"Muchos parecen dispuestos a
rasgarse las vestiduras frente a los escándalos e injusticias -naturalmente
cometidos por otros- pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio
corazón, sobre la propia conciencia y las propias intenciones, dejando que el
Señor transforme, renueve y convierta"
“El testimonio es siempre más
incisivo cuando se busca menos la gloria personal y se hace más consciente que
la recompensa del justo es Dios mismo es Dios mismo, estar unidos a El aquí en
el camino de la fe y al término de la vida, en la paz y en la luz del encuentro
cara a cara con El por siempre".
Los momentos más difíciles
El Papa Benedicto XVI reconoció el
mayo pasado que atravesó momentos difíciles desde su llegada al trono de San
Pedro y aseguró que los rezos de todos los católicos le han sostenido en esas
vicisitudes.
El caso de la filtración de
documentos reservados, el denominado «Vatileaks», fue una de las mayores crisis
de su papado, que concluyó con la concesión de la gracia por parte de Benedicto
XVI a su exmayordomo, Paolo Gabriele; en medio del Año de la Fe.
El «VatiLeaks», como explica Lucia
Palacios en este artículo más extensamente, se desató a primeros de 2012 cuando
se publicaron en una cadena de televisión italiana unas cartas del actual
nuncio en Estados Unidos, Carlo María Vigano, al Papa en las que denunciaba la
«corrupción, prevaricación y mala gestión» en la administración vaticana. Y
después fueron apareciendo más documentos de esta naturaleza, incluida una
supuesta conspiración para asesinar al propio Papa.
La respuesta del Vaticano ante el
caso Vatileaks llegó el pasado 16 de marzo de 2012 cuando abrió una
investigación criminal del caso. La policía vaticana, finalmente, arrestó al
exmayordomo del Papa, Paolo Gabriele que fue sometido a un juicio por parte del
tribunal vaticano y declarado culpable.
Una de las situaciones más duras de
su pontificado fue, sin duda, la acusación por parte del Gobierno de Irlanda al
Vaticano de haber obstaculizado e intentado frustrar la comisión oficial sobre
abusos sexuales. Tras conocer la magnitud de los hechos, de los abusos
realizados por los sacerdotes en Irlanda durante 70 años y revelados a la luz
pública en 2009, Benedicto XVI manifestó sentirse «asolado y angustiado» y que
compartía con los fieles, expresó de manera contundente, la «indignación, la
traición y la vergüenza» por esos delitos sexuales. Y se encargó de realizar la
operación de limpia en el episcopado irlandés.
En 2012, se produjo otro
acontecimiento importante en este sentido para el Vaticano, al reconocer 4.000
casos de pederastia y también que la respuesta de la Iglesia fue «inadecuada».
Benedicto XVI afirmó entonces que la curación de las víctimas debía ser «la preocupación
prioritaria» de la comunidad cristiana y que ésta debía ir unida a una
«profunda renovación de la Iglesia en todos los niveles». La «tolerancia cero»
con esta lacra fue la tónica de su estancia como máximo representante de la
Iglesia Católica.
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