Alfonso
Guerra suma seguidores a su propuesta de romper con el PSC
La
exsecretaria de Estado Consuelo Rumí sigue la línea del exvicepresidente del
Gobierno para romper relaciones con los socialistas catalanes. Fernández Vara
también está dispuesto
La
exsecretaria de Estado de Inmigración y Función Pública, la andaluza Consuelo
Rumí, ha puesto este martes de relieve que son ya «muchos» los desencuentros
que el PSOE y el PSC han mantenido en los últimos años y no ha puesto peros a
la posibilidad planteada por el presidente de la Comisión de Presupuestos del
Congreso, Alfonso Guerra, de romper relaciones.
La
socialista Rumí ha sido una de las numerosas voces que ayer tomaron la palabra
durante la reunión del Grupo Socialista en el Congreso después de que el PSC
anunciara su intención de romper la disciplina de voto al apoyar las propuestas
de resolución sobre la consulta soberanista en Cataluña.
Pese
a que el más contundente en su intervención contra la postura de sus compañeros
catalanes ha sido Guerra, fuentes socialistas recalcaron a Europa Press que
también Rumí pronunció un discurso duro en relación con las discrepancias que
PSOE y PSC vienen manteniendo, sobre todo desde el tripartito catalán.
Por
la mañana, Alfredo Pérez Rubalcaba anunciaba que «revisará el acuerdo PSOE-PSC,
que data de 1977, como adelantó ayer ABC. En un desayuno de Europa Press,
Rubalcaba explicó que su partido no se plantea una ruptura con los socialistas
catalanes, a pesar de que buena parte del PSOE así lo demanda.
A
la entrada del desayuno, el secretario general de los socialistas extremeños,
Guillermo Fernández Vara, señaló que si los catorce diputados del PSC votan
distinto del Grupo Socialista, «fue bonito mientras duró».
La
discrepancia sobre la soberanía nacional y la unidad constitucional de España
no se puede reconducir a un debate interno normal. Es una diferencia insalvable
LOS
socialistas siguen sin asumir que cada vez que son abducidos por el
nacionalismo pierden su identidad, entran en crisis y sufren el rechazo de sus
electores.
La
explicación debería resultarles sencilla, porque si hay una ideología
antagónica a la socialista no es otra que la nacionalista, basada en la sublimación
de las diferencias frente al presunto igualitarismo de la izquierda.
Galicia,
País Vasco y Cataluña han situado a los socialistas fuera del poder por su
travestismo filonacionalista, del que sólo han salido beneficiados los
nacionalistas, pescadores en el río revuelto por un PSOE que ha confundido a
sus electores: unos, hartos de su seguidismo a partidos separatistas; otros,
traspasados directamente a las filas del nacionalismo.
Ayer,
los diputados del PSC en el Congreso votaron a favor de la resolución de CiU,
ERC e Iniciativa por Cataluña para la celebración de un referéndum «legal» y
autorizado por el Gobierno. El apoyo del PSC a esta trampa nacionalista le ha
salido caro al socialismo. Es la primera ruptura visible en el grupo socialista
del Congreso, afianza las críticas de los dirigentes del PSOE que ven inviable
la relación con el PSC y agrava las divisiones internas del socialismo catalán,
representadas ayer por una Carme Chacón que -en tierra de nadie, decidida a
nadar y guardar la ropa- escenificó sus contradicciones y complejos al no
participar en la votación, lo que compromete seriamente sus posibilidades de
liderar algún día, como pretende, un partido de ámbito nacional.
Esta
crisis del socialismo es muy grave porque se refiere a una cuestión esencial en
la definición de un partido, como el PSOE, que aspira a gobernar de nuevo
España y a seguir siendo la otra cara del consenso constitucional, junto con el
Partido Popular.
En
estas condiciones, no puede ser una cosa ni otra. La discrepancia sobre la
soberanía nacional y la unidad constitucional de España no se puede reconducir
a un debate interno normal.
Es una diferencia insalvable, más aún cuando se exterioriza por el apoyo
del PSC a una artimaña parlamentaria del frente nacionalista catalán, que
buscaba precisamente este resultado con el caramelo envenenado de una
resolución que pone condiciones imposibles -referéndum «legal», autorización
del Gobierno- para una finalidad imposible -la autodeterminación de Cataluña-.
Los socialistas catalanes han caído en esa trampa, víctimas de su absoluta
pérdida de identidad política en Cataluña, por la que han quedado inermes ante
la presión del nacionalismo.
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