gran matanza de españoles en el
Voljov
Los españoles, a los pocos días de
retirarse de sus posiciones avanzadas fueron atacados por centenares de
soldados rusos.
«El 27, una posición española
ubicada entre las localidades de Udarnik y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que
estaba al mando de un alférez, fue aniquilado y los cuerpos de sus hombres,
clavados en el suelo con picos para romper el hielo».
Esta gran derrota fue conocida como
la tragedia de la «Posición intermedia».
Los españoles reaccionaron, bajo la
dirección del comandante Tomás García Rebull, aniquilando en su totalidad
a la fuerza rusa.
Las bajas de la División Azul eran
ya considerables, pero nada comparables con las del ejército nazi. «El 31 de
diciembre de 1941 la División Azul había visto morir a 1.400 de sus hombres, en
tanto que el Ejército alemán, desbordado desde hacía ya tres semanas ante Moscú
(5 de diciembre, ataque del general Zhukov con reservas siberianas), contaba ya
con un cuarto de millón de muertos».
Después de resistir los ataques soviéticos,
la División Azul protagonizó una de sus acciones más valerosas, la cual
consistió en cruzar un lago helado para socorrer a una unidad alemana que
estaba siendo «machacada» por fuerzas soviéticas.
Acción que se desarrolló en el lago
Ilmen (cerca del frente del río Voljov) del 10 al 21 de enero al mando del
español José Manuel Ordás.
«El año 1942 vio el cruce del Lago
Ilmen -al sur de las posiciones de la División Azul- por la recientemente
creada Compañía de Esquiadores. El lago, completamente helado, fue cruzado a
pie, pero con muy mala suerte, pues la trayectoria prevista tuvo que anularse
ante las grietas que se abrían ante los españoles», determina el historiador
Xavier Moreno Juliá.
Estas dificultades provocaron que
tuviera que cambiarse el itinerario inicial por uno más largo. Esto fue letal
para las tropas españolas, que tuvieron que soportar una temperatura de nada
menos que 52 grados bajo cero. «Finalmente, tras once días de penalidades, los
españoles encontraron a los alemanes, que habían podido zafarse del acoso
soviético».
La acción no fue demasiado
satisfactoria para los españoles, que sufrieron 102 bajas por congelación
acompañadas de una gran cantidad de heridos. «Poco hubiesen podido hacer para
ayudarles (a los alemanes), pues quedaban sólo doce hombres ilesos de un
contingente inicial de 240».
«Esta acción fue aprovechada por el
general español Muñoz Grandes para dar publicidad a su División Azul, por medio
del envío de un álbum con los telegramas enviados y recibidos durante el cruce
del lago. El alto mando alemán quedó impresionado y la noticia llegó a Berlín.
A partir de entonces, luchar al lado de los españoles pasó a ser señal de buena
suerte para el soldado alemán», explica Juliá. Después de estos envites, Berlín
anunció al mundo la victoria en el Voljov.
Leningrado:
Tras el frente del río Vonjov, los
españoles fueron enviados hacia Leningrado (una de las principales ciudades
rusas) para ayudar a las tropas alemanas a mantener el cerco de la ciudad,
sitiada por el ejército nazi.
Mediante este asedio, Hitler
pretendía que la ciudad muriera de hambre al contar con más de 3.000.000 de
ciudadanos.
«El frente de Leningrado, a
diferencia del anterior, el del río Voljov, era estático. En un primer momento,
había incluso la intención alemana de tomar por asalto la ciudad, por lo que
fue llevada la División Azul hasta allí, al objeto de cubrir el flanco
suroriental del ataque» (Xavier Moreno Juliá)..
Sin embargo, Hitler tuvo que detener
finalmente el sitio de esta ciudad. «Tenía que dar prioridad a la batalla que
se desarrollaba en el sector sur del frente ruso, en Stalingrado, donde sus
tropas comenzaban a tener serias dificultades.
De ahí que Leningrado se convirtiese
en núcleo de asedio por parte de las tropas alemanas, apoyadas por las
españolas. Además, se daba la circunstancia de que aquel nuevo frente era en
gran medida urbano, a diferencia del anterior, fundamentalmente rural».
Pero, sin duda, la acción más
valerosa de la División Azul fue la defensa de la ciudad rusa de Krasni Bor,
cerca de Leningrado.
«Acaeció el 10 de febrero de 1943.
Ese día, 38 batallones soviéticos salieron de Kolpino, el barrio industrial de
Leningrado ante el que estaba acantonada la División Azul, apoyados por unos
ochenta tanques, unas 150 baterías y un número indeterminado de
"organillos de Stalin", esto es, de lanzadoras de proyectiles»
(Xavier Moreno Juliá).
«El embate fue tal, que en menos de
veinticuatro horas acabó con la vida de 1.125 españoles, hirió a más de mil y
unos noventa se dieron por desaparecidos. Los infantes alemanes, a cuyo mando
estaba el general Philipp Kleffel, tardaron casi diez horas en intervenir, una
más que su aviación. Tan sólo con los muertos de aquel día, España saldó -e
invirtió dieciséis veces- la mortandad en combate de la Legión Cóndor, que
sobrepasó en poco la cifra de trescientos hombres».
La vuelta a España
Finalmente, y tras decenas de
combates, la División Azul fue relevada y enviada a España a pesar de que
algunos de sus integrantes se negaban a marcharse del frente. Muchos, de hecho,
consiguieron permanecer un poco más en combate formando nuevas unidades hasta
que volvieron a su país de origen, donde, hoy por hoy, son queridos y odiados.
Fuente:División Azul
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