El progresismo
acomplejado
EDURNE URIARTE
Zapatero lideró la
reforma del Estatuto catalán como alternativa, argumentaba, al españolismo de
la derecha
LA apuesta de todo el
nacionalismo catalán por el independentismo y la ilegalidad tiene al menos una
virtud. Evidencia por fin el grave error que algunos denunciamos desde hace
muchos años, el fiasco de la política de cesión permanente a los nacionalismos
para evitar, nos decían, su radicalización. Pero debería servir también para un
segundo fin, para clarificar de una vez por todas que esa política de cesión
permanente es una posición básicamente socialista, adoptada, aceptada o
tolerada por los demás. Y poco tiene que ver con la supuesta inteligencia de su
planteamiento, aquello de impedir el «choque de trenes», sino con una cuestión
puramente ideológica, la de la común asunción de determinado concepto de España
por parte de progresistas y nacionalistas.
Zapatero lideró la
reforma del Estatuto catalán, no lo olvidemos, como alternativa, argumentaba,
al españolismo de la derecha y a su intención de cerrar la apertura indefinida
del Estado de las Autonomías. No a la «recentralización», que no había nada de
eso en la derecha de esos años, sino a la mera intención de no continuar con la
pérdida de competencias del Estado. Y Zapatero lideró tal reforma en la línea
exigida por los nacionalistas, no porque pensara que eso traería su
satisfacción definitiva, sino porque el nacionalismo era su aliado ideológico
en la concepción de España, el españolismo o la identidad nacional española
como conceptos supuestamente inventados por el franquismo y propios de la
derecha. Lo de «Una, grande y libre» que progresistas y nacionalistas sueltan
cada vez que se menciona la españolidad.
Y este progresismo
nacionalista sigue dominando el PSOE, no por decisión de Rubalcaba, Rubalcaba
ya lidera muy poco, sino porque continúa siendo la línea más fuerte del
socialismo. De ahí que se imponga el PSC, un partido cada día más
indiferenciable del nacionalismo catalán y el PSOE se haya convertido en un
patético altavoz de los nacionalistas. Como bien ilustraba Puebla en su genial
viñeta de ayer, los socialistas van camino de «reprobar el programa Españoles
en el mundo» o de exigir que «la españolidad se lleve en la intimidad».
Lo lamentable de
nuestro país es que el liderazgo intelectual y estratégico de la alternativa a
los nacionalismos ha estado, sigue estando, en manos de este progresismo
avergonzado con lo español, con España, con la españolidad. Este progresismo
rehén de sus obsesiones antifranquistas y de sus complejos respecto a los
nacionalistas. Y, mientras eso ocurre, hay un referéndum independentista a la
vuelta de la esquina y, lo que es peor, la españolidad sigue falta de liderazgo
político e intelectual.
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